“Mi familia toda la vida tuvo huerta, sea en el campo como en la ciudad, por eso cuando pude armé una yo y como producía tanto empecé a tener semillas de todo, primero se las regalaba a amigos, hasta que un día armé unos sobrecitos y los pegué en la terminal de ómnibus de Villa María, al día siguiente no quedaba ni uno”, recuerda Enrique “Kike” Bessone, productor cordobés cuarta generación que después de aquella movida inicial decidió ofrecer en redes kits de semillas que llegaron desde Jujuy hasta Santa Cruz.
“Kike” fue protagonista del capítulo 55 (grabado en agosto de 2022) del Podcast de tu vida y por aquel entonces, estaba en el auge del “delivery” de semillas para huerta. Todo o casi todo lo que se les ocurra que se pudiera “huertear”, él lo tenía y lo mandaba en un kit. En esta charla cuenta de dónde viene ese legado y amor por producir alimentos en casa.
Hoy, dos años después, padre de dos peques, tuvo que poner su energía además de en su trabajo en el campo familiar, en su familia. Y lo de la huerta se ralentizó. Pero no baja los brazos: “Este impasse me sirvió para resolver el tema riego, hice una perforación para tener agua y presión de agua. Estoy rearmando poco a poco todo”.
¿Cuáles son las épocas para sembrar cada cosa? ¿Qué es lo más fácil? Estas y otras recomendaciones en esta linda nota, además, como siempre, hablamos de sus primeros recuerdos camperos y de sus pasiones más allá del campo. Pasen y lean…
-¿Cómo es tu historia vinculada al campo y la ruralidad? ¿Viene de familia?
-Si, yo soy ya la cuarta generación. Mi bisabuelo vino de Italia y se instaló ya en la zona. Empezaron a producir. Después mi abuelo amplió un poco más y continuó mi viejo con la incorporación de tecnología. Mi papá se metió cuando estaba empezando la siembra directa en la zona. Y nosotros desde chicos fuimos siempre de estar rodeados de campo. Con mi hermano que es un poco más chico que yo, nos metimos a trabajar en el campo hace algo más de diez años.
-¿Qué cosas te quedaron grabadas a fuego de esa época de pibe en el campo? Cosas que hacían, que te quedan grabadas en el cuerpo, olores, sabores, colores…
-Tengo un recuerdo no tan bueno porque en los inicios de la agricultura, porque antes eran productores ganaderos con algo de granos. Después mi viejo se abrió y empezó sólo con agricultura y no teníamos los recursos para invertir en maquinaria y nos costó muchísimo. Teníamos el campo, pero en aplicación de tecnología arrancamos de cero. Y tengo el recuerdo que cuando compró el primer tractor y sembradora ese año renegamos muchísimo con la piedra, el granizo. Tengo el recuerdo de estar pendiente de las tormentas. Por suerte, después pudimos ir creciendo.
-¿Ustedes llegaron a vivir en el campo?
-Sí, está la casa de mi bisabuelo que la hizo al principio, y después mi viejo se hizo una casa, yo viví hasta el año ahí y después nos instalamos en Villa María, que está cerca del campo. Yo crecí en la ciudad. Iba y venía al campo todo el tiempo.
-Cuando te tocó estudiar, ¿Qué estudiaste y qué proyectabas?
-Yo venía de una formación secundaria orientada a lo administrativo y por una cuestión de los amigos y el círculo de amistades, pasé a estudiar contador en la Universidad de Villa María. Sin pensarlo mucho, porque varios iban ahí. Y al poco tiempo me encontré que no me gustaba tanto eso. Y en la Universidad de Villa María los primeros años son parecidas las carreras de contador, administración y Licenciatura en Economía. Entonces me cambié a la Licenciatura. Y me gustó muchísimo.
-¿Y en ese momento de decidir, nunca apareció agronomía o algo parecido para ir a laburar al campo?
-Sí, siempre estaba, pero consideraba en aquel entonces, que quería buscar un conocimiento por fuera de lo rural específicamente pero que sirviera para el negocio familiar. Quería complementar la aplicación de conocimiento desde otro enfoque. La idea era mejorar la administración.
-Ah, claro, entonces cuando vos decidiste la carrera siempre pensabas en volver al campo…
-Siempre estuvo latente. Pero me gusta aprender de otras cosas que no tienen que ver con el campo, pero sí poder aplicarlo. Quería un poco más. Hacer agronomía hubiera sido lo fácil.
-¿Qué hacés hoy en la empresa familiar?
-En la parte operativa estamos divididos entre mi viejo, mi hermano y yo. Siembra, cosecha y pulverización. Mi rol, más allá de que todos hacemos de todo, es llevar adelante el flujo de caja de ingresos, egresos, cómo ir compensando los desbalances a lo largo del año, con las compras y las ventas. Y la incorporación de tecnología, qué podemos comprar, sobre todo en maquinaria. Qué oportunidades hoy. Creo que cambié bastante la concepción familiar. Veníamos acostumbrados a ahorrar y comprar. Y desde que no tenemos 1 a 1 hoy en día es mejor vivir con un nivel de endeudamiento tolerable, pagable, y seguir incorporando capital. Es la única forma de poder seguir en el rubro.
