El presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, inauguró hoy oficialmente la zafra de caña de azúcar al encender el fuego de la quema del cultivo, una práctica tradicional que, sin embargo, está intentando ser erradicada en muchas regiones por los efectos perniciosos que genera.
La combustión de material vegetal contamina la atmósfera, puede causar problemas en la salud en la población por el humo y la dispersión de hollín y favorece pérdidas de carbono y nitrógeno del suelo. Por eso, la foto oficial del presidente uruguayo junto a un cañaveral incendiado no es el mejor de los ejemplos en términos de comunicación de buenas prácticas agropecuarias.
Ante la proliferación de múltiples focos de incendio en la provincia argentina de Tucumán, en mayo de 2010 las autoridades de la Agencia de Extensión Rural Banda del Río Salí, dependiente del INTA Famaillá, convocaron a diversos actores e instituciones del departamento tucumano de Cruz Alta para evaluar una estrategia orientada la erradicación gradual de la quema de caña en función de la legislación vigente.
Así fue como se reunieron autoridades ambientales del Estado provincial, de la policía local, hospitales y de escuelas, además de productores agropecuarios y técnicos del INTA y la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC) para conformar una organización interinstitucional y multidisciplinaria: la Mesa de Gestión Ambiental de Cruz Alta (MGA).
Durante los tres primeros años, la MGA elaboró un programa voluntario de erradicación progresiva de la quema de caña de azúcar en el departamento a modo de prueba piloto. Estaba diseñado para productores cañeros de hasta 50 hectáreas, dado que el decreto provincial 795/3 (2005), que prohíbe la práctica de quema de la caña de azúcar en el marco de un plan de reducción gradual que contempla un plazo total de veinte años, especificaba que debería implementarse un régimen especial para minifundistas de hasta 50 hectáreas. Pero no pudo implementarse porque no consiguió la aprobación de las autoridades del gobierno provincial.
Sin embargo, después de varios años de trabajo en el territorio, se observó una reducción de la quema de caña en pie y una importante mejora de las prácticas culturales por parte de los productores del sector este de la provincia de Tucumán. También se detectó una mayor inversión en los establecimientos más grandes en lo que respecta a la puesta en funcionamiento de mecanismos para evitar incendios.
A partir del año 2013, los integrantes de la MGA comenzaron a trabajar en el diseño de una propuesta de certificación de producción de caña de azúcar sin uso de fuego con el propósito de incorporar Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) a la actividad, la cual contó con validación LocalG.A.P (un programa regional de la compañía GlobalG.A.P). Tucumán se convirtió así en el primer lugar del mundo que posee un protocolo internacional de gestión ambiental en caña de azúcar.