En los pasillos interminables de Agritechnica siempre aparece algún argentino que ayuda a entender lo que uno ve frente a las máquinas gigantes. Esta vez, en pleno pabellón de tecnología para cultivos especiales, Gustavo Miolano estaba al lado de una cosechadora roja imponente. La máquina estaba del stand de Grimme, una empresa alemana ubicada cerca de Hannover, donde él trabaja como responsable para América Latina.
Miolano aclaró que Grimme tiene su base en “el centro norte de Alemania” y que la compañía “ya hace 160 años está en el mercado”. Contó que la firma se especializa “muy fuerte en lo que es producción de papa, maquinaria para cosecha, siembra y trabajo de suelo”, y que también está presente “en el rubro vegetal, de zanahoria, cebolla, ajo”.
La charla se detuvo un momento frente a la cosechadora estrella del stand. Miolano explicó que estas máquinas existen porque Europa exige cada vez más calidad. Dijo que Alemania y el continente en general son mercados donde “más consumo de papa tienen, papa fresca, papa de mesa, pero también productos congelados”. Agregó que las formas de vida están cambiando y que “se venden en bolsa, y bolsa cada vez más chiquita, porque empieza a pasar mucho también acá en Europa que hay ya no familias tan numerosas, sino gente viviendo sola”. Esa transformación altera incluso lo que se considera un buen tamaño y una buena apariencia del tubérculo.
A partir de ahí es donde aparece la maquinaria. Según Miolano, el productor europeo necesita máquinas capaces de “cuidar mucho la papa, para no dañarla tanto”. Las cosechadoras y equipos posteriores avanzaron porque la papa requiere “ser tratada con mucha docilidad por parte de la máquina”. Comentó que el productor no solo busca rinde, ya que también debe entregar papa que cumpla con lo que exige el supermercado o la industria. En sus palabras, “el productor tiene que cuidar mucho esa calidad del material que entrega, y la maquinaria es la herramienta, o una de las herramientas, para hacer eso”.
Miolano lleva muchos años recorriendo el continente como representante de la compañía, aunque sigue poniéndose, como dijo, “la remera argentina y cordobesa”. Desde esa doble visión opinó que el productor argentino, en especial el papero, mantiene un perfil innovador. Aseguró que el productor local “se caracteriza siempre por su perfil innovador, por inventar algunas cosas, pero también por poder viajar y ver lo que hay afuera”.
Sostuvo que en la papa esto no es distinto porque “el productor argentino de papa es de los mejores y más profesionales del mundo”. Aunque reconoció que las condiciones económicas argentinas condicionan el equipamiento, admitió que “los costos hoy de la maquinaria importada siempre son un poco mayores por cuestiones de impuestos”. Comentó que existen “ideas” que podrían cambiar ese escenario a futuro para tipos de maquinaria que “no tienen una competencia nacional”.
A pesar de esa barrera de entrada, afirmó que “hoy por hoy el productor argentino no tiene nada que envidiar en tecnología al productor de acá” (por Alemania). Lo que sí cambia es la escala, ya que “probablemente un productor argentino necesita llegar a un nivel de hectáreas muy distinto, superior por supuesto a lo que se necesita aquí para poder acceder a este tipo de máquinas”.
En Argentina aparecieron en los últimos años nuevas inversiones industriales relacionadas con la papa. Para Miolano, el crecimiento de la industria “va a crecer mucho” porque Europa empieza a mirar con más atención al hemisferio sur. Lo explicó a partir de una situación concreta. En sus palabras, “pasó el año pasado y pasó el anterior que hubo una baja de la producción en Europa”. Contó que todavía pudieron abastecerse con papa almacenada, aunque advirtió que “va a empezar a pasar” que Europa deba salir a buscar volumen en el sur si los déficits se amplifican.
Miolano detalló que “el hemisferio sur cada vez se vuelve más atractivo para Europa”. Señaló que, si la baja en la producción europea fuera mayor que la de los últimos años, “las empresas están ya cada vez más avizorando que América Latina y que el sur tiene las condiciones para responder”. Planteó que no es fantasía imaginar un crecimiento de un mercado contraestación para abastecer a Europa.
Sumó otro dato. El consumo promedio de papa en América Latina es de apenas “10, 15, 20 kilos por persona por año, depende del país”. Cuando se compara con Francia, donde el consumo alcanza los “130”, el margen para crecer queda expuesto. Según él, incluso una mejora marginal en el consumo regional haría crecer “mucho la industria y con eso arrastra el productor”.
Mirá la entrevista completa con Gustavo Miolano:
Miolano pidió no perder de vista otro punto. Grimme no es una multinacional clásica, sino una empresa familiar alemana con una tradición muy marcada. Lo explicó así. Dijo que “se vive y se respira en la empresa el espíritu familiar” y que “el señor Grimme, su hijo, la esposa, están acá”.
Comparó a Grimme con las metalmecánicas argentinas del interior donde la firma lleva el apellido del fundador. “Nombre y apellido, una identidad familiar”, señaló. Recordó que la empresa comenzó como “el Herrero del Pueblo” y fue sumando tecnología hasta convertirse en líder en maquinaria de papa. Comentó que el tercer Grimme “literalmente inventó la cosechadora de papa como hoy la conocemos”.
La empresa hoy tiene 1.500 empleados en un pueblo de 10.000 habitantes y 3.300 empleados en total en el mundo. Es una escala global con una identidad montada sobre el arraigo local.
Miolano sostuvo que Argentina suele pensarse únicamente desde el nicho de los cereales, aunque está convencido de que el país también es competitivo en cultivos especiales. Explicó que esto se debe a la calidad del suelo, al capital humano y al conocimiento técnico acumulado. Dijo que incluyen a “los tractoristas, los ingenieros, los técnicos que reparan las máquinas”.

Contó una escena que para él es muy representativa. Comentó que lo ven “con orgullo cuando vemos nuestros técnicos en Argentina explicándole a los alemanes acá cómo se resuelve algo, cómo se repara una pieza que de otra forma aquí se cambia”. Aseguró que esa capacidad permite que el país pueda competir “en todo”.




