Si hay alguien que comprende a la perfección el concepto de tirarse a la pileta es Roberto Basso. Aunque su título universitario revela que es ingeniero químico, la mayoría lo conoce más por su emprendimiento de nuez pecán, que inició por un imprevisto mayúsculo pero que logró concretar con éxito, al punto de compartirlo desde hace varios años con sus hijos.
En el 2001, Roberto y su esposa, al igual que otras miles de personas, vieron a sus ahorros de toda la vida quedar atrapados en el banco. En la única ventana que encontraron para retirar una parte, el matrimonio decidió sacar lo más posible e invertir en algo más seguro. Así fue que compraron un campo de 60 hectáreas a las afueras de la localidad bonaerense de Mercedes, que solo tenía un alambrado.
“No había absolutamente nada, así que todo lo que hoy está acá expuesto lo pusimos nosotros. Para un campo es chico, pero para las actividades en las que empezamos a pensar nos pareció bueno. Dijimos, ¿hacemos kiwi? ¿Hacemos arándano? Hasta que recordé lo que me dijo mi amigo Mario, que cuando se fue a España desahuciado de Argentina me aconsejó poner pecán. La verdad que no la conocía casi nadie”, recordó Basso en conversación con Bichos de Campo.
Aquello motivó al matrimonio a dedicarle horas de estudio al asunto, y a realizar un viaje a San José, en Entre Ríos (la provincia pecanera por excelencia), para probar ese fruto seco.
“No había viveros que produzcan plantas. Me entró la intriga y viajamos para conseguir un poco de nuez y probarla. Cuando lo hice me enamoré realmente. Me encanta la fruta seca y esta nuez en particular. Y dentro de la matriz de evaluación, el pecán era el que originalmente menor inversión requería y me daba tiempo a ir avanzando y capitalizarme”, señaló el productor.
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Así, en 2004 los Basso adquirieron sus primeras plantas del vivero El Noble, que hoy son las que marcan el camino de ingreso a su campo mercedino. Cuando aquellas brotaron por primera vez, el matrimonio decidió arriesgarse y plantar 14 hectáreas de pecán. Allí nació oficialmente el proyecto “Pecanes Mercedinos”.
“Yo soy ingeniero químico y mi señora es docente. De campo, cero. Sí de industria, de procesos y de docencia. Así que nos tiramos a la pileta y obviamente cometimos muchos errores, pero también muchos aciertos. Hoy estamos acá y en realidad, la satisfacción está en que vos ves a nuestros hijos involucrados en este proyecto”, destacó Basso.
Los más involucrados en la diaria son Martín, ingeniero agrónomo y devenido asesor de proyecto pecaneros en distintas partes del país, y Germán, ingeniero químico como su padre y encargado del área añadido de valor.
Pecanes Mercedinos hoy cuenta con una gran paleta de productos que van más allá de la nuez pelada, como aceite, harina, confituras, alfajores y una amplia línea de cosméticos.
-¿Cómo llegaron a desarrollar el conocimiento técnico en torno a esta producción?- le preguntamos a Roberto.
-En 2004 la Cámara todavía estaba muy incipiente. Con el tiempo nos asociamos a ella y en los primeros años fue muy importante porque nos servía el intercambio. Había pocos especialistas, la mayoría eran profesionales que tenían un campito y pusieron pecán. Hoy en día ya tenemos generaciones.
Aquel ida y vuelta entre productores les permitió aprender, por ejemplo, que el trabajo con variedades certificadas de estas plantas es clave.
“Nosotros tenemos en el campo 16 variedades puestas. Es una mezcla y en el momento de la cosecha, la clasificación y la industrialización es muy complicado cuando lo tenés todo mezclado. Hoy tenés los viveros que te dan las plantas certificadas”, señaló Basso.
Hoy la producción de pecán local se encuentra mucho más tecnificada y cuenta con mayor infraestructura para desarrollarse, lo que le ha permitido un crecimiento considerable. Actualmente el país produce unas 3.000 toneladas al año –número que está en vistas de aumentar en los próximos 5 años- y exporta el 95% de su producción.
Pero aún en medio de este panorama, en el sector reconocen que todavía hay camino para mejorar.
“En mi caso, la maquinaria la hice prácticamente toda yo. No todos tienen esa facilidad o ganas de cortar fierros, soldar e inventar. Entonces, el acceso al crédito es clave. Por ejemplo, cuando el riego original ya no me alcanzaba con una bomba monofásica y tuve que plantear un riego más grande, traer una bomba trifásica me salía 30 mil dólares. Junto al clúster conseguimos comprar unos 30 paneles solares y el resto de la instalación la hice yo. Sin esa ayuda no lo habría podido armar al riego”, señaló Basso.
-¿Qué te gustaría que pase con Pecanes Mercedinos a futuro?
-Que crezca, que sea fuente de trabajo para mis hijos y para otras personas. Ver que tiene continuidad a esta cosa que inventamos con mi señora hace 20 años es impensado para mí.