En el cruce entre la ruta 88 y la 77, antes de doblar para ingresar a Miramar, funciona, desde mediados del siglo pasado, la chacra experimental del Ministerio de Desarrollo Agrario. Junto a otros establecimientos e instituciones como el INASE y el INTA, con los que trabaja en red, su rol es el de probar variedades de cultivos y pautas de manejo y brindar información oficial a la comunidad.
La agrónoma a cargo de que ese servicio funcione es Clara Llorens, quien explicó a Bichos de Campo el minucioso trabajo que se hace no sólo en la recolección y sistematización de la información, sino también en su difusión a productores, técnicos y empresas.
No hay momento del año en que las 1000 parcelas distribuidas en esas 5 hectáreas no estén produciendo, porque la Chacra Miramar participa de varias redes de ensayos. En invierno, cultivan trigo y cebada; en verano, soja, maíz y girasol; y también trabajan con forrajes.
“Como somos una institución oficial, los datos son oficiales, no están sesgados ni comprometidos. La chacra dice la verdad”, asegura Llorens, que igual destaca que, para que haya rigor científico en lo que hacen, deben trabajar en tándem con las demás chacras y organismos, como si se tratase de un engranaje más en un sistema complejo.
Ese rigor es el que permite, luego, que los productores puedan tomar decisiones en base a la información disponible.
Además, como productivamente están ubicados en una de las zonas cerealeras más importantes del país, ponen particular énfasis en esos cultivos. En el caso del trigo, por ejemplo, como toda empresa está obligada a pasar por esa red de ensayos para fiscalizar y comercializar su producto, todas las variedades están probadas en esas parcelas.
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“Aparte de estar midiendo, analizando y procesando los datos, los tenemos que publicar y difundir. Esa es la parte de la extensión que hace la chacra”, señaló la agrónoma. Para que ese servicio sea efectivo, lo que hacen es alimentar una base de datos que puede consultar quien lo necesite, organizar visitas al establecimiento y hasta difundir información por grupos de whatsapp.
Al igual que las demás chacras que están desperdigadas en otras zonas productivas de la provincia, la clave está en que puedan aportar pautas de manejo y datos sobre las variedades que funcionan en ese lugar y con esa metereología, por eso recomiendan a cada productor consultar de acuerdo a donde está ubicado.
“Es un trabajo muy minucioso y después se ve en los resultados”, agregó Llorens.
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Entre las líneas de trabajo que llevan adelante en esta época del año están los proyectos de la red de trigo junto al INASE, con los que establecen 4 fechas de siembra distintas, los de trigo candeal junto a la Chacra Experimental Barrow y los de cebada en colaboración con el INTA Bordenave.
En paralelo, también trabajan en otros experimentos a menor escala, como la evaluación del trigo transgénico, que hoy está en plena discusión por su uso.
“El equipo de la chacra es muy comprometido, trabaja muy bien y ahí se aprende todos los días”, destacó la agrónoma, para quien, como profesional, contar con esa estructura para investigar es también un anhelo cumplido. Más aún si, con su trabajo, puede ayudar a que haya información certera para producir.