Héctor Medina es un ingeniero agrónomo de 29 años que en la facultad nunca estudió sobre la plaga agrícola más antigua del país, pues todos pensaban que la langosta había sido controlada. Pero el insecto regresó y el joven profesional tuvo que aprender a las apuradas y en el terreno de acción.
Medina es actualmente el coordinador del Programa Nacional de Acrídidos del Senasa, y desde hace meses recorre las provincias del norte en un combate cuerpo a cuerpo contra las mangas que afectan unas 9 millones de hectáreas y cuyo control no será sencillo. Para el funcionario, en rigor, la lucha contra la langosta durará por lo menos hasta 2019.
Medina vino a Bichos de Campo y no dudó en calificar la situación como “muy complicada”:
El técnico del Senasa recordó que “la lucha contra la langosta arrancó en 1890, cuando el Estado intervino fuertemente en la problemática. De hecho esta plaga fue la que dio origen a la sanidad vegetal en Argentina; por eso decimos que antes de que naciera el Senasa, existió un programa de lucha contra la langosta”.
Todos creían que estaba bajo control, pero no. Hubo una primera explosión demográfica en julio de 2015 en Santiago del Estero. “El Senasa trabajó fuerte en la provincia, involucrándose también el sector privado con los productores”. Fue un primer aviso.
El 24 de junio de este año volvieron los focos de langosta con mangas provenientes de Bolivia y paraguay. Colaboraron “los inviernos benignos en el norte del país, los cuales se caracterizaron por presentar temperaturas muy altas, que hicieron que la langostas se presentaran antes de tiempo. Las mangas se posaron sobre el sudoeste chaqueño, Santiago del Estero y Santa Fe, y ahora tomaron más virulencia en Jujuy y Salta, llegando a afectar unas 9 millones de hectáreas en 10 provincias”, señaló Medina.
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Ahora, con la emergencia instalada, Medina comentó que “hay un convenio firmado por Argentina, Paraguay y Bolivia, con organismos sanitarios de esos países, para establecer un protocolo común de lucha contra esa plaga. Y además se dictó la emergencia fitosanitaria, hasta el día 31 de agosto del año 2019, la cual cuenta con alcance en todo el territorio nacional. Se trata de un problema regional, ya que las langostas entraron desde Bolivia y Paraguay. Por eso decimos que esta plaga no conoce de límites ni tiene pasaporte. Hasta ese año pienso que seguiremos dando frente de batalla a las langostas en Argentina”.
Medina explicó una reciente resolución que ordenó a los productores ser co-protagonistas de esta pelea, al asignarle la responsabilidad de las fumigaciones que haya que hacer en cada uno de los campos. “Un decreto de 1964 enfatiza en la responsabilidad primaria del productor sobre su establecimiento, más allá de que estamos haciendo convenios provinciales y juntando recursos de Nación y provincia para ofrecerles recursos y tareas de control”, explicó el técnico del Senasa.
“Estamos haciendo un protocolo general del monitoreo, dándoles a los productores, recomendaciones comunes para que se actúe de forma racional, porque tengamos en cuenta que hay un impacto en el ambiente cuando se hacen controles”, añadió.