-¿Qué es lo que más te gusta de lo que hacés hoy?
-Me gusta todo. Me aburre hacer mucho de una cosa mucho tiempo. Entonces voy a arrancar yuyos al lote, a sembrar, números en la oficina, pero hago de todo. Me gusta cambiar.
-Te hago una pregunta más bien personal, emocional, tenés una beba de 7 meses (N de la R: ahora tiene dos hijas) ¿cómo cambió tu vida laboral?
-Sí, claro que cambiaron las cosas. Pero por suerte, y lo valoro, manejos los horarios a mi manera y puedo dejar ciertas cosas para mañana u otro momento. Por un lado, es demandante no tener horarios pero tiene la ventaja que se puede elegir cuándo hacer las cosas.
-No quiero dejar de preguntarte cómo viviste la amalgama generacional. Tu viejo venía de una generación que había aprendido de tu abuelo. Vos fuiste a la universidad… ¿Cómo se ensamblaron?
-Es un proceso. No es una transición que terminó. Hubo que cambiar mucho la forma de seguir en el negocio como te decía. Yo metí muchas fichas de lo que sabía, lo económico. Y eso costó. Antes si tenías la plata comprabas algo, si no, esperabas. Hubo fricciones, pero bien. Trabajamos los tres unidos más allá de las diferencias. Siempre desde el hablar y tratar de convencernos. Mis primeros maestros fueron mis viejos. Más allá de eso, mi viejo es un autodidacta en muchas cosas. Lo que me enseñaron me ha servido para ser curioso.
-Llevas adelante una tarea interesante que es difundir todo lo que se puede que cada uno pueda hacer su huerta en casa y, por ende, sus propios alimentos. ¿Cómo se te ocurrió eso?
-Ahora, desde el nacimiento de Emilia, la tengo un poco abandonada. Pero familia tanto de parte de madre cómo de padre los dos productores agropecuarios. La huerta siempre estuvo porque es parte del patio de la casa. Supo estar en el campo, está en la ciudad. El que continúa es mi abuelo de parte de mi vieja, aún a los 88 años. Yo la había armado hace muchos años en el campo y hace unos años invertimos en un terreno en Villa María y un día se me ocurrió hacer una huerta.
-¿Y cómo empezaron?
-Primero con calabaza. De ese terrenito sacamos 500 kilos. Repartimos por todos lados. Después sembré lechuga, zanahoria, de a poco fue el proceso. Y en ese proceso como me pasé de rosca en lo que sembré, obviamente me quedaron plantas que siguieron su siclo y semillaron. Me sobró mucho. Al principio las tiraba, después empecé a regalarle a los amigos y llegó un momento que hice sobres de semillas con papel y me fui un fin de año a la terminal de ómnibus de Villa María y los pegué con cinta donde la gente espera.
-Bien, ahí donde se pone “se ofrece profesor de lengua” o “Clases de inglés”, vos pusiste semillas…
-Si, dejé 50 sobres de semillas. Cada uno decía lo que tenía. Al día siguiente no había más nada. Después ya tenía cuenta de twitter en ese momento y empecé a ofrecerlas, regalarlas a los que me seguían. Esa primera tanda entregué 150 kits. Un sobre con semillas adentro, catalogadas, con un instructivo de cómo se tenían que sembrar. Tuvo muy buena aceptación.
-¿A dónde fue el lugar más lejos que las mandaste?
-Yo la mandaba con carta simple, postal. Que era lo más barato. Fui a todas partes, Lo más lejos te diría a Jujuy, otra a Chubut y la más austral fue una tanda grande a un proyecto escolar a El Calafate en Santa Cruz. Ya cuando se hizo conocido todo el alcance fue tremendo. La gente me consultaba.
-Repasemos, arrancaste con esos 50 sobres individuales en la terminal. El primer envío fueron unos 150 kits con sobrecitos adentro. ¿Cuál fue el año que más mandaste?
-El último año que envié fue 500 kits con 10-12 variedades de cosas que el que lo recibía podía plantar en su huerta.
-¿Cuál es tu trabajo para armar estos kits?
-Primero dejar que cumpla su ciclo la planta. Florece, semilla y cosechar esa semilla. Estar atento al momento de cosechar esas simientes. Por ejemplo, que las vainas de rúcula están para cosechar. Después la parte de juntar, a mano las semillas. Hacer el proceso de secado, como las semillas de tomate. Y en otras, la limpieza de sacar la semilla de la vaina. Otra que se me ocurre es la de zanahoria. Desmenuzar la flor y moler hasta que aparece la semilla. Es algo con bastante trabajo manual. Después fui incorporando cosas que me permitieron mejorar el tiempo.
-¿Qué mandás en esos kits?
