Un informe sin firma visible, pero difundido desde la Federación de la Industria Molinera (FAIM), alertó sobre un grave crecimiento de los niveles de evasión impositiva en la cadena que en 2024 molió 6,24 toneladas de trigo, para obtener 4,68 millones de toneladas de harina y 1,56 millones de afrecho. A partir de afirmar que hay 1 millón de toneladas de trigo que se vendieron “informalmente” el año pasado, el análisis estima una evasión total por 28.485 millones de pesos.
Además de instalar la idea de que existe un notable perjuicio al Estado (tanto nacional como provincial) debido a esta marginalidad, el documento apunta a instalar la idea de que hay empresas que operan legalmente que sufren de una intensa competencia desleal por parte de molinos que no hacen todo por derecha. La denuncia tiene sentido: quien paga impuestos como corresponde es mucho menos competitivo que quien no lo hace.
Como sea, la FAIM vuelve a instalar el tema de la evasión como prioritario de un sector que hace poco más de un año no hablaba del tema, debido a que hasta entonces funcionaba el escandaloso FETA o fideicomiso triguero, que subsidió con más de 50.000 millones de pesos a un pequeño grupo de molinos en detrimento de la mayoría. El 60% de esos recursos los recibió una sola empresa, Molinos Cañuelas, que así pudo mantener e incluso ganar posiciones de mercado en medio de una convocatoria de acreedores multimillonaria, que finalmente pudo resolver.
Esta hipocresía en torno a la evasión en la cadena de la harina (hablo de ella cuando me conviene, pero si cobro subsidios no me importa tanto), no invalida el hecho real de que los niveles de competencia desleal en el sector se han desmadrado mucho últimamente, y que provocan daño no solo al fisco sino a las empresas que compiten de modo leal.
Dicen los que conocen el sector que hoy el sector harinero, como nunca antes, presenta deficiencias e índices de informalidad inimaginables. Esto a pesar de que el gobierno nacional impuso desde 2018 los CEMT (Controladores Electrónicos de Moliendo de Trigo) en todas las plantas.
Primero, con la implementación de ese programa de control, los números de molienda registrada empezaron a crecer exponencialmente, al punto que las dos cámaras del sector -la mencionada FAIM y APYMINRA, que nuclea a las pymes- lo celebraban un poco porque ordenaba el mercado y otro poco porque esa mejora en los registros repercutía directamente en la recaudación, generando un importante aporte desde un sector siempre observado por el fisco.
En el entonces gobierno de Cambiemos, el equipo que venía a reemplazar al caduco Cuadalímetro se instaló en tiempo récord en el 100% de los molinos registrados en RUCA para comienzos de 2019. Después de casi un año de trabajo técnico con ambas cámaras, se terminó de consensuar la disposición que reglamentaría la Resolución 84/2018, que establecía la obligatoriedad de estos equipos.
Con el cambio de gobierno, en mayo del 2020, el ex ministro de Agricultura, Luis Basterra tuvo sobre su escritorio la disposición que reglamentaba la homologación de los equipos por parte del Estado. La norma determinaba un único modelo de acta de constatación y homologación, para verificar el estado de los CEMT, al tiempo que establecía los parámetros de invulnerabilidad de los equipos, los niveles de responsabilidad de los molinos y de las empresas proveedoras. que debían velar por el funcionamiento y transmisión de datos. También se establecía el marco sancionatorio para los distintos niveles de faltas cometidas por los operadores del rubro que pudieran atentar contra la inviolabilidad de cada controlador.
Pero en 2021 aquel gobierno decidió reemplazar en la ex ONCCA al respetado Marcelo Rossi por el ex interventor de Vicentino, el contador Luciano Zarich, quien además de controlar a los molinos se comenzó a ocupar de bloquear las exportaciones de carne vacuna. Para ese momento, la mencionada disposición seguía en el escritorio de Basterra a la espera de ser firmada y publicada en el Boletín Oficial.
