Esta tarde, en base a las cifras del INDEC, el gobierno de Javier Milei espera tener una anhelada buena noticia y confirmar una reducción de los niveles de pobreza e indigencia. Mucho más modesto pero igualmente gratificantes para las huestes libertarias es el dato que difundió este mediodía la Fundación FADA, que desde hace años mide la presión fiscal efectiva sobre una hectárea agrícola. De ese trabajo resultó que ese indicador bajó, aún por debajo de los niveles que tenía en el último tramo del gobierno de Alberto Fernández.
Ahora, de esa medición surge que “el Estado se queda con 58 pesos de cada 100 pesos de la renta agrícola”, cuando al cierre de 2023 la presión fiscal había llegado a 59 pesos y en diciembre pasado (en la última medición) había escalado a más de 64 pesos cada 100. De nuevo le V invertida, como en el caso de la pobreza. Un indicador que sube en el primer tramo de la gestión de Milei y luego vuelve a caer.
Fada, una fundación formada y financiada por productores agropecuarios del sur de Córdoba, de todos modos se ocupó de aclarar que “el peso de los impuestos sigue siendo alto”, porque se llevan nada menos que “el 58% de la renta agrícola”.
¿Pero qué sucedió que en esta medición de marzo ese indicador de la presión fiscal sobre una hectárea agrícola (tomando cinco provincias y cuatro cultivos en el promedio) bajó respecto de diciembre pasado. Para los analistas de la Fundación Fada se empezó a sentir el efecto de la baja temporal de las retenciones a la exportación, que retrocedió las alícuotas en soja del 33 al 26% y en los cereales de 12 a 9,5%, aunque solamente hasta el 30 de junio próximo, según los anuncios hechos por el Ministerio de Economía.
“La nueva medición del Índice Fada muestra que la participación del Estado en la renta agrícola es del 58%. El peso de los impuestos bajó 6,3 puntos en relación a la última medición que había dado 64,3%. Para graficarlo, de cada 100 pesos, 58 se van en impuestos, hace unos meses se iban 64”, se prsentó este informe.
Luego, de inmediato, la responsable de esta medición, la economista Nicolle Pisani Claro, explicó: “Aunque la carga impositiva bajó levemente desde la última medición aún sigue siendo alta, más de la mitad se lo queda el Estado . Si esa mochila fuera más liviana ayudaría a que haya más inversiones, más producción, más trabajo y más consumo en general”.
Para Pisani Claro, está clarísimo como el agua que “la disminución se vincula con el impacto de la baja temporal de las Retenciones o Derechos de Exportación (DEX) sobre los cultivos, combinado con una leve mejora en los precios de los granos”.
“Por eso una de las preguntas es ¿qué pasaría si la medida temporal fuera el puntapié hacia la eliminación total? Podría traer más beneficios”, destacó la economista cordobesa. En el sector, es un secreto a voces que se está tratando de convencer a las autoridades económicas de mantener la baja de retenciones más allá de la mitad de año, pero el equipo de Luis Caputo no dice nada al respecto porque quiere que los productores adelantes sus ventas, y al mismo tiempo por la preocupación visible que le provocan las actuales tensiones cambiarias.
Antonella Semadeni, otra economista de Fada, de todos modos repitió: “Esta baja beneficiaría a todos, porque ante menos impuestos, se generan más inversiones, lo que trae más producción, más empleo y todos podemos consumir más. Podemos verlo en una rueda en la que estamos todos, con menos impuestos se va destrabando esa rueda y se moviliza toda la economía”.