“El 2017 fue un año muy raro, donde tuvimos, por un lado, un primer semestre excepcional en producción y exportación de biodiésel, con una participación cercana al 20% en Estados Unidos, en donde todos los camiones en ese país transportaban el producto argentino hasta julio. Pero todo cambió en agosto, cuando pasamos de un 20% a 0% de participación debido a las famosas medidas contra la Argentina por dúmping. A fines de septiembre la baja de los derechos antidumping en Europa permitió morigerar la caída y vender unas 560.000 toneladas. Hoy llegamos a 1.700.000 toneladas vendidas, pero pudimos haber pasado las 2 millones de toneladas si hubiésemos logrado mantener el mercado norteamericano y recuperar el europeo”.
Este es el resumen que realizó en Bichos de Campo Gustavo Idígoras, ex agregado agrícola ante la Unión Europea (UE) y asesor de la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio) sobre un año intenso para la industria local del biodiésel.
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Ante la novedad de que a fin de año Estados Unidos oficializó el arancel del 72,3% para el biodiesel argentino, Idígoras evaluó que esa medida impactará en la capacidad ociosa de la industria.
En ese sentido, recordó que “Argentina tiene una capacidad instalada de 4,5 millones de toneladas, en un radio de instalación de 35 kilómetros en los puertos de Rosario, lo que equivale a la producción total de todo el territorio norteamericano. Eso que convierte al país en el principal complejo del mundo agroindustria es una vez más castigado por medidas para arancelarias”, se quejó.
Idígoras proyectó ahora un 2018 complejo. “El único mercado que nos queda es el europeo, y se trata de un mercado que tiene precios más bajos que Estados Unidos, y que además anunció la posibilidad de abrir investigaciones en contra de la Argentina por el tema de los subsidios. Por lo tanto la exportación puede sufrir consecuencias dramáticas, lo que implica que las grandes fábricas que operan en la costa del Paraná puedan entrar en una situación de crisis”, advirtió.
Según sus pronósticos, “durante el primer semestre del año no se prevé que llegue la crisis, pero es un año para estar atentos por los escenarios adversos que se puedan abrir para Argentina”, reflexionó el ex agregado agrícola ante la UE.
En otro orden, sobre la reciente suba del 8% en los derechos de exportación que se implementó desde el 1 de enero, Idígoras fue lapidario. “Fue una sorpresa para la industria del biodiesel, y tiene la finalidad de ingreso fiscal de parte del Gobierno para reducir así su déficit. Este producto tiene una alta competitividad y por ende tratarán de sacarle todo el provecho a eso”.
Y evaluó: “Si esta fuera la única medida que existiera, probablemente pueda ser absorbida en los costos de producción. El problema es que vender a Europa ya tiene una protección arancelaria importante del 6,5% de derechos de importación, más un 7% promedio de derecho antidumping residual que quedó, con lo cual, si le sumamos el 8% de suba reciente de derechos de exportación nos da un 22%, que es exactamente el mismo nivel de derecho antidumping que tenía Europa cuando cerró el mercado en 2013”.
“Lo curioso de esto es que el gobierno argentino termina defendiendo la industria europea. A veces las expectativas de ingresos fiscales son ensayos teóricos más que herramientas concretas de mejora fiscal. Hoy el beneficio directo es que el productor europeo, a partir del 1° de enero, vio mejorar su precio interno gracias al derecho de exportación de la Argentina. Por ende terminamos haciendo una transferencia de renta al productor europeo, más que un ingreso fiscal para nosotros”, evaluó Idígoras.
“Recordemos que nuestro reconocimiento internacional es ser el principal proveedor mundial de harinas proteicas, mientras que en todos los otros productos como el aceite somos excedentarios, lo que hace depreciar los precios afuera y por ende, también el de la soja en Argentina. El hecho de transformar el aceite en biodiesel ha sido la alternativa de industrialización, y nos permitió convertirnos en el primer exportador mundial de glicerina para industria química. Tenemos un futuro para seguir creciendo en nuevos subproductos, hasta llegar a los detergentes elaborados en base a soja. Para esto, es clave que el Gobierno también entienda este camino de industrialización del complejo sojero que tiene la Argentina”, explicó el asesor de Carbio.