En materia de política para los molinos, al asumir en la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario (DNNCA) el mencionado Zarich venía con la misión de custodiar el escandaloso FETA. Quizás haya considerado que controlar de manera más eficiente el sector molinero podía atentar contra la discrecionalidad de los pagos de compensaciones que salían de la Secretaría de Comercio, pero lo cierto es que tampoco prosperó la rglamentación de los CEMT.
Cuando asumió como Subsecretario de Mercados Agropecuarios, en 2022, con la gestión de Sergio Massa como ministro de Economía, Zarich terminó delegando las funciones de la DNCCA en Gerónimo Sarria. Como sea, tampoco en esa etapa política fue publicada la disposición reglamentaria de los CEMT. Era más que obvio a esa altura que dentro del propio gobierno que había impuesto los controladores había gente que no quería finalmente que funcionaran de modo eficiente.
Ahora bien, llega Javier Milei a la Presidencia y finalmente los Lugares de Zarich y Sarria fueron ocupados por Agustín Tejeda y Matias Canosa, respectivamente Aunque Sarria -que durmió la reglamentación de los controladores- permaneció como asesor del subsecretario Tejeda, una de las primeras cosas que anunció Canosa es que se pondrá nuevamente en funcionamiento el sistema de CEMT y que ése sería uno de los ejes principales de su gestión.
En este contexto, y ya sin el FETA entorpeciendo el panorama, el Estado retomó las conversaciones con el sector molinero y en ellas, obviamente, surgió que era imprescindible que se publicara la demorada norma que reglamentara el uso y homologación de los equipos, cajoneada durante casi siete años. La razón también era obvia: para que los datos que registra cada equipo en los molinos tuvieran sustento legal, y para ello resultaba indispensable que personal de la DNCCA los homologara previamente.
Hacía falta verificar que cada equipo midiera bien los niveles de molienda y fueran efectivamente inviolables.
Pero a más de un año de la llegada de las nuevas autoridades, con el FETA ya desarmado, no ha habido ni un solo avance en la reglamentación, homologación y control de los CEMT. Algunos equipos instalados en 2018 ni siquiera remiten datos a los servidores del ex Ministerio de Agricultura, mientras otros acusan permanentes cortes de suministro eléctrico que nadie verifica. En los molinos, las cámaras están de adorno, llenas de harina y no remiten imágenes al Centro de Cómputos de la DNCCA.
Además, tal como denunció Bichos de Campo, algunas empresas proveedoras de mantenimiento tienen de rehenes a los molinos, cobrándoles cánones mensuales por servicios que no prestan, y demorando las visitas de reparación para que los molinos queden expuestos a sanciones. Hay molinos con equipos colocados de adorno hace años. En 2019 invirtieron unos 25.000 dólares para instalarlos. Luego quedaron sepultados por la capa de ineficiencia, corrupción y calamidad del propio Estado.
Los resultados de esto son los esperables.
En la provincia de Buenos Aires hay por lo menos tres molinos operando sin matricula de RUCA, fuera de la resolución 2300 de la actual ARCA, y están abiertos y encendidos cuando no pueden recibir trigo ni pagarlo en blanco, ya que no pueden emitir Remito Electrónico Harinero. Es decir que se mueven en la marginalidad total. Trabajan por las noches, no tributan nada, emplean en negro y mueven sus mercaderías sin documentación de respaldo o con documentación adulterada.
Siempre según versiones que recorren toda la industria, Cuartel V en Moreno está a menos de una hora de la sede central de la DNCCA: es impensado que allí haya un molino operando sin matrícula hace más de dos años, con el CEMT instalado y todo. En Mechongué habría otro caso digno de investigar, y la DNCCA cuenta con personal especializado en Tandil y la costa atlántica como para hacerlo. En el parque industrial de Pergamino hay otra legendaria planta donde llegaron a atacar con palos a los inspectores oficiales hace más de diez años, cuando quisieron verificar los datos de la matrícula.
La hipocresía de las autoridades y de la propia industria molinera es apabullante.
