Por segundo mes consecutivo bajaron los precios de la canasta de cortes vacunos populares, según el registro realizado por el Indec en la ciudad de Buenos Aires (Capital Federal + Conurbano), algo que, para el gobierno de Alberto Fernández, representa una buena noticia, dado que la implementación del cepo exportador cárnico se implementó con ese propósito.
Gracias al “planchazo” de precios aplicado a la carne vacuna, el rubro de alimentos y bebidas no alcohólicas en la ciudad de Buenos Aires ajustó en agosto respecto del mes anterior apenas un 1,4%, lo que logró contrarrestar crecimientos sustanciales en salud (+4,7%), educación (+4,4%), prendas de vestir y calzado (+3,9%), recreación y cultura (+3,8%) y equipamiento y mantenimiento del hogar (+3,0%).
Si bien muchos rubros están intervenidos por regulaciones formales o tácitas del gobierno nacional, la acelerada depreciación del peso argentino, producto de la emisión descontrolada, hace inviable mantener operaciones sin ajustes de valores.
En lo que respecta a la ganadería, como los ciclos biológicos de la actividad son bastante lentos, tardará varios meses en sentirse el impacto del cepo cárnico en función del proceso de desinversión que se registra en el sector.
Para los funcionarios que integran el gobierno nacional, los números del Indec son la confirmación de que el cepo cárnico es efectivo para reducir los precios internos de la carne vacuna, con lo cual no tienen ninguna intención de revertir la medida, más allá de costo en empleos y divisas que eso representa.
La coalición gobernante, el Frente para la Victoria, acaba de sufrir una derrota aplastante en las elecciones primarias abiertas realizadas el fin de semana y, lejos de aminorar políticas intervencionistas, planean justamente reforzarlas para intentar captar votos en los estratos sociales más desfavorecidos con el propósito de revertir el resultado en las elecciones legislativas de noviembre próximo.