Que las relaciones entre ellos no andan del todo bien es cosa sabida: la poderosa industria aceitera quedó media resentida con las actuales autoridades de la Secretaría de Agroindustria desde que en agosto de 2018 éstas promovieron la eliminación del diferencial histórico de retenciones (de 3%) que penalizaba las exportaciones del poroto de soja y promovía su molienda dentro del país. Ahora se abrió otro capítulo de esa pulseada, vinculado al girasol.
La Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC) reclamó formalmente al Gobierno la semana pasada una corrección del esquema de retenciones que gravan los embarques de esa oleaginosa.
Hace un par de semanas, en un paquete de rebaja vinculado a las economías regionales, fue reducida también de 4 pesos por dólar exportado a 3 pesos la alícuota que grava los embarques de semillas de girasol. Es el grano que muelen las industrias para obtener el aceite más consumido por los argentinos. La retención efectiva bajó así de casi 10% a menos de 7%. En teoría esto debía mejorar el precio pagado al productor, pero a la vez encarecía la mercadería para la industria.
El reclamo de Ciara-CEC es que se retrotraiga esa situación. Lo realizó a diversas áreas de gobierno incluida Agroindustria.
“Solicitamos esa corrección. Estamos de acuerdo en bajar las retenciones al girasol confitero pero no a la semilla de girasol”, confirmaron a Bichos de Campo fuentes de la entidad que agrupa a las principales compañías exportadoras del país. Explicaron luego que haber reducido la retención al grano a 3 pesos por dólar es poner la materia prima en el mismo escalón que su subproducto industrial, el aceite de girasol.
“Esto hace que el aceite tenga un costo de molienda adicional de más de 5 dólares por tonelada, por lo que hoy conviene llevarse la semilla a Europa y procesarla allá”, dijo con crudeza la fuente consultada, que además comparó que mientras el trigo tributa 4 pesos, la harina paga 3 pesos. Y que lo mismo sucede con el maíz y sus derivados.
Preguntó la fuente con cierta pertinencia: “¿Por qué castigar al aceite y destruir empleo nacional?” Además marcó las señales confusas que surgen desde la cartera que conduce Luis Miguel Etchevehere, quien hace pocos días viajó a India justamente a promover las exportaciones de aceite de soja y girasol. En esa gira lo acompañó el titular de Ciara-CEC, Gustavo Idígoras.
Salta a la vista la contradicción entre lo que sucede con el girasol (que ahora tiene una única retención de 3 pesos por dólar) frente a otras cadenas agrícolas. Pero hay una explicación: Con la unificación de alícuotas, Agroindustria está tratando de terciar en el conflicto entre la industria aceitera y los productores de ese cultivo, que denuncian un abuso de posición dominante.
En la última campaña, por cierto, fueron muchas las críticas de los productores de Chaco porque los precios del girasol se desplomaron justo en el momento de la cosecha. Los chacareros argumentaron que -más allá de los vaivenes del mercado internacional-, existen muy pocos compradores para el girasol (apenas cuatro o cinco fábricas) y que manejan el mercado a su antojo.
En este punto, al rebajar las retenciones para la exportación de las semillas de girasol, Agroindustria parece estar dándole toda la razón a los productores y promueve mayores exportaciones del grano sin procesar como un mecanismo para corregir los valores internos.