Por otro lado, han proliferado marcas de harina que multiplican por más de 1000 a los usuarios de molienda registrados en el RUCA. Se han registrado en el último año, con el nuevo gobierno, decenas de denuncias de molinos que ceden sus instalaciones para hacerle harina a terceros a cambio de trigo, harina, afrechillo o dinero.
Sin contar con la debida matrícula, estos emprendedores llevan sus propias bolsas, que no cuentan con las registraciones sanitarias nacionales ni provinciales, muelen a la noche y despachan a la madrugada. Resultan imposibles de detectar en las fiscalizaciones, aunque basta con entrar a Facebook, Instagram o Mercado Libre para verificar que hay una gran cantidad de marcas de harina a la venta que no están declaradas por ninguna industria en los organismos oficiales.
En la calle se sabe que no es muy normal que el molino ceda la bolsa al usuario marginal, porque entonces el usuario marginal -con menor costo de producción- saldrá con un precio mejor a copar el mercado perjudicando al propio molino que produjo la harina.
Todo este trigo se compra en efectivo y se procesa en negro. Se esfuma. Este echo tiene una sola explicación: la estrepitosa caída en desgracia del CEMT, la vulnerabilidad de sus controles y alarmas, y las fallas permanentes en los sistemas de monitoreo. Finalmente, la complicidad de todos los funcionarios que han pasado por Agricultura sin mover un dedo para activar ese sistema.
Al punto tal es el desaguisado que hay molinos que a la ARCA por registro sistémico de movimientos y existencias de granos y por facturación, le declaran en la actualidad un nivel de actividad que no alcanzaría ni siquiera para pagar el consumo de energía eléctrica.
¿Esto afecta al Estado y nada más? No, los principales afectados son la mayoría de molinos que trabajan dentro de los márgenes de la cancha, que por el precio a que se vende la harina en el mercado marginal terminan siendo víctimas de toda esta desidia.
Volvemos al informe que presuntamente elaboró la FAIM. Se llama “La informalidad en la cadena productiva trigo farináceos” y la verdad que inquieta un poco encontrar una explicación precisa de por qué esa federación -que nuclea a las empresas más grandes- intenta ahora instalar un tema cuando ha callado durante tantos años. Este mismo medio ha denunciado el desmantelamiento de los CEMT mientras iba sucediendo, pero entonces nadie reaccionaba.
La informalidad en la cadena productiva trigo (6)
En busca de una explicación, lo primero que se podría presumir es que hay una decisión política en esa cámara de no ser cómplices ni apañar este tipo de prácticas, lo cual es elogiable.
El estudio afirma que “se tiene como supuesto que se comercializan informalmente 1 millón de toneladas de trigo con destino a la industria molinera y esta vende a su vez, sin declarar, harina y afrecho a las industrias que abastece”.
En resumidas cuentas, impacta de este trabajo que se reconozca abiertamente que la sexta parte del trigo que se procesa en el país (1 millón sobre 6 millones de toneladas) circule por el mercado negro.
Pero lo más grave de todo esto es ver como este crudo diagnóstico surge de la FAIM, mientras que el propio Estado sigue ausente de este debate y no hace sus propios cálculos, pese a contar con centenares de funcionarios especializados en ARCA y la Secretaría de Agricultura. Asombra e indigna que allí no puedan arribar a estas mismas conclusiones tan nefastas.
Hasta aquí, la inacción de la DNCCA y la flamante ARCA durante la actual gestión de gobierno solo condujo a una profundización de los problemas. La gestión libertaria solo ha añadido más capas de complicidad y desidia. Su principal rasgo, lejos de los cambios que prometía, ha sido el mantenimiento de funcionarios de probada incompetencia y con evidentes conflictos éticos para seguir en la función pública.
Por favor, hagan autocritica.
Los molinos pueden hacer lo q hacen, porque los productores deciden vender su trigo en negro para eludir el imp a las ganancias.
Sin productores evasores, no habrá ” paraíso ” para los molinos
Lo mismo sucede con el maiz q se les vende en negro a los polleros y con la soja q los contrabandistas pasan por Misiones