Esteban Bilbao y su hermano Agustín crearon en el año 2006 su propia empresa de monitoreo agrícola llamada Agroestudio Viento Sur. El nombre estuvo muy bien elegido, porque ellos trabajan desde la ventosa Necochea, en el sur de la provincia de Buenos Aires. Buscando siempre las últimas tecnologías disponibles y validándolas a campo, les ha ido bastante bien y ahora dirigen un equipo integrado por cinco ingenieros agrónomos, que además trabajan junto a Aacrea, Aapresid y Aappce.
Todo viento empieza con un soplo que paulatinamente va ganado fuerza. Así, despacito, empezaron los hermanos Bilbao a hacer docencia sobre el uso de los sistemas de pulverización selectiva, o dirigida, o precisa, que es una tecnología que permite aplicar la dosis de agroquímicos justa y necesaria para acabar con las malezas que compiten contra un determinado cultivo.
“Estamos teniendo ahorros de hasta el 74% acá en la zona. Eso significa que solo aplicamos en el 26% del lote. Es importantísimo tanto desde el punto de vista económico como ambiental”, aseguró Esteban Bilbao a Bichos de Campo. El soplido empezó a cobrar fuerza. El agrónomo está convencido de que está será la tecnología que permitirá reducir tanto el uso de agroquímicos que liquidará el creciente debate en torno a las aplicaciones en torno a escuelas y zonas pobladas, que muchas veces jaquea a los productores.
Mirá la entrevista completa con Esteban Bilbao:
Los sistemas que están hoy en el mercado para realizar las aplicaciones selectivas son dispositivos infrarrojos que detectan clorofila (WeedIt) o miden el “índice verde” (WeedSeeker). Frente a la detección de una maleza mediante cualquiera de esos dos modos, esos sensores aplican -abren el pico de la máquina- solo sobre donde se ubica cada maleza.
Casi no hay fallas, porque los sensores son colocados en cada pico desplegado en el botalón de la pulverizadora, aunque tambien pueden colocarse en una porción de este, según el grado de inversión que se quiera hacer inicialmente.
“Esas tecnologías son importadas. También existe una nacional en base a una cámara que se llama Eco Sniper, que todavía no está del todo desarrollada, pero que a futuro podría diferenciar la maleza del cultivo para poder entrar a aplicar luego de la siembra”, agregó Bilbao.
-Los beneficios son evidentes: a cualquier productor le gustaría reducir más del 70% lo que hasta en agroquímicos. ¿Pero es sencillo acceder a este tipo de tecnologías?
-Cuando arrancamos con Viento Sur esta tecnología no se justificaba por el costo de la misma; solo podía funcionar para el norte del país en grandes lotes. Pero con el paso de los años el costo por el control de las malezas se empezó a elevar cada vez más y hoy la tecnología ya se paga. Claro que depende de qué tipo de productor o contratista. Pero yendo a un caso concreto, una empresa que acá siembra 4 mil hectáreas, en un año y medio está pagando la tecnología. Y luego ya te queda el equipo para seguir ahorrando”, determinó Bilbao.
El especialista agregó que además del beneficio económico y ambiental, el control de las malezas resulta superior con esta tecnología que cuando se aplica el herbicida sobre el 100% del cultivo. “No esperamos a que el lote se enmalece mucho sino que salimos a controlar en el momento que es más efectivo”, destacó.
“Esta es la herramienta que tenemos los productores hoy para bajar el uso de químicos de un día para otro, algo que no logra ni un grupo ambiental en toda su vida”, resaltó Esteban.
Se cree que esta tecnología de sensores está presente hasta el momento en solo un 4% de los equipos pulverizadores del país, pero la tendencia crece a paso firma, a la par de otras innovaciones agronómicas para reducir el uso de estos insumos químicos. “Los cultivos de servicio tienen muchas cosas positivas también, pero es algo paulatino. Esto es repentino”, señaló Bilbao.
El agrónomo consideró que la adopción de este tipo de innovaciones debieran ser apalancadas por créditos desde la banca pública, debido a que implican un beneficio para todos, productores, medio ambiente y finalmente consumides.
“Es un golpe directo en el uso de químicos. Acá en nuestra zona, con el primer equipo trabajando sobre 6.800 hectáreas se redujo en un 75% el uso de glifosato”, concluyó.