En nuestro país aproximadamente el 70% de la producción agrícola se hace bajo arrendamiento, usualmente en campos alquilados bajo diferentes formas o contratos de una, dos o tres campañas con eventual renovación. Así comienza un informe elaborado por Aapresid (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa), en donde se intentó responder a una pregunta crucial para el agro local: ¿Es posible cuidar el suelo en campos alquilados?
La respuesta no tarda en llegar, porque en el segundo párrafo, la entidad respondió que se hace muy difícil en las actuales circunstancias.
“Los contratos actuales, la ausencia de compensaciones, sumado a la inestabilidad de los mercados y las políticas de comercialización, hacen que los arrendatarios no tengan seguridad de poder aprovechar los beneficios ambientales y productivos de una inversión conservacionista de largo plazo”, definió Aapresid.
Y amplió: “Es muy común que en esos casos el productor priorice manejos de máxima producción a corto plazo por sobre prácticas sustentables en el tiempo, como un adecuado esquema de rotaciones, uso de cultivos de servicios, fertilizaciones, entre otros”.
La gacetilla de prensa relata que el espinoso y crítico asunto fue debatido en la última edición de la llamada Agenda Aapresid, un ciclo de entrevistas que desarrolla esta entidad tecnológica.
Allí recaló Fernando García, un consultor en nutrición de cultivos, que explicó que en los últimos 30 o 40 años en la Argentina se vio una caída alarmante en la fertilidad, con un 30 a 70% de pérdida de materia orgánica. Además, después de un proceso de fuerte agriculturización, muchas áreas evidencian un balance de nutrientes negativo, principalmente en Fósforo (el 60% del país estaría por debajo de los niveles críticos).
“Ante la ausencia de políticas de Estado que fomenten directa o indirectamente la reposición de la fertilidad perdida, el rédito económico pasa a ser el estímulo principal tanto para propietarios como arrendatarios a la hora de adoptar prácticas de manejo de nutrientes”, definió la organización.
García asegura que las fertilizaciones balanceadas mejoran en un 40-60% los niveles de producción, lo que se traduce en una mayor rentabilidad. En ese sentido, “el diagnóstico es fundamental para revisar los costos ocultos de los desbalances de nutrientes (que se van principalmente con los granos), y captar la rentabilidad a la inversión en los nutrientes que apliquemos”.
El consultor sostuvo que además de la fertilización química las propuestas productivas más verdes y diversas (con cultivos de cobertura, por ejemplo) favorecen a la salud del suelo y son la salida para una agricultura sustentable.
En línea con lo anterior, Diego Sánchez Granel (foto), que es socio de Aapresid e integrante de un pool de siembra que alquila más de 65.000 hectáreas, señaló: “Quedarnos sin tierra nos complicaría seguir existiendo, por eso es un compromiso y conveniencia cuidar los suelos de los campos más allá de la propiedad de los mismos”.
En este caso, el esquema de trabajo de esa empresa es tomar campos con acuerdos de arrendamientos de no menos de 7 años, lo cual le permite abordar el trabajo con una mirada conservacionista. Detalló que así el 60% de sus suelos tienen raíces vivas y actividad biológica todo el año, con todos los beneficios que eso conlleva.
La colisión entre sustentabilidad versus renta a corto plazo no debería ser, según este empresario, un problema, ya que ser sustentables estabiliza y baja el riesgo productivo al negocio. “El desafío del productor es darle la satisfacción del precio y seguridad al dueño de la tierra y tener el compromiso de producir sustentablemente”, indicó Sánchez Granel.
Mario Arbolave, histórico director de la revista especializada Márgenes Agropecuarios, comentó en la reunión de Aapresid que el panorama de alquileres de la próxima campaña viene marcado por un mercado alcista, dado por los muy buenos precios de los granos y precios a cosecha 2022. Repasó que existen innumerables formas de acuerdo, con cláusulas diversas, y pagando un valor fijo o variable para compartir riesgos de la producción.
Arbolave destacó que los acuerdos de arrendamiento más flexibles con tramos fijos y variables son una mejor solución, que además permite alinear los intereses del productor con los del arrendatario, le da continuidad al negocio y horizontes de mediano plazo. Pero aclaró el especialista que el 90% de los arrendamientos se hacen en quintales fijos.
Los contratos de arrendamiento continúan regulados por una ley de 1948, que, aunque tuvo modificaciones posteriores (en 1976 y 1980), necesita una actualización para -justamente- enmarcar acuerdos con una visión amplia y sistémica y con compromiso en el largo plazo con el ambiente y la alimentación.
Los especialistas consultados por Aapresid consideraron que se debe apuntar a “contratos más allá del año, incluyendo cláusulas claras sobre fertilización y rotaciones”. Los referentes indicaronn que el diálogo y el flujo de información entre propietario y productor es fundamental para llegar a un acuerdo que trascienda los intereses económicos y permita ampliar la mirada de trabajo.
De la charla quedó claro que “las políticas productivas y ambientales deberían acompañar con más incentivos y beneficios a las Buenas Prácticas Agrícolas, independientemente del régimen de tenencia de la tierra y escala de producción, para que ello no sea impedimento para lograr un compromiso de conservación”.
La pregunta inicial con la que Aapresid abrió el parte de prensa quedó claramente contestada. ¿Es posible cuidar el suelo en campos alquilados? Así como vamos, no.