-Las más comunes son lechuga, rúcula, achicoria, zanahoria, acelga, remolacha. Después tomate, típica de verano. Y de invierno arveja, brócoli, coliflor.
-¿Y si tuvieses que hacer rápido, qué productos son de verano y qué de invierno en una huerta?
-Hablando de zona templada, pampa húmeda, las de hoja, en general, son de todo el año. Lechuga, acelga, achicoria, rúcula. Hay que esquivar los primeros días de enero que son calurosos o julio con mucha helada. O hacer plantines y trasplantar después de esa época de riesgo. Otra anual casi es la zanahoria. Las aromáticas son fáciles de arrancar. Son perennes o semi perennes. Y de septiembre a diciembre sembrás tomate, morrón, ají, berenjena. Y de febrero a fines de marzo mandás brócoli, repollo, coliflor.
-Creo también está bueno porque nos educa sobre qué buscar en la verdulería en qué épocas del año.
-Si, claro. Es bueno por los precios que va a poder encontrar en la verdulería. Y también para aprender por qué el productor vende a cierto valor en distintas épocas del año. No hay mucha conciencia de eso.
-¿Creés que estes laburo o propuesta de producir algo puede acercar el campo, la huerta o producción a la mesa, la góndola? Conectar el mundo productivo con el consumidor.
-Si, claro. Es más, un 80% de la gente que ha recibido un kit no tiene un patio. Lo intenta en macetas. No va a ser autosuficiente, pero ya desde el conocimiento, y tener un hobbie productivo, es bueno para sí mismo y también se conecta con el por qué le cuesta al productor que vive de eso. No hace falta explicar mucho cuando el que consume también lo hace.
-¿Por qué creés que hay una grieta, o distanciamiento entre algunos que consideran a los del campo como oligarcas a los del campo?
-En mi opinión, de lo que veo, somos un país muy grande y poco poblado, mal distribuido. Tenes mucha gente agolpada en ciudades grandes o medianas. Y después tenés lo productivo muy lejos de esa gente. Esa forma de producir, sin meterse en el entorno en donde viven, hace que se pierda la comunicación. Hay que recuperarla. Pero hay que romper el paradigma que se ha formado dentro de la ciudad que parece desconectada del campo. Y después hay actores de la política que han utilizado esa separación para sus propios beneficios.
-Te traigo a la huerta de nuevo. Yo a veces comparo empezar la huerta con empezar el gimnasio. Arrancás con todo y después te vas desinflando… ¿Hay alguna recomendación para no mancarse pronto, generar entusiasmo?
-A la gente le digo, ¿qué te gustaría comer producido por vos? Eso es clave para empezar. La segunda pregunta es ¿Qué espacio tenés disponible y qué tiempo? Trato de guiarlos entonces en la búsqueda de la motivación indicada para lo que cada uno tiene. Con esos tres aspectos en claro, es más fácil todo.
-¿Y cuáles son los cultivos más fáciles?
-La calabaza, los de hoja. Acelga es uno de los que parecen un yuyo. Una vez que lo sembrás y te semilló, listo. Sacás hojas a lo loco. La rúcula también, la radicheta.
-Bueno, llegamos al pin-pong de El podcast de tu vida, y la primera pregunta es ¿Tu ciudad favorita?
-Ciudad no tengo. Pero sí Argentina. Es mi país definitivamente.
-¿Y un país o lugar que te gustaría conocer?
-Estados Unidos, por toda la tecnología que tienen aplicada al agro. Tanto en lo extensivo como lo intensivo.
-¿Cómo te va en la cocina?
-No soy cocinero. Pero me gusta usar las cosas que produzco. Entonces combino ensaladas, y obvio sé hacer asado, me gusta. Pero la cocina no es mi fuerte.
-¿Un deporte?
-No tengo. Hice muchos años vóley. De hobbie en el secundario y universitario. Después lo dejé. Y futbol tuve una época de furor que lo veía mucho y era muy fanático y hoy lo dejé.
-Llegás a tu casa después de un día largo de laburo, ¿Qué te distiende y relaja?
-Si puedo, la huerta. O hacer los sobres de semillas. Me desconecto. Es un trabajo manual y repetitivo y en un punto evitás pensar. También ver una serie, tomar una cerveza. En una época corría, me gustaría volver a hacerlo.
-¿Alguna serie que recomiendes?
-Soy muy fan del universo Marvel. Me he visto todo. Series más duras como “Breaking bad”, me gustó mucho. Pero no busco cosas complejas para ver, son más una distracción.
-¿Y leés?
-Sí. Mucho de noticias. Y de libros, recomiendo mucho los escritos de Ayn Rand, “Rebelión del atlas”. Me gustan mucho las novelas de Orwell. Me gusta leer manuales de oficios, como soldadura, carpintería. Y obvio de huerta.
-Elegí un tema musical para que quede sonando en el cierre…
-Cualquiera de Creedence, música que me gustó siempre. Un tema particular podría ser “Have you ever seen the rain”.