Desde Córdoba, zona tradicional manicera, el cultivo de maní se expandió a San Luis y La Pampa; y, desde hace unos años, se registra un importante incremento del área sembrada en el oeste bonaerense. Esta expansión, en particular en la provincia de Buenos Aires, plantea la necesidad de establecer reglas para el cuidado del suelo, pues el cultivo requiere ciertas prácticas que allí no están reguladas.
“Nunca se pensó que por sus características fisiológicas, de clima y suelo, el maní fuera a avanzar hacia el este, pero fue avanzando sin parar; incluso superó la ‘barrera psicológica’ de las ruta 33 y la 188”, explicó a la agencia Télam Martín Videla Dorna, del Colegio de Ingenieros Agrónomos y Forestales de la provincia de Buenos Aires (Ciafba).
Según Videla Dorna, “la provincia de Buenos Aires pasó a ser otra provincia manisera, con miles de hectáreas, y ya hay lotes a la altura de Vedia, Lincoln, en suelos que según los viejos manuales, son demasiados pesados que dificultarían la cosecha, gracias a la aparición de nuevas variedades de ciclo corto que permitieron evitar las lluvias de otoño”.
“Ya hay maní en 9 de Julio, Vedia y Dorrego, toda la zona arenosa o potencialmente arenosa es potencialmente utilizable”, agregó Héctor Carta, director de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) General Villegas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Por este tema, Bichos de Campo entrevistó a Carta hace algunos meses:
Ahora, en diálogo con Télam, Carta insistió que “como normalmente se siembra en suelo arenoso y si la cosecha es tardía hay problemas de voladuras de campos”; por lo que es necesario un “manejo agronómico adecuado del cultivo para no degradar el suelo”.
En ese sentido explicó que si la cosecha de maní (que tiene primero una etapa de arrancado y luego una de recolección de los frutos) se demora a la época con mayores vientos, puede originar importantes voladuras de campos porque, para cosecharlo, se debe hacer una remoción de los primeros centímetros de suelo, que queda expuesto a la acción erosiva.
“Por suerte el cultivo avanzó y hay materiales variedades de cosecha temprana, lo cual permite una vez levantado el maní sembrar un cultivo que proteja el suelo, de cobertura o trigo, porque se protege el suelo y se evitan las voladuras”, indicó Carta.
Para Videla Dorna, el cultivo de maní se puede hacer “respetando algunas normas básicas, cuidar el suelo después de la cosecha con cultivos de cobertura o hacer rotaciones que vayan a trigo o cebada, cultivos de invierno, para que no queden descubiertos en las épocas de viento”.
Por esta razón, La Pampa y San Luis legislaron para que los productores de maní, que en gran proporción son empresas integradas con la industria, lo siembren en franjas con un cereal como puede ser maíz o sorgo a fin de proteger de la erosión eólica.
“La provincia de Buenos Aires está por reglamentar el cultivo; si hubiera una ley que condene como delito la erosión del suelo por error humano, como en La Pampa; el suelo es un bien colectivo y hay que protegerlo”, señaló Videla Dorna.
Para el director de la EEA Gral. Villegas, en tanto, “la idea es que el maní llegue y se quede pero haciendo las cosas bien, sin perjudicar el recurso suelo que es muy importante; el cultivo está y la expansión va a ser explosiva”.
“El cultivo es un muy buen cultivo para el país porque necesita una industrialización, agrega valor; es un cultivo que funciona en la rotación de la Pampa Húmeda, tomando las medidas que correspondan para que no sea un problema”, completó Videla Dorna.