Feliz Navidad. Este año Papá Noel vino desde China. Y trajo regalitos para todas las naciones sudamericanas que viven de las exportaciones agroindustriales.
En el segundo semestre de este año el gobierno central chino comenzó a promover la compra de cantidades gigantescas –nunca antes vistas– de granos, harinas vegetales, aceites y proteínas cárnicas de diversos orígenes con el propósito de recomponer reservas internas de alimentos.
Ese fenómeno generó situaciones inéditas. Ejemplo uno: EE.UU. ya comprometió el 90% de su saldo exportable de soja 2020/21, lo que podría derivar en una situación de desabastecimiento del poroto antes del ingreso de la próxima cosecha en septiembre de 2021. Ejemplo dos: China se trasformó en el principal comprador de maíz, desplazando al comprador tradicional histórico (México) al segundo lugar. Ejemplo tres: en los primeros once meses de este año Chile generó más divisas con las exportaciones de carne porcina congelada que Argentina con las ventas externas de carne vacuna refrigerada. Ejemplo cuatro: el valor del sorgo supera con creces al del maíz.
Podríamos seguir con muchísimos ejemplos más. Pero este es el momento del artículo –antes de que nos dediquemos a celebrar la Navidad– en el cual tenemos que recordar que, gracias a la voraz demanda china, los precios de los principales commodities agrícolas volaron por el aire. Y con eso Argentina tuvo mucho más divisas de las inicialmente planificadas (y las seguirá teniendo si es que en algún momento se pueden volver a usar los puertos), los pesadísimos derechos de exportación se hicieron más soportables y el Estado nacional contó con una mayor recaudación tributaria.
Afortunadamente, como existen apenas dos grandes proveedores mundiales de soja –Mercosur y EE.UU.–, el gobierno chino sabe que no puede ni siquiera intentar poner un dedo en ese mercado sin el riesgo de generar un perjuicio que luego se le podría volver en contra. Pero diferente es el caso, por ejemplo, de la carne vacuna, producto que, al contar con proveedores entusiastas en todos los continentes, es víctima de la furia intervencionista china con métodos insólitos que parecen inspirados en una película “clase B”.
También es recomendable que, mientras brindamos, no olvidemos que, junto con las importaciones siderales de productos agroindustriales, el gobierno chino este año aplicó un programa nacional de racionamiento de alimentos –denominado “Platos Limpios”– que parece no tener lógica alguna, a menos que los líderes del Partido Comunista se estén preparando para una guerra o catástrofe de orden global.
Por todo eso, si al abrir los regalitos, te encontrás con un sobre que contiene un ticket que dice “vale por una suba de precios del (producto que vos quieras)”, que no te extrañe. Pero no dejes de leer la letra chica (en caracteres chinos). Porque podría haber sorpresa.