Esta es la nota final que realizó Bichos de Campo dentro del penal de máxima seguridad de Batán, donde pagan sus penas miles de personas que, por h o por b, se mandaron macanas graves. De la serie de notas que han sido publicadas todas estas semanas con internos asociados a la curiosa cooperativa Liberté, un proyecto autogestionado que funciona dentro del predio carcelario, esta es la única cuyo protagonista podemos presentar con nombre y apellido.
Y es que Jorgelina Porta no está presa como todos los demás entrevistados, que para poder hablar lo hicieron solo con su apodo o nombre de pila. Ella forma parte de una red de ingenieros agrónomos de Mar del Plata que desde hace rato ha decidido colaborar con los integrantes de Liberté para que puedan llevar una vida un poco más digna y encontrar una salida labora para cuando recuperen la libertad. Antes desde el INTA y ahora desde el Ministerio de Desarrollo Agrario de la Provincia de Buenos Aires, Jorgelina fue clave para gestionarnos el ingreso a Batán. Ella es conocida allí. Hace años que concurre.
-¿Qué es Liberté para vos?- le preguntamos al final de este recorrido:
-Casi filosófico… En lo personal para mí es una experiencia muy conmovedora en un montón de aspectos.
-Eso dijiste cuando entrábamos y todavía debíamos atravesar varas rejas. Dijiste que ningún ciudadano debería dejar de conocer esto, ¿por qué?
-Creo que nos haría bien a todos y a todas conocer la cárcel para poder dimensionar el problema de la seguridad que nos atraviesa a todos desde diferentes maneras. Este es uno de los síntomas, la cárcel. Y la experiencia de Liberté me parece que es conmovedora porque es una una salida humana a ese problema, que es de todos en definitiva. Es una salida que propone herramientas que conocemos en la agronomía cotidianamente.
-Eso de que trabajo te hace digno y la dignidad te hace libre de algún modo.
-El trabajo, la paciencia, la templanza, la persistencia, son los desafíos que tenemos todo el tiempo afuera y acá adentro también. Recién decía lo que significa Liberté, y ellos (por los internos) hablan de un espacio de libertad. Creo que también nos convoca y nos interpreta a todos, porque todos, en los diferentes trabajos, estamos siempre buscando un poquito más de libertad, porque en definitiva tiene tiene que ver con la felicidad, con la plenitud…
Mirá la entrevista con Jorgelina Porta:
La tarea de Jorgelina y muchos otros agrónomos que se han ido pasando la posta para ayudar a esta organización de presos nacida de 2014, simplemente de un reclamo de los presos para que los dejen trabajar, para generar ingresos propios y poder tener una vida decente durante toda su condena, ha sido clave para orientar a la cooperativa a armar una huerta agroecológica que les aporta verduras frescas, más un gallinero que les proporciona huevos, más otros emprendimientos productivos que requieren de asesoramiento profesional.
“Yo soy una partecita de una red de apoyo que cada vez que que podemos, y somos un montón, colaboramos en lo que sea”, se presenta.
El éxito de esta experiencia de Liberté es palpable en el concepto de “reincidencia cero”, ya que los presos que pasaron por allí y recuperan la libertad no han tenido que regresar, se las ingeniaron en alguno de los múltiples oficios que allí aprenden.
“Yo estoy convencida, y por eso hablo del humano, que todos nosotros queremos ser buenas personas. Los seres humanos queremos vivir en comunidad, en sociedad, nos importa el otro. Creo que eso es nuestra naturaleza, nuestro fuego, nuestra llama. Entonces, todos necesitamos sentirnos útiles, todos necesitamos trabajar, todos necesitamos sentir que nos ganamos lo necesario para vivir. O sea, nos pasan las mismas cosas”, repite Jorgelina sobre su rol.
Y añade: “Acá hay un ejemplo de derecho a la alimentación, de producción, de cuidado del ambiente. Y me parece que hay armonía, lógica y coherencia en esta experiencia. Por eso para mí es enriquecedora. Cada vez que vengo, no me canso de escuchar, porque creo que siempre que uno viene acá se lleva algo”.
Además Porta está segura de que lo que hacen desde los organismos que apoyan a los presos a producir sus propios alimentos es correcto. “En este momento no hay mucha presencia, y hay toda una discusión sobre la presencia del Estado. Yo creo que esto es un buen ejemplo de lo que significan las políticas públicas aplicadas con coherencia, con presencia, con articulación, con lógicas donde se pueden revisar, donde se pueden pensar”.
Elogió, por ejemplo, que dentro de Batán y en el marco de Liberté haya podido ponerse en funcionamiento una PUPPA (pequeñas unidades de producción de alimentos) habilitada por el gobierno provincial. “Esto habla de un paradigma, de decir vos, en este contexto, en este lugar, podés producir tal cosa, a tal escala, con tal riesgo. Es otro paradigma, otro enfoque de la producción de alimentos. Todos podemos producir alimento de forma segura, y este es un ejemplo”.
También recuerda la agrónoma con mucha emoción una ocasión en que desde la cooperativa de presos pudieron realizar una venta de verduras agroecológicas a otra cooperativa de Mar del Plata, para obtener recursos genuinos.
“Acá vino Senasa, el Ministerio de Desarrollo Horario, el INTA, fundamentalmente el ProHuerta. O sea, ha habido mucho apoyo porque realmente es una experiencia que ha funcionado y que sería imprescindible que se replique”, destaca Jorgelina.
-No solo es útil para los internos… ¿También resulta útil para los agrónomos que en algún momento conviven con esto?
-Absolutamente. Por eso yo hablo de lo conmovedor, lo que nos conmueve, y me parece que estas son las cosas que tenemos que compartir, porque nos hacen bien como sociedad. Algo que salió mal, porque acá todos dicen ‘yo me mandé una cagada, me mandé una macana, algo hice mal, quiero redimirme’, pero el sistema no te muestra la puerta de salida.
“Esto es como tirar la basura abajo de la alfombra. Es como el basural. Yo a veces hago esta analogía: la gente debería conocer tanto la cárcel como el basural, porque el basural es lo mismo. O sea, generamos un montón de basura y está allá lejos, no la vemos. Bueno, salvando las distancias, esto es lo que salió mal y nadie quiere mirar. Pero tenemos que mirar porque acá adentro sale la solución de que esta gente no vuelva a reincidir, que en definitiva es lo que queremos. Vivir en paz, en comunidad y con derechos”.