Lo que para muchos pudiera parecer una utopía, en la Fundación ProYungas, lograron hacerlo realidad: ellos están pudiendo demostrar que la producción a gran escala puede convivir con el cuidado del medio ambiente, sin la necesidad que uno arrase con el otro. El resultado de esta búsqueda es la Red de Paisajes Productivos Protegidos (PPP), que involucra a decenas de empresas argentinas y de toda la región, que han renunciado a incrementar las hectáreas de cultivo y han modificado sus formas de manejo para conservar el monte y la fauna que en ellos habita.
El proyecto que nació en el año 2009, primero con la adhesión del ingenio jujeño Ledesma (cohabitante de las Yungas en Calilegua), ya se extiende a países como Paraguay ,Chile y Bolivia, donde más de 30 empresas forman parte de esta Red que tiene como objetivo generar un modelo de gestión del territorio que permite integrar la producción con la conservación de la biodiversidad y con los servicios ecosistémicos asociados en un contexto de promoción social.
Actualmente ProYungas contabiliza 3 millones de hectáreas dentro de estos espacios delimitados, que incluyen tanto áreas productivas como silvestres, en plena convivencia con la ganadería, la producción citrícola, la actividad forestal, la vitivinicultura y otras producciones. Inclusive hay ejemplos de una actividad tan invasivas como la minería.
“Este programa tiene dos líneas importantes conceptuales. La primera es que tenemos que tratar de pensar caminos para integrar la producción con la conservación, que sean compatibles, que no sean cosas opuestas. Por otro lado, nosotros consideramos que además la producción es un gran aliado de la conservación. Esa es un poco la filosofía del proyecto”, dijo a Bichos de Campo Rodrigo Ordoñez, coordinador de la Fundación Proyungas.
Mirá la entrevista completa:
En este sentido, el también profesor de Biología está convencido de que está cambiando la forma en que suelen relacionarse las grandes empresas con el medio ambiente.
“Creo que hay un cambio conceptual en la visión de quienes producen. Antes quizás todos estos ambientes eran como el remanente, como la parte no productiva. Hoy por hoy, yo creo que lo están viendo como una parte que produce otras cosas. Por ejemplo , servicios ambientales como captura de carbono, agua y nutrientes para el suelo, que en definitiva estabilizan el sistema. Y ese cambio de mirada es importante, porque ese remanente o esa parte improductiva, está no solamente agregando valor a mi producción, sino que en sí misma tiene un valor diferencial”, especificó Ordoñez.
Partiendo de este razonamiento, Rodrigo se atreve a asegurar que ya no prima entre los productores el concepto de desmantelar el monte para ganar en áreas productivas.
“Esto de ser aliados va más allá de tener una forma de producir o un manejo productivo que sea compatible, que no genere un impacto grande. Sino que muchas veces estas empresas o pequeños productores que conviven con ambientes silvestres con una simple acción de controlar también están evitando impactos inducidos, como puede ser el tráfico de fauna o la extracción ilegal de leña”, especificó Ordoñez, que desde ProYungas hoy continúa una derrotero a favor de la conservación, ya que trabajó también mucho tiempo como guardaparques.
En Tucumán, Bichos de Campo recorrió algunas de las fincas donde se hacen estos ensayos de buena convivencia. Allí son 8 las empresas que han avanzado en esto de convertirse en aliados de la conservación. Particularmente han apostado a la propuesta de PPP los emporios citrícolas (Citrusvil, Citromax, Argenti Lemon, San Miguel y Vicente Trápani), sumando en conjunto alrededor de 54.336 hectáreas de paisaje protegido. Actualmente esta industria se distribuya en un 59% de superficie silvestre y solo 41% de la superficie total ocupa el área productiva.
De allí surgen imágenes como estas, captadas por cámaras ubicadas en las zonas protegidas:
-¿Y cómo se diseña un PPP? – le preguntamos a Rodrigo.
-Primero se trata de tener una mirada integral, de decir tengo sistemas productivos pero también tengo sistemas silvestres. Y en esto de ver cómo los vinculo armónicamente, es fundamental el monitoreo que consiste básicamente en estudiar lo que tenés alrededor de un sistema productivo y ver si las acciones que se están haciendo en ese sistema productivo están generando un impacto. Por ejemplo, si yo uso un químicos en mi sistema productivo porque lo necesito, lo que tenemos que ver si ese uso de esos químicos están generando un impacto y tomar algunas variables. Es decir, voy a estudiar el agua para ver si de alguna manera ese químico está afectando polinizadores, por citar un ejemplo.
En el caso del limón, como producto estrella en Tucumán, el ambientalista contó. “El limón tiene un fuerte vínculo con el servicio de polinización dentro del sistema. Entonces hay que ver si el uso de agroquímicos está impactando sobre esas poblaciones de polinizadores. Si determinas que hay un impacto, tenés que empezar a rever tu sistema de manejo, la época, la cantidad y el tipo de químico”, precisó.
Sobre la versatilidad del monitoreo continuó diciendo Ordoñez. “En ese monitoreo, hay muchas variables a medir. Y esa información que estamos generando de alguna manera debe incidir en le manejo el sistema productivo. De eso se trata la integración”, remarcó.
-¿Y para vos da resultado este proyecto o es simplemente una impostura que acatan las empresas para decir que cumplen con el cuidado del medio ambiente?
–Hay de todo. Pero creo que las empresas que hoy están en PPP -sobre todo las que tienen varios años-, han logrado apropiarse sanamente del concepto. En su momento pudieron haber iniciado por una cuestión de mercado y la presión social, pero creo que ya hay un convencimiento. Creo que ya han internalizado ese concepto, porque además se está pensando no solamente en nosotros sino en las generaciones futuras, cosa que es un salto importante.
En este aspecto Ordoñez dice que basta con mirar el monte para asegurar que se ha ganado en conciencia, más allá del negocio que pueda o no representar para las empresas reconciliarse con el medio ambiente. Por eso cree que en esta relación se ha dado “un cambio de ambas partes”.
“Yo creo que el sector ambiental también ha cambiado la mirada y ha entendido que no se trata de confrontar, sino de acompañar en los cambios, de hacer docencia, de educar, de demostrar con información válida”, indicó.
“Históricamente esto era una pulseada y la pulseada la gana el más fuerte. Generalmente el sector ambiental no era el más fuerte. Ahora eso se ha superado y ya no es una pulseada, sino que trabajemos juntos en esto y estamos demostrando que es posible”, terminó el directivo de ProYungas.