En Luque, la ciudad más poblada del Departamento Central, en Paraguay, unas 50 mujeres -principalmente amas de casa- encontraron en la agroecología una forma de subsistencia. Organizadas en el movimiento Kuña Guapa, un proyecto de empoderamiento económico, social y político, integrado por habitantes del asentamiento Flor de Itupuami, estas mujeres tratan de generar sus propios ingresos con la comercialización de productos que salen de las huertas familiares, que han armado al interior de sus casas.
A este movimiento, -con nombre guaraní, que se traduce al español como “mujer valiente” pertenece Ester Aliendre, quien dice haber cambiado su vida, desde el momento que decidió integrarse a la organización para aportar a la economía de su hogar.
“En realidad somos mujeres, amas de casa que no nos quedamos más en la casa. Nosotras actualmente tenemos 40 huertas funcionando. Usamos todo lo que es la reciclaje en nuestras huertas que son de diferentes tamaños. La tenemos en nuestras casas porque queremos tener un ingreso extra para nuestras familias”, dijo Aliendre a Bichos de Campo.
Diferentes variedades de vegetales, plantas medicinales, florales, frutales y hortalizas, suelen ser los principales cultivos que crecen en los patios de las casas, bajo técnicas de manejo agroecológico. Para estas mujeres, el suelo es fundamental y se centran en el cuidado de este recurso mediante la incorporación de materia orgánica. Por eso las labores sanitarias se realizan a base de biopreparados elaborados con plantas locales.
Mirá la entrevista a Ester Aliendre.
Para llevar adelante sus plantaciones orgánicas, las mujeres asociadas a Kuña Guapa asisten a capacitaciones y reciben ayuda de otras instituciones sociales. “La organización cuenta con el apoyo de Manos Unidas, que nos ayuda con las semillas. Y de parte nuestra empezamos con los talleres de huertas agroecológicas. Como mujeres nos sentimos más capaces”, puntualizó la productora.
De esta forma han logrado completar un ciclo productivo que les permite tener alimentos fresco durante todo e año. Por ejemplo entre los meses de marzo a octubre, se cosechan las hortalizas de forma escalonada. Mientras que en diciembre y enero, que son los meses más críticos, han ajustado sus técnicas productivas para mantener la producción de lechuga, cebollita, perejil, acelga, tomate, pepino, zanahoria, remolacha.
Si bien la mayor parte de la producción es destinada al consumo familiar y en menor porcentaje al intercambio y venta, Aliendre destaca que producir de forma agroecológica, le ha permitido alcanzar -tanto a ella como al resto de estas “mujeres valientes”- cierto grado de independencia. “Solemos hacer ferias en los barrios. Asi los vecinos también pueden tener productos frescos y naturales. Y a nosotras nos sirve para sostener nuestras familias”, concluyó.