La Bolsa de Cereales de Córdoba (BCCBA) elaboró un informe para analizar las condiciones del ciclo agrícola estival 2024/25, que inició con grandes incertidumbres en materia de clima, precios de los granos, márgenes de rentabilidad y el fantasma de la chicharrita, que provocó una retracción del área maicera que se trasladó especialmente a la soja.
La sumatoria de los cultivos de verano se mantuvo en la provincia dentro del promedio de las últimas campañas, en torno a las 7,6 millones de hectáreas sembradas. Sin embargo, la soja temprana, el maíz tardío, el sorgo y el maní todavía se encuentran atravesando el período crítico para definir sus rendimientos. El único que salió airoso es el girasol.
“Maíz y sorgo exhiben en sus rindes la mayor capacidad adaptativa, típica de gramíneas C4 con mayor eficiencia fotosintética y eficiencia en el uso de agua en diferencia a soja y maní. En una campaña con indiscutibles limitantes ambientales, el primer cálculo de cosecha estival arroja una suma de 30,4 millones de toneladas”, señalaron desde esa institución.
Sin embargo, en busca de llevar algo de tranquilidad, aclararon: “Claro está, falta mucho aún para ver a las cosechadoras en acción. Es imperioso continuar monitoreando cultivos y actualizando estimaciones”.
En concreto, se estima una producción de 15.515.800 toneladas de maíz, 13.343.800 toneladas de soja, 741.800 toneladas de maní, 485.100 toneladas de sorgo y 274.200 toneladas de girasol.
El maíz, el sorgo y el girasol superarían los rendimientos obtenidos en la campaña anterior, en un 14%, 10% y 7% respectivamente; mientras que la soja y el maní caerían en un 8% y 6% respectivamente.
La BCCBA justificó estos cambios, en parte, con los cambios en las fechas de siembra temprana. Según indicó, “el maíz temprano casi se duplicó, pasando de 17% a 32%, mientras que en soja el pasaje interanual a fechas de siembras tempranas fue de 31 a 40%”.
Y si bien la ventana de siembra cerró cerca del 15 de enero, al igual que en años anteriores, enero transcurrió con altas temperaturas y precipitaciones entre escasas y dispersas (algo que se repitió en la primera quincena febrero), lo que impactaron en la condición de toda la vegetación de Córdoba, empeorando mes a mes desde diciembre la proporción de cultivos en estados regulares y malos.
De acuerdo con imágenes satelitales, se analizó que hay presencia de anomalías negativas y muy negativas en el 35% de la superficie provincial analizada, que pueden explicarse “por la frecuencia y volumen de precipitaciones intercaladas con las tres olas de calor registradas el 16 de enero, el 03 y el 10 de febrero”.
¡Al fin! Aparecieron pronósticos de lluvias abundantes para zonas productivas necesitadas de agua
Desde la Bolsa, explicaron: “Un escenario ideal tendría volúmenes y frecuencias uniformes de entre 20-40 mm de precipitaciones cada 5-8 días. En lugar de ello, la frecuencia de días con lluvias mayores a 5 milímetros mostró alta variabilidad territorial, donde la frecuencia menor es de 1 día y la mayor es de 9 días con precipitaciones mayores a 5 mm computados en 40 días. Lo dicho se traduce en períodos y zonas con déficit hídrico”.
A las escasas lluvias se sumó también el agravante de altas temperaturas generalizadas, principalmente con las olas de calor del 16 de enero, y el 3 y 10 de febrero. Si se sumarán las horas con temperaturas mayores a 35°C, que suponen estrés para los cultivos en general, se observaría que las zonas más afectadas son las del noroeste con más de 145 horas. Esto equivale a 6 días de estrés térmico dentro los 40 días analizados.
“La cosecha, prevista recién para fines de marzo, debe transitar un tiempo en el que pueden seguir manifestándose condiciones limitantes tal el pronóstico trimestral del SMN que indica a la fecha volúmenes de precipitaciones típicos y temperaturas superiores a lo normal para febrero- marzo y abril”, concluyeron desde la BCCBA.