Los árboles, ya sean de bosques nativos o implantados, son el mejor sumidero de los gases de efecto invernadero, que tanto incomodan a la humanidad provocando el cambio climático. Por eso en todo el mundo están proliferando los proyectos forestales que miden sus capturas de carbono y tratan de obtener un beneficio por ello. ¿En todo el mundo? No, es cierto. Hay lugares mucho más avanzados que otros. En la Argentina, como en casi todo, estamos en pañales.
“De los 11.800 proyectos registrados a nivel global, tan sólo 61 fueron en Argentina, lo cual representa el 0.5% del total”, sentencia lapidario un informe de la flamante Mesa de Carbono Forestal Nacional (MCFN), una entidad que agrupa a más de 40 empresas, instituciones y personas de la cadena de valor de los mercados de carbono forestal de Argentina, para tratar de revertir este atraso crónico: un país con un potencial forestal increíble que apenas ha dado sus primeros pasos.
En palabras más diplomáticas, según la MCFN, la escasez de proyectos locales “refleja que el marco político y normativo actual no estaría promoviendo e incentivando el desarrollo de proyectos de captura y reducción de emisiones a pesar de las grandes posibilidades que existen, y a pesar de las experiencias que ya se han desarrollado en el país”.
Recientemente esta Mesa difundió un informe que decía que en el país se estén evaluando, desarrollando y certificando proyectos forestales que involucran a 400.000 hectáreas. Dicho así parece mucho: Esta superficie equivale a casi 20 veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires (20.300 hectáreas). Pero en realidad no sería demasiado, pues esas 400 mil hectáreas también son iguales a dos veces la superficie de bosque perdido en el año 2022, según el Ministerio de Ambiente.
En dicho informe se estableció que implementarse estos proyectos, permitirían capturar y prevenir emisiones por un total aproximado de 50 millones de toneladas de CO2, lo cual equivale a más del 60% de la meta de reducciones de emisiones a 2030 establecida por Argentina en su Plan Nacional de Bosques y Cambio Climático.
Juan Pedro Cano, coordinador de la Mesa, indicó que “la demanda por proyectos de captura y reducción de emisiones certificables y verificables con impacto no sólo en carbono sino en otros servicios ecosistémicos, es evidentemente cada vez mayor” completa el directivo. “De hecho, este volumen está aumentando rápidamente a medida que aumenta la demanda”.
Pero la Argentina está, repetimos, en pañales: “El valor de los mercados voluntarios globales de carbono casi se cuadruplicó en 2021 hacia 2.000 millones de dólares, impulsado por proyectos NBS y un aumento de los precios de mercado. Según los últimos informes, los precios de los créditos de carbono han ido variando en los últimos años, con una marcada suba desde el año 2017 hasta el momento”.
Según estos datos, en los mercados voluntarios, los precios aumentaron en 2021 casi un 60% con respecto a 2020. El precio promedio ponderado mundial anual por tonelada de carbono capturada fue de 4 dólares para todas las transacciones informado por los encuestados de mercados emergentes, en comparación con 2,52 dólares en 2020, según reveló Cano.
La Mesa, que trata de habilitar el capítulo argentino de este mercado voluntario de bonos, se creó hace poco más de un año. Acaba de lanzar su página web institucional, donde trata de mostrar todo este nuevo universo. “En Argentina se desarrollan proyectos de carbono forestal desde hace más de 15 años en distintas regiones y con diferentes tipos de abordajes, en 20.000 hectáreas aproximadamente y con un potencial de mitigación de más de 1.600.000 toneladas de CO2 de los cuales ya se llevan mitigadas más de 500,000 toneladas de carbono”, dijo el directivo.
De todos modos, “en Argentina existen actualmente sólo 2 proyectos del sector forestal certificados bajo estándares internacionales como los de Verra, Gold Standard, Mecanismos de Desarrollo Limpio, Climate Action Reserve y Plan Vivo, lo cual representa el 3% del total de proyectos certificados en el país”, aclaró el especialista.
La mayor parte de los proyectos certificados hasta el momento en Argentina son de los sectores de las Energías Renovables, Producción Industrial y Gestión de Residuos. “Esto no quita que existan iniciativas de certificación y verificación en base a mismos estándares, pero certificados por organismos nacionales, dado que la inversión necesaria para una certificación internacional es costosa y suele no ser accesible para muchos desarrolladores de proyectos y propietarios o usuarios de tierras con potencial para la captura y reducción de emisiones” interpreta Cano.