Que la economía argentina está escasa de divisas no es ninguna novedad. Pero sí lo es el hecho de poder visualizar la magnitud del desastre cambiario provocado por una sequía devastadora combinada con heladas intensas.
En el primer cuatrimestre de 2023 el balance cambiario neto del sector “oleaginosos y cereales” generó apenas 4306 millones de dólares, una cifra 64% menor a la registrada en el mismo período de 2022, según datos oficiales (BCRA).
Semejante caída es fundamentalmente producto de un desastre climático inédito, que destruyó la mayor parte de las cosechas de granos finos y gruesos, junto con un ritmo de ventas de granos poco veloz ante un contexto de incertidumbre económica.
Recién en abril pasado, con la implementación del régimen del “dólar soja”, se reactivaron las ventas por parte de los productores para generar a nivel sectorial un ingreso neto de divisas de 2044 millones de dólares.
El balance cambiario neto del sector minero fue en enero-abril de este año de 1102 millones de dólares (+12% respecto del mismo período del año pasado), mientras que el del resto de las actividades agropecuarias fue de 778 millones (+11%) y el de la industria elaboradora de alimentos de 2487 millones (-0,8%).
Sin embargo, los aportes de divisas realizados por esos sectores no lograron cubrir ni por lejos el “agujero” dejado por el rubro de oleaginosos y cereales. El déficit cambiario neto del sector real de la economía argentina fue así en el primer cuatrimestre del año de 6463 millones de dólares.
En ese marco, los sectores “consumidores de divisas”, como es el caso del petrolero, automotriz, químico, textil, turismo, comercio y maquinaria, entre otros, deben arreglárselas con la escasa cantidad de dólares presentes en la economía, lo que implica ajustar su nivel de actividad.
La “foto” de lo que está ocurriendo en el primer tramo de 2023 es solamente un adelanto del durísimo año que deberá enfrentar la Argentina, dado que –suponiendo que se restablezcan las condiciones climáticas– la normalización del flujo de ingreso de divisas recién podría esperarse hacia comienzos del año que viene con la cosecha de granos finos.
En otras circunstancias, el déficit cambiario generado por un desastre climático podría ser compensado por fuentes alternativas, como inversiones financieras, préstamos genuinos, repatriación de capitales o inversiones extranjeras directas, entre otros. Pero en las condiciones actuales esas posibilidades están vedadas.