El Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) volvió a ajustar al alza el uso estimado de aceite de soja destinado a la elaboración de biodiésel en EE.UU. para seguir entonando a uno de los principales factores alcistas que están actuando en los precios de los productos del complejo sojero.
La nueva proyección –publicada esta semana– estima que en 2021/22 un 39,5% de la producción estadounidense de biodiésel será empleada para fabricar biodiésel versus 35,6% en 2020/21 y 34,4% en 2019/20.
Para 2022/23 el USDA prevé además que el consumo interno de aceite de soja en EE.UU. seguirá creciendo por encima de la capacidad interna de producción, lo que obligaría al país a recortar la oferta exportable estadounidense del producto.
Ese fenómeno es uno de los principales motivos que explican la creciente brecha de precios FOB entre el aceite de soja estadounidense versus el brasileño y el argentino.
En los últimos años EE.UU., a través de un mandato del gobierno nacional, viene incrementando la producción y consumo de biodiésel, que en su mayor parte se elabora con aceite de soja.
Si bien esa estrategia se diseñó años atrás con el propósito de cumplir con compromisos ambientales asumidos ante Naciones Unidas (“Acuerdo de París”), este año la misma se aceleró ante el nuevo escenario geopolítico planteado por el conflicto ruso-ucraniano (y probablemente chino-estadounidense próximamente).
Grandes compañías agroindustriales estadounidenses –a veces en asociación con corporaciones energéticas– vienen trabajando en los últimos años para crear un conglomerado de megafábricas de aceite de soja y biodiésel.
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