A pesar de que Argentina atraviesa un déficit crónico de divisas, la misión oficial del gobierno argentino a Israel, que comenzó el pasado el 16 de abril y finaliza el próximo jueves 28, se integró con una auténtica legión de funcionarios públicos.
Además del ministro de Agricultura Julián Domínguez, viajó el ministro del Interior Wado de Pedro, el Ciencia y Tecnología Daniel Filmus, los gobernadores de Catamarca, Raúl Jalil; de Entre Ríos, Gustavo Bordet; de Formosa, Gildo Insfrán; de Mendoza, Rodolfo Suárez; de Río Negro, Arabela Carreras; de San Juan, Sergio Uñac; y de Santa Cruz, Alicia Kirchner.
También hay que sumar a Adolfo Scaglioni, ministro de Agua y Energía de La Rioja, representantes de Santiago del Estero, senadores nacionales y equipos técnicos provinciales, además de asesores y asistentes varios.
Domínguez, por ejemplo, aprovechó el viaje para anunciar la obtención de una cuota de exportación de carne vacuna con destino a Israel, la cual, gracias a Bichos de Campo, luego se descubrió que no era tal, pues se trata de una reducción unilateral de aranceles aplicada por el propio gobierno de Israel a todas las naciones exportadoras del producto cárnico.
Es bueno saber que las divisas con las cuales se financió el viaje de la obesa comitiva oficial, junto con todos los viajes al exterior, provienen del sector agropecuario. En el primer bimestre de 2022 el ingreso neto integral de divisas generado por los sectores “oleaginosos y cereales” y “otras actividades primarias” fue de 5358 millones de dólares. Una cifra récord histórico.
Ahora bien, muchos se preguntan, ¿dónde está esa cantidad gigantesca de divisas si la economía argentina está cada vez más pauperizada? Parte de esa explicación reside en la necesidad de financiar el déficit de la balanza cambiaria turística.
El sector turístico registró un déficit insólito de 857 millones de dólares en los dos primeros meses de este año, según datos del último balance cambiario publicado por el Banco Central de la República Argentina (BCRA).
Luego del “respiro” generado por la pandemia de Covid.19, donde las restricciones provocaron que se reduzca de manera notable la “sangría” de divisas generada por el turismo emisivo, a fines del año pasado nuevamente comenzó a crecer el “drenaje” sin que se recuperara el turismo receptivo.
¿Cómo es posible que, con todos los atractivos geográficos y culturales que tiene la Argentina, con lo “regalados” que están los bienes y servicios, nadie quiera venir a visitar el país? La respuesta es muy sencilla: porque los extranjeros, al momento de hacer las cuentas, usan el tipo de cambio oficial, lo que hace muy poco atractivo el destino.
Alguien podría decir, bueno, habría que explicarles que vengan con los billetes, los cambien en alguna “cueva” financiera y hagan una gran diferencia. Pero los turistas, claro, quieren venir a descansar y no a recibir un curso acelerado sobre gestión monetaria de países tercermundistas.
Así que ahora saben que, como mínimo, los próximos tres o cuatro aviones que partan en misión oficial hacia algún destino turístico estratégico, al menos deberían estar “ploteados” con una consigna gigante que diga “Gracias Campo Argentino”.
🇮🇱🤝🇦🇷 |En Israel, intercambiamos experiencias porque estamos convencidos de que la revolución tecnológica, científica y los desafíos climáticos requieren repensar en todos los modelos de producción 👇#ProducimosFuturo pic.twitter.com/9aPTP8pSXC
— Julián Domínguez (@DominguezJul) April 26, 2022