En la campaña 2022/23 las importaciones de poroto de soja realizadas por la Argentina deberían ubicarse en al menos 10 millones de toneladas para mantener un nivel crítico de actividad y exportaciones agroindustriales.
Considerando un stock inicial de 3,97 millones de toneladas y una producción –estimada por la Bolsa de Comercio de Rosario– de 27,0 millones de toneladas para 2022/23, se requerirían 10 millones de toneladas provenientes de Paraguay, Brasil y, en menor medida, Uruguay y Bolivia, para garantizar una disponibilidad mínima de mercadería de casi 41 millones de toneladas versus una oferta total de 53,5 millones en 2021/22.
Asumiendo un consumo interno (semilla + expeller) de 4,80 millones de toneladas y exportaciones de poroto no superiores a las 2,0 millones, entonces quedarían para moler alrededor de 34 millones de toneladas, que representa lo mínimo indispensable para seguir abasteciendo a los clientes externos habituales de harina y aceite de soja.
En tal escenario, Argentina quedaría prácticamente sin reservas internas de soja al finalizar la campaña 2022/23, lo que implicaría que el país tendría que generar un “súper cosecha” de soja en 2024 para recomponer existencias.
Si bien en circunstancias normales sería el propio mercado el que regularía la situación del balance de oferta y demanda, en la Argentina la economía está completamente intervenida por el gobierno nacional a nivel comercial, cambiario y financiero.
En ese marco, el gobierno argentino debe habilitar divisas al tipo de cambio oficial para gestionar importaciones de soja de la naciones limítrofes, las cuales ingresan en el marco del régimen de admisión temporaria, que contempla la obligación de procesar el grano para luego exportarlo como harina o aceite de soja.
Como en la Argentina existe una fuerte restricción de divisas que hace meses viene complicando por demás la importación de muchos productos, insumos y piezas indispensables para el desarrollo de múltiples sectores de la economía, no está claro si las autoridades oficiales proveerán en tiempo y forma todas las divisas solicitadas a la industria aceitera para importar soja.
Tal incertidumbre, junto con el desastre climático que se está registrando en la Argentina, es uno de los factores que explica los elevados precios internacionales que está registrando la harina de soja.