La soja paraguaya y brasileña representa un insumo crítico para la industria aceitera argentina ante el desastre productivo presente en ese país y la reticencia vendedora de los productores afectados por políticas oficiales distorsivas.
En el primer trimestre de este año Argentina importó, en el marco del régimen de admisión temporaria, 1,59 millones de toneladas de soja de Paraguay, la mayor parte de las cuales ingresaron en marzo pasado, según datos oficiales publicados por el Banco Central del Paraguay.
La importación de soja paraguaya, que ingresa por barcazas desde la Hidrovía del Paraná, permite garantizar a la industria aceitera argentina cierta previsibilidad de flujo de ingreso de poroto, además de disponer de mercadería con baja proporción de granos dañados.
En lo que respecta al poroto brasileño, datos de la agencia Williams Brazil, citados por un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), indican que entre fines de marzo y el presente mes de abril se encuentran programados embarques de soja hacia Argentina por 215.000 toneladas.
“Más de la mitad de ese volumen proviene de puertos del norte de Brasil (Puerto de Santarem, del Estado de Pará y Puerto de Itacoatiara, del Estado de Amazonas). Esto se debe a que soja dañada de la región norte de Brasil abre oportunidades para la industria y que ingrese con mejor margen”, señala el informe de la BCR.
La BCR prevé que en 2022/23 Argentina deberá importar al menos 10 millones de toneladas de soja de los países limítrofes para mantener un margen de molienda de 28,8 millones de toneladas.
El dato clave es que, aun con la hipótesis de importación de 10 millones de toneladas de soja, Argentina finalizaría el ciclo comercial 2022/23 con un stock de apenas 3,0 millones de toneladas, lo que implica que en 2023/24 debería lograr una súper cosecha para recomponer existencias internas de la oleaginosa.