A orillas del río Paraná, la Cooperativa Agropecuaria La Paz (CALP) articula desde hace décadas la vida productiva del noroeste de Entre Ríos. Los motores del puerto, que funcionan a plena capacidad durante la cosecha, son el latido tangible de una cooperativa que no solo centraliza la comercialización de granos y carnes, sino que acompaña a los productores en cada etapa: desde el suministro de insumos hasta la venta final.
“Estamos grabando esta nota en el puerto de La Paz, el puerto de la cooperativa, que está en su última etapa, si Dios quiere. Estamos con la previsión ya iniciando un puerto nuevo, todo lo que es las legislaciones que necesitamos, los permisos, las autorizaciones, los estudios… muchísimos estudios de suelo, de impacto ambiental, de logística sobre el río y permisos de agua y de tierra. Ahora se está acondicionando el terreno para empezar el nuevo puerto”, arranca Roland Garnier, presidente de CALP y productor agropecuario.
La cooperativa nació como una entidad de insumos agrícolas, con el objetivo de proveer a los productores locales y agrupar sus ventas para generar volumen. Con el tiempo, fue incorporando nuevas áreas de trabajo en respuesta a las necesidades de sus asociados. “Después vimos la necesidad de alimentos, se creó una de alimentos balanceados, luego un feedlot y un frigorífico donde se consume la producción determinada de los productores de la zona y de un feedlot propio de la cooperativa”, explica Garnier.
El valor de la cooperativa se siente sobre todo en los productores medianos y pequeños, quienes suelen enfrentar desafíos significativos: suelos marginales, variaciones climáticas y la lejanía de los grandes centros industriales y portuarios. “Le seguimos, los acompañamos durante todo el proceso de producción y después viene todo lo que es la logística para las cosechas, el acopio y la comercialización conjunta, que es lo que más vale. En la época puntual de cosecha, llegan muchísimos camiones, a veces ciento cuarenta, ciento cincuenta por día, y hay que largarlos rápidamente a la chacra de vuelta. Entonces la única forma es que tengamos los barcos en forma acá y un acopio rápido”, describe Garnier.
Además, la cooperativa ofrece asistencia técnica integral, tanto en agricultura como en ganadería. Desde la entrega de insumos directamente en el campo hasta el seguimiento del ciclo productivo, CALP se posiciona como un socio de sus asociados, ayudando a minimizar riesgos y maximizar oportunidades.
Mirá la entrevista completa con Roland Garnier:
El puerto de La Paz, que data de la década del ’70 y está llegando a su última etapa antes de inaugurar uno nuevo, es un punto neurálgico para la producción regional. Su ubicación sobre el río Paraná permite la salida de granos y otros productos hacia otros puertos, facilitando la comercialización en tiempo y forma.
El control del acopio y la rapidez en la logística permiten a los productores negociar su mercadería en los momentos críticos de cosecha, con seguridad y eficiencia. Para una región donde los suelos son exigentes y los rendimientos pueden caer a la mitad en años difíciles, esta capacidad de respuesta marca la diferencia.
CALP no solo moviliza granos: la cooperativa también agrega valor a la producción ganadera y láctea. Cuenta con un feedlot y un frigorífico propio, donde se procesa la producción de los asociados. Además, en la cadena láctea mantiene convenios con otra cooperativa para industrializar la leche y comercializar quesos. “La cooperativa compra la leche a los productores de la zona. También tenemos un tambo propio, pero compramos lo demás. La cooperativa láctea lo industrializa, nos da los quesos y nosotros hacemos la venta en supermercados propios y a distintas empresas de la región”, detalla Garnier.
Este modelo de integración permite que la cooperativa no solo actúe como intermediaria, sino que incorpore valor localmente, generando empleo, diversificación productiva y oportunidades de comercialización directa.
Más allá de la logística y la producción, CALP tiene un rol estratégico en la economía local. Los pequeños y medianos productores, al agruparse, logran negociar mejores precios, reducir costos y aumentar la competitividad de la región. La cooperativa, al actuar como articuladora, permite que los productos lleguen a los mercados más grandes sin depender de intermediarios externos.
La relación con instituciones técnicas como INTA e INTI refuerza esta capacidad, aportando asesoramiento, estudios de mercado y acompañamiento en la implementación de nuevas tecnologías y procesos. La cooperativa se convierte así en un puente entre la producción local y los mercados nacionales e internacionales, garantizando que el trabajo de los productores tenga continuidad y sostenibilidad.