Estamos en plena cosecha estadounidense de granos gruesos y, por una cuestión estacional, el mercado por esas latitudes se va enfriando para “planchar” las cotizaciones tanto de la soja como del maíz.
El Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) hoy dio una “manito” para incentivar ese proceso el emitir un informe de oferta y demanda global de commodities agrícolas claramente bajista para ambos productos.
El informe del USDA incrementó la estimación de la cosecha de maíz estadounidense 2021/22 (381,4 millones de toneladas versus 380,9 millones previstas un mes atrás), al tiempo que redujo la proyección del uso interno del cereal, con lo cual el stock final previsto de la campaña en EE.UU. ahora es estimado en 38,1 millones de toneladas contra 35,7 millones pronosticado en el informe anterior.
Algo similar ocurrió con la soja, donde el USDA proyectó un aumento de la cosecha estadounidense 2021/22 (121,0 millones de toneladas versus 119,0 millones un mes atrás), al tiempo que también incrementó el stock inicial del ciclo 2020/21.
Si bien la situación de la soja en EE.UU. seguiría siendo ajustada con un stock final 2021/22 estimado en apenas 8,1 millones de toneladas versus 14,2 millones dos campañas atrás, el ajuste realizado hoy por el USDA generó un esperable impacto bajista en las cotizaciones de la oleaginosa.
El “premio consuelo” para la soja argentina es que EE.UU. está experimentando serios inconvenientes logísticos para exportar harina de soja y la demanda internacional se está focalizando casi exclusivamente en los proveedores sudamericanos (especialmente la Argentina, que es el primer proveedor global del producto).
La restricción logística estadounidense coindice con una demanda inusual de harina de soja por parte de India, nación que recientemente debió modificar a los “apurones” la normativa regulatoria para aprobar el ingreso de harina de soja elaborada con porotos transgénicos ante el faltante crítico de ese producto.
En ese contexto, la soja Rosario –a pesar de las enormes dificultades generadas por la bajante del río Paraná– es actualmente la más cara del mundo.