La tecnología Bt de protección contra plagas permite producir de manera sostenible, pero requiere ser cuidada por medio del establecimiento de “refugios” que ocupen al menos un 10% del área sembrada con maíz.
El propósito del “refugio”, integrado por plantas no-Bt, es precisamente generar adultos susceptibles que se puedan cruzar con los resistentes eventualmente presentes en el lote de maíz Bt, de manera tal que no se produzca el “quiebre” de la tecnología. Si bien se trata de una práctica agronómica que puede llegar a generar algunas dificultades operativas, la alternativa de no hacerlo y que las plagas se hagan resistentes a las proteínas Bt, representaría regresar a los problemáticos manejos realizados veinticinco años atrás. Y nadie quiere eso.
En ese marco, desde el año 2018 CREA y la Asociación Semilleros Argentinos (ASA) llevan adelante el Proyecto Plagas con el propósito de analizar el uso de buenas prácticas orientadas a la preservación de las tecnologías Bt en maíz, soja y algodón.
En 2020/21 el Proyecto Plagas evaluó el potencial productivo del “refugio” del cultivo de maíz tardío en 18 sitios de ocho regiones agrícolas CREA en base a la recomendación realizada por IRAC Argentina, capítulo local de Insecticide Resistance Action Committee, que propone realizar, al superar un umbral de daño del 20% de las plantas, hasta dos aplicaciones antes de la etapa vegetativa intermedia (V8) para luego interrumpirlas en el resto del ciclo productivo del cultivo, de manera tal de asegurar la prevalencia de individuos susceptibles.
“La recomendación de IRAC es general y, como tal, no contempla las particularidades presentes en cada región productiva”, explica Lucas Cazado, coordinador del Proyecto Plagas. “Por eso mismo, uno de los desafíos del proyecto es comenzar a definir estrategias de manejo de refugios en maíz en función de las características presentes en cada región, de manera tal de maximizar el potencial productivo del refugio sin comprometer la misión fundamental del mismo, que es preservar la tecnología Bt”, añade en un artículo publicado por la Revista CREA.
En la campaña 2020/21 el Proyecto Plagas contó con 26 monitoreadores que evaluaron 42 sitios de maíz tardío en 13 regiones CREA: NOA, Chaco Santiagueño, Córdoba Norte, Norte de Santa Fe y Santa Fe Centro (macro región norte) y Litoral Sur, Centro, Norte de Buenos Aires, Sur de Santa Fe, Oeste, Oeste Arenoso, Sudoeste y Mar y Sierras (macro región sur).
Las evaluaciones detectaron que en la mayor parte de las zonas agrícolas los eventos biotecnológicos funcionaron de manera adecuada para el manejo de Spodoptera frugiperda en etapas vegetativas del cultivo, aunque se detectaron fallas en algunos sectores del norte y centro de Santa Fe.
“Los eventos biotecnológicos vienen mostrando en general un control adecuado en la mayor parte de las regiones agrícolas, pero seguimos detectando algunas áreas puntuales en los cuales el evento es superado por la presión de la plaga y son los que nos ponen en alerta para lograr preservar la tecnología”, señaló el líder del Proyecto Plagas.
De todas maneras, vale aclarar que en 2020/21, si bien el 38% del área monitoreada contaba con híbridos que contenían el evento MIR 162 –presente en Viptera 3, Leptra y Power Core Ultra–, el cual ofrece una alternativa muy efectiva de control de Spodoptera frugiperda, el 62% restante tenía eventos que en las últimas campañas vienen mostrando fallas puntuales de control de esa plaga.
En lo que respecta al uso de principios activos empleados para el control de S. frugiperda, en la campaña 2020/21 el relevamiento mostró que las spinosinas y diamidas fueron los más empleados (con un 38% del área evaluada en ambos casos), seguidas por las piretrinas (21%).
En lo que respecta a Diatrea saccharalis, se detectó nuevamente en la campaña 2020/21 daños en etapas reproductivas del cultivo de maíz tardío en algunos refugios localizados en la zona central argentina, pero la efectividad de control de los materiales Bt resultó exitosa en toda las regiones en las cuales esa plaga representa un problema.
“Un gran logro del Proyecto Plagas es haber podido consensuar un protocolo unificado de monitoreo de plagas con una metodología que, además de ser sencilla, permite gestionar grandes volúmenes de datos con bastante rapidez en diferentes regiones productivas”, remarca Lucas.
El relevamiento sistemático de datos en campañas sucesivas, con distintas condiciones ambientales, es un aspecto clave para poder identificar en cada una de las regiones las mejores prácticas de manejo agronómicas que pueden emplearse para reducir la incidencia de plagas, con un enfoque integral, tanto en cultivos Bt como en el refugio.
“La red de monitoreadores del proyecto, además de realizar un seguimiento sistematizado de las principales plagas que afectan al maíz, es útil para detectar también, de manera temprana, presencia incipiente de nuevas plagas que puedan llegar a transformarse en un problema”, afirma.
El Proyecto Plagas CREA-ASA se inició en la campaña 2017/18 en lotes de maíz tardío para luego relevar cultivos de soja a partir de 2018/19. A partir de 2019/20 se comenzaron a evaluar también lotes de algodón en Norte de Santa Fe.