Luego del éxito del “dólar soja” –con todos los efectos distorsivos generados por la medida–, la realidad económica volvió a imponerse y el equipo económico liderado por Sergio Massa seguramente implementará nuevas medidas orientadas a garantizar el “plan aguantar” (hasta las elecciones presidenciales de octubre de 2023).
Esta semana, sin los aportes de divisas impulsados por el “dólar soja”, el saldo comprador de divisas del Banco Central (BCRA) volvió a mostrar un balance negativo y las reservas internacionales nuevamente registraron caídas como era habitual hasta el pasado mes de agosto.
El dato preocupante es que el período comprendido agosto y diciembre es estacionalmente el de menor oferta de divisas del año. “Las perspectivas no son favorables: las proyecciones de ingreso de divisas de la campaña próxima continúan deteriorándose (particularmente continúan revisándose a la baja las proyecciones de la cosecha de trigo y cebada 2022/23) en un contexto donde los precios de los principales productos de exportación presentan riesgos bajistas”, alerta un informe de la consultora económica Invecq.
Otro frente urgente (aunque en menor magnitud) todavía no ha sido resuelto: la salida de divisas por la cuenta de servicios, que en los últimos seis meses asciende a más de 5600 millones de dólares para registrar el saldo acumulado semestral más alto desde junio 2018.
“Dos tercios de dicho desbalance se explica exclusivamente por el turismo y los pagos con tarjetas al exterior. Este es el próximo frente sobre el cual seguramente ponga la lupa el BCRA en el cortísimo plazo. Los rumores del ‘dólar Qatar’ están en ascenso”, anticipa el informe.
“Con el dólar soja el BCRA dio otra señal más de que priorizará la utilización de cualquier alternativa previo a convalidar un salto discreto del dólar oficial. Esta medida trajo aire en el cortísimo plazo, pero emergen dudas respecto de los meses venideros”, añade.
En principio, el gobierno reforzó el cepo importador al incorporar más de 4000 partidas arancelarias bajo el régimen de las Licencias No Automáticas (LNA), lo que implica una complicación más para acceder a productos importados. Eso implica que al menos el 30% del valor total importado anualmente por la Argentina se encuentra ahora bajo supervisión y necesita de un permiso por parte de la Secretaría de Comercio para poder ingresar al país.
“Si bien tradicionalmente estas medidas proteccionistas son apoyadas e incluso solicitadas por el sector industrial argentino, ha sido tan abarcativa la medida que desde la propia Unión Industria Argentina (UIA) se ha solicitado una revisión debido a que no solo pasaron a LNA partidas correspondientes a productos finales que compiten que los elaborados internamente, sino también bienes de capital e insumos que la industria necesita para funcionar”, señala el informe de Invecq.
“Por un lado, un control tan férreo del mercado de cambios puede encender nuevamente la presión sobre los paralelos, hacer crecer la brecha y acelerar algo más una tasa de inflación mensual que ya parece no poder bajar del 7% mensual. Por el otro, la propia falta de insumos y bienes intermedios afectará el normal funcionamiento de muchos procesos productivos. Ambos efectos impactan negativamente en la actividad económica agregada, tanto por el lado de la demanda como por el lado de la oferta”, proyecta.
La gestión de Massa parece preferir quedarse con una situación de alta inflación y tipo de cambio oficial momentáneamente controlado que avanzar en las correcciones fiscales, monetarias y cambiarias indispensables para intentar una estabilización duradera y sostenible.
“El problema sería que en algún momento se termine la aparente estabilidad en alta inflación y la recesión ocurra de todas maneras y más próximos a las elecciones 2023. Todo el accionar del equipo económico estará puesto en emparchar los frentes que sean necesarios para que la economía aguante”, concluye.