La Bolsa de Cereales de Entre Ríos aseguró que “no hay experiencia de manejo agronómico” capaz de soportar “tremendo hostigamiento del clima”, producto de la sequía y la falta de lluvias que se registra últimos meses en la provincia, calificada como la peor de los últimos 60 años. El trienio 2020/21/22, se destaca como el más seco “jamás observado”.
En este contexto, los registros pluviales en Entre Ríos se posicionaron entre los diez más bajos de los últimos 60 años en gran parte de la provincia, donde también las lluvias caídas llegaron a ser hasta seis veces menos de lo que normalmente debe llover. Ese escenario, y la última semana libre de precipitaciones y con temperaturas por encima de los valores normales, provocó una casi nulidad de reservas hídricas y un marcado avance de la sequía en el territorio provincial.
La Bolsa provincial sostuvo que las deficiencias en la campaña agrícola y ganadera es similar a la sufrida hace 14 años en el ciclo 2008/09, con una disminución del 73% de las precipitaciones (230 milímetros menos que lo normal). Respecto a las temperaturas máximas, los registros actuales son peores, ya que mientras que en el 2008 la temperatura máxima promedio fue de 29,8 grados y hubo 24 días con más de 30 grados, en el 2022 la media fue de 30,4 grados, y en 29 días las marcas superaron los 30 grados.
En ese marco, la Bolsa estimó que el clima ya perjudicó “severamente” a los lotes sembrados con maíz de primera, y si no existen lluvias importantes en las próximas dos semanas, la producción de soja experimentará una “drástica caída” que “ya ha iniciado”.
Pero además la sequía provocó un retraso en las siembras, resiembras y fuertes consecuencias sobre los cultivos, complicó la producción de forraje, principal alimento del ganado. Por eso, los productores ganaderos debieron vender cabezas para aliviar la carga animal en los campos, y la condición corporal del ganado presentó una caída interanual del 30 al 35%.
El sector lechero no logró recuperar los lotes que se utilizan para pastoreo, no obtuvieron reservas de pastura, y el maíz destinado a consumo animal se está perdiendo, por lo que a finales del año pasado se registró una caída en la producción lechera del 20 al 30%, y se prevé reducir las vacas en ordeñe, generando otro 10 o 20% de caída.
En el caso de la soja, en Entre Ríos se había proyectado una superficie de 1.060.000 hectáreas para el ciclo 2022/23, pero ante la imposibilidad de siembra y la pérdida de hectáreas sembradas, se estima una caída de aproximadamente el 20% (212.000 hectáreas). Por lo tanto, la superficie total cultivada con la oleaginosa abarcaría 843.000 ha.
Las condiciones climáticas afectan el desarrollo de los cultivos generando plantas de menor tamaño, demoras en la fertilización nitrogenada, un retraso en el crecimiento, e incluso en sitios puntuales se detectaron pérdidas parciales y totales de lotes. La peor situación se registra en el sur entrerriano, donde se encuentra más del 70% de los cultivos estivales y el déficit hídrico llega hasta un 81% menos que el promedio normal.
Siento lo que están pasando la gente que realmente trabaja