La Expo Hortícola NOA, que se realiza este jueves y viernes en la localidad de Lules (Tucumán), muestra improvisados pasillos, armados con tractores, implementos agrícolas, stands institucionales y gazebos que cubren mesas con folletos, bidones con fertilizantes, inhibidores e insecticidas. Pero bajo la sombra de un palto hay una mesa de madera, unos cajones con plantines y verduras y un grupo de personas dispuestas a conversar con quien se detenga a mirar un rato.
En el umbral, a modo de banderín de cumpleaños se lee: “Granja Integral Educativa”.
José Rodríguez, quien se presentó como coordinador de la Granja (de reciente inauguración), comenta: “la granja se llama Jorge Blanco, en homenaje al primer coordinador e impulsor de esta idea que, lamentablemente, falleció de Covid”.
Rodríguez integra el Instituto Nacional para la Agricultura Familiar Campesina e Indígena (INAFCI), y desde allí asume la coordinación de la Granja, ubicada en Amaicha del Llano, en Bella Vista, ciudad cabecera del departamento de Leales. Esa región tiene una larga historia vinculada al Ingenio Bella Vista. El grueso de los productores es eminentemente cañero. “Antes se podía vivir con 10 hectáreas de caña, pero cada vez es menos redituable, las parcelas de las familias ya no alcanzan y hoy se necesitan más de 50 hectáreas”.
Allí comienza a entenderse el sentido de esta granja. Por un lado, buscan capacitar y apoyar producciones alternativas para que estas familias no dejen sus tierras y acrecienten los cordones periurbanos. Apicultura, aves de granja, producción hortícola con valor agregado, entre otras, son algunas de las actividades actuales que promueven. Por otro lado, buscan acercar innovaciones tecnológicas en caña de azúcar, para aquellos que resisten apegados al tradicional cultivo.
La granja es un espacio desde donde se busca promover las ideas y actividades de los productores locales, a través del agregado de valor, el vínculo institucional, el ensayo y, aprovechando los conocimientos técnicos y fuentes de financiamiento de las distintas instituciones que trabajan en la producción agropecuaria.
“La granja tiene 3 hectáreas donde producimos y ensayamos las ideas que traemos y las que traen los productores. Pero también las instituciones de apoyo al sector tienen una oficina, una manera de contar, permanentemente, con los asesoramientos técnicos que manejan”. Aquello que se produce y logra comercializarse retorna al productor para fortalecer su infraestructura. Además, la producción se destina a comedores y cocinas comunitarias de la zona.
Este espacio recibe el apoyo del Municipio en un intento de abordar la problemática del desarraigo rural y el desplazamiento a zonas urbanas. Hoy trabajan 20 personas que asisten a más de 30 familias en ideas y proyectos que tiendan a mitigar los efectos de una matriz expulsiva de estas familias de pequeños productores y que termina beneficiando a los grandes cañeros que acrecientan sus superficies productivas.