Hay una necesidad muy fuerte de parte del ámbito agropecuario por mejorar la imagen de quienes producen ante una sociedad cada vez más distante, que juzga los modos actuales de producir y que piensa que todo es soja y glifosato. Algunos prefieren omitir este debate, lo ocultan. Otros lo enfrentan no sin reconocer que el productor tiene parte de la responsabilidad en la construcción de esta imagen devaluada. Porque se ha confiado y no siempre ha hecho bien las cosas.
José Luis Tedesco, flamante presidente en ejercicio de la Asociación de Productores en Siembra Directa (Aapresid), es un buen ejemplo de este segundo grupo de productores inquietos que buscan transmitir que en la agricultura no todo es estático ni absoluto. En la búsqueda de una agricultura “siempre verde”, parte de reconocer que en los últimos años “el productor se confió de la tecnología de insumos y perdió de vista los procesos que requieren más cabeza”.
Mirá la entrevista completa a José Luis Tedesco:
“Desde hace 30 años que Aapresid promueve el concepto de siembra directa, pero ahora hay una vuelta de rosca que tiene que ver con cultivos siempre vivos que promuevan la biodiversidad tanto del suelo como del ambiente”, resaltó el agrónomo.
La incorporación de cultivos de cobertura es el planteo de la entidad para que el suelo no quede inactivo en cierta parte del año con los famosos barbechos químicos que lo preparan para el próximo cultivo de renta. Se busca tener el campo siempre ocupado. “Así capturamos energía que se convierte en carbono, ese carbono va al suelo y eso genera un círculo virtuoso en la generación de mayor fertilidad con más nutrientes y materia orgánica”, remarcó Tedesco.
Aquel viejo concepto de “dejar descansar el lote” no va más según el agrónomo. “Si hacemos ese descanso significa que no le estamos poniendo más vida a ese suelo. En cambio si le ponemos raíces estas robustecen al sistema y aprovechamos mejor la energía solar y el agua”, explicó.
El modelo soja RR, glifosato y siembra directa que se instaló en Argentina a fines de los 90, y que parecía un modelo perfecto y rentable, comenzó a presentar externalidades por el mayor uso de agroquímicos y por la degradación de los suelos, al ser aplicado muchas veces sin las adecuadas rotaciones. También aparecieron malezas resistentes a los principales herbicidas.
Tedesco aclaró que “Aapresid nunca promovió el monocultivo sino la siembra directa con las rotaciones”, pero reconoció que “la sojización es una realidad que tenemos, y lo mismo el uso y abuso de insumos”.
“Cuando irrumpió la soja apareció esta simplificación. Me tocó sufrir como ingeniero agrónomo cuando me decían: ‘¿Para qué quiero un agrónomo si en realidad le paso glifosato a la soja y ya tengo todo limpio?’. Es eso lo que llevó a esta problemática”, remarcó el presidente de Aapresid.
La clave ahora, a su juicio, pasa por hacer un click agronómico general. “Es pasar de la seguridad de una receta que ya no funciona a aplicar conocimiento, deconstruir y desaprender. Es un proceso continuo, un desafío más grande y difícil pero posible”, concluyó.