El tuitero Carlos Gustavo Maslatón, famoso en redes sociales por promover el uso de efectivo para evitar miradas indiscretas de la Afip, adorar al Bitcoin y apoyar la carrera política de Javier Milei, decidió esta vez meterse con el campo.
“Volviendo del campo en Capitán Sarmiento (Buenos Aires), tras una reunión crypto (en referencia a criptoactivos). El campo no es para mí. Me produce asfixia, tristeza, depresión, no pasa nada y está todo muerto”, declaró.
https://twitter.com/CarlosMaslaton/status/1506035982008664065
El millonario registrado como monotributista categoría G, que vive en el edificio Kavanagh de Buenos Aires, suele hacer declaraciones provocadoras sobre diferentes aspectos de la realidad cotidiana, nacional e internacional. Su opinión sobre el agro –algo previsible– generó sorpresa, indignación y curiosidad en muchos de los que integran la comunidad agropecuaria argentina.
Algunos optaron por responder a la provocación con un sesgo psicoanalítico, intentando expresar que el comentario del tuitero con más de 174.000 seguidores tiene un problema interno que se exterioriza por medio de comentarios desafortunados.
Otro optaron por recurrir a métodos más pedagógicos, como el hecho de mostrar, por medio de imágenes y palabras lindas, la belleza presente en los paisajes rurales. Pero el único interés aparente del tuitero sobre cuestiones agropecuarias son aquellas producciones que, una vez transformadas, terminan en uno o varios platos de comida elaboradoras para satisfacer un apetito voraz.
Algunos recordaron que el campo es, precisamente, el motor económico de la Argentina y, muy gentilmente, Maslatón reconoció tal atributo, resaltando el hecho de que no tiene nada personal contra la actividad en sí misma, sino con la dinámica, aparentemente tranquila –según su percepción citadina–, de las tareas que realizan aquellos que viven del agro.
No faltó que aprovechó la volada para imaginar grandes negocios de boliches y restaurantes en zonas agropecuarias, aunque, claro, antes que eso en muchos lugares habría antes que mejorar caminos, además de crear y mejorar hospitales y escuelas.
Finalmente, alguien recordó que, si bien el campo visto de las rutas puede parecer apacible, aquellos que trabajan día a día en la actividad lo hacen con un gran esfuerzo, muchas veces –como sucede en la actualidad– cosechando maíz tanto de día como de noche o bien levantándose a las cuatro de la madrugada para comenzar el primer ordeño diario de un tambo.