En la Argentina la mayor parte del procesamiento del poroto de soja lo realizan grandes compañías que se dedican fundamentalmente a exportar harina y aceite de soja, así como también biodiésel.
Sin embargo, a lo largo de la zona central del país existen también plantas procesadoras de soja más pequeñas que, a diferencia de las grandes empresas aceiteras, destinan su producción mayoritariamente al mercado interno.
Las plantas extrusoras, de menor escala productiva, utilizan una técnica de extracción que combina un extrusado previo de la soja con un prensado posterior –sin la utilización de solventes– para extraer el aceite contenido en el grano y obtener a su vez expeller de alta calidad.
Actualmente en Argentina existen 327 establecimientos habilitados como plantas industriales aceiteras por extrusado y/o prensado, según datos del Registro Único de la Cadena Alimentaria (RUCA), que están en manos de 315 empresas diferentes.
La principal provincia productora de expeller de soja en 2021, según indica un trabajo realizado por la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), fue Córdoba al concentrar una participación del 31,3% del total producido, seguido por Buenos Aires con un 28,5% y Entre Ríos con un 17,9%.
La producción de expeller de soja viene creciendo de forma prácticamente ininterrumpida desde que se comenzó a producir en el país según datos oficiales. Desde 2004 hasta 2021 la producción nacional se multiplicó por diez, mientras que sólo en la última década creció más de un 150%.
“Es necesario destacar que, aunque la expansión de la producción sojera en nuestro país se ha detenido, incurriendo incluso en una caída en los volúmenes producidos en las últimas campañas debido principalmente al pasaje de mayor hectareaje a maíz, el crecimiento de la producción de expeller ha proseguido con su impronta alcista”, indica el informe de la BCR.
En 2021 las exportaciones de expeller alcanzaron el volumen más elevado desde el año 2008, al exportarse un total de 18.025 toneladas por un valor cercano a 4,4 millones de dólares. De todas maneras, se trata de cifras irrisorias en comparación con las generadas por el sector aceitero tradicional.
Sin embargo, uno de los sectores derivados de la extrusión viene registrando un crecimiento importante en los últimos años: se trata de las proteínas texturizadas y micronizadas de soja, que en 2021 generaron exportaciones de 35.645 toneladas por un valor de 25,7 millones de dólares (posición arancelaria 2106.10.00.000Z).
Las proteínas de soja texturizadas es un producto con forma de escamas que al hidratarse en agua adquiere una estructura elástica similar a la carne. Es empleada en la elaboración de productos cárnicos, hamburguesas, embutidos, rebozadores, barras de cereal y muchos alimentos más.
Por su parte, las proteínas micronizadas constituyen un producto en polvo que se utiliza –de acuerdo con su granulometría y características– en sustitutos lácteos, bebidas de alto valor nutricional, emulsiones cárnicas (salchichas) y aditivo en la industria de confitería y panadería (al aportar funcionalidad en el blanqueamiento de la miga de panes de molde y contribuir al fortalecimiento de la red de gluten en la masa).