Ya lo hemos dicho aquí: en materia de política de retenciones, el gobierno de Alberto Fernández sufre de una esquizofrenia aguda que lo hace decir primero una cosa y luego otra. El gran problema de este Estado, socio bobo de los productores a los que les quita todos los años una tajada de su cosecha de granos, es que contagia sus nervios a todo el arco productivo, justo cuando éste debe comenzar a planificar una nueva siembra. Si las señales son malas, la apuesta por producir será menor. Y finalmente el Estado bobo recaudará menos.
Difícil explicarlo a funcionarios que parecen más ocupados en jugar cada uno su propio juego que a diseñar un camino común que pueda ser provechoso para todos. Es así que Paula Español, la secretaria de Comercio, debe hacer el papel de custodia de los precios y declaró el viernes que no le temblará el pulso a la hora de subir las retenciones a los productos del campo o incluso generar cupos de exportación, como en las peores épocas de Guillermo Moreno. En aquellos momentos, hay que recordarlo, la cosecha de trigo cayo a sus mínimos históricos y lo mismo sucedió con las exportaciones de carne. El Estado bobo recaudó finalmente mucho menos, pero de tan bobo que es nadie hizo las cuentas.
Pero el Estado bobo mostró también su otra cara, una más buena con el agro, como para enloquecer a todo el resto de quienes forman parte de esta historia común que se llama Argentina.
Acompañando al presidente Alberto Fernández en una serie de actividades en Rosario, y en declaraciones radiales recogidas por el medio local Rosario 3 el ministro de Agricultura, Luis Basterra, -que algo de conciencia conserva respecto de que en pocas semanas se inicia la siembra del trigo-, negó que puedan llegar a subir las retenciones, como había dicho Español, su compañera del gabinete económico.
Así las cosas, tras las declaraciones de la secretaria de Comercio Interior, quien afirmó que un aumento de las retenciones “forma parte del abanico de medidas y está en análisis”, el ministro Basterra negó que sea una medida que puede tomarse “en lo inmediato”.
“La disposición del Presidente ha sido de no modificar el esquema de retenciones que tiene el país y estamos buscando los acuerdos para que el esfuerzo sea compartido”, definió Basterra con firmeza. ¿Con firmeza? Bueno, más o menos.
Basterra recordó que la ley de Emergencia Económica vigente “nos autolimita a un incremento de hasta el 15% cuando hoy (las retenciones de los cereales) están en el 12%”. De todos modos, al mismo tiempo calculó que un eventual retoque de ese tributo a la exportación “no tiene en absoluto un impacto en la economía de los agricultores teniendo en cuenta la suba de los comodities”.
Es como decirles a los productores: “Tranquilos que solo podemos subir las retenciones un 3% y eso ni lo notarían”.
El ministro de Agricultura reconoció que “algunas áreas de gobierno (en referencia a Comercio Interior) pueden estar analizando” una suba de las retenciones, pero agregó que “las condiciones están dadas para que sostengamos los acuerdos, por ejemplo en girasol y cortes vacunos”. También recordó que “venimos bajando las retenciones en economía regionales”.
El funcionario, que entonces no terminó de descartar por completo que el Estado bobo haga uso de su opción de subir del 12% al 15% los derechos de exportación de trigo y maíz, reconoció que las retenciones son “una herramienta de desacople” entre los precios internacionales y los precios internos de los alimentos.
Pero agregó, esquizofrénico: “No es una medida inmediata, no la estamos considerando en lo inmediato”.