No existe consenso en los principales centros climatológicos internacionales con respecto a la evolución del fenómeno ENSO y eso genera una gran incertidumbre en plena definción de los diseños agronómicos de la campaña gruesa 2024/25.
“No sabemos aún si La Niña se va a instalar”, indicó José Luis Stella, climatólogo del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), para luego recordar que la fase vigente es la Neutra.
“Los modelos estadísticos se inclinan por el mantenimiento de la fase Neutral, pero los dinámicos proyectan el advenimiento de una Niña débil, aunque con discrepancias. Las previsiones están en el borde de ambos escenarios”, añadió durante una presentación realizada este miércoles en el evento en formato virtual Economía Online de CREA.
El fenómeno Niño-Oscilación del Sur (ENSO por sus siglas en inglés), que comprende la variación de parámetros meteorológicos del Océano Pacífico ecuatorial, influye de manera determinante en los regímenes de precipitaciones de diferentes regiones del mundo.
“No podemos estar seguros hasta el momento de que se vaya a presentar una Niña, pero sí estamos seguros de que, en caso de presentarse de manera tardía, la misma será débil”, explicó el especialista.
La mala noticia es que en la mayor parte de las regiones productivas argentinas los registros históricos muestran que una Niña débil está asociada a menores registros de precipitaciones respecto de Niñas moderadas o fuertes.
“Si se presenta una Niña débil en el verano, puede llegar a registrarse un mayor déficit de lluvias respecto de una Niña moderada o fuerte. El mejor escenario que podríamos tener es seguir con una fase neutral durante el período estival”, indicó Stella.
Frente a un panorama más complejo, José “Beto” Micheloud, integrante del área de Investigación y Desarrollo de CREA, recomendó emplear el conocimiento disponible en la red CREA para diseñar planteos flexibles y dinámicos.
A través de herramientas como DAT CREA o el “Proyecto Brechas”, además de distintas iniciativas emprendidas a nivel regional, es factible gestionar el riesgo presente en la campaña 2024/25 por medio de la medición del agua presente en el perfil del suelo, la elección de diferentes grupos de madurez y fechas de siembra, además de la optimización de las fertilizaciones, para lo cual se dispone del modelo “Maicero”.
La buena noticia es que –según muestran los datos de manera robusta– los sistemas intensivos con un elevado componente de gramíneas suelen estar mejor preparados para hacer frente a campañas secas respecto de aquellos menos intensivos. La sostenibilidad, en definitiva, es uno de los mejores blindajes contra el riesgo climático.
“En años como los que estamos atravesando no hay recetas, pero aquellos que cuentan con información tienen una gran ventaja para administrar el riesgo y reducir la incertidumbre al momento de tomar decisiones”, resumió Micheloud.