El presidente Javier Milei se dio el gusto de gritar “viva la libertad, carajo” nada menos que ante la asamblea general de las Naciones Unidas. Su tradicional arenga coronó su primer discurso como presidente en ese foro, aunque no fue esa su principal osadía, ya que en su discurso también consideró que la ONU ha fracasado en sus intentos por construir un orden planetario y más justo, la calificó como una organización que impulsa ideas “colectivistas” y “de izquierda”, y anunció que la Argentina abandonará los intentos para construir agendas globales, como la tan mentada Agenda 2030.
No se sabrá jamás, porque la diplomacia lo despidió con algunos aplausos corteses, que pensará la comunidad internacional sobre la presentación de Milei, que no desentonó con lo que viene diciendo en otros espacios que se le abren a nivel internacional pero también cometió algunos dislates pocas veces vistos, como asegurar primero que la ONU había logrado en 70 años de historia (fue creada en 1945, o sea que esto habría sucedido hasta 2015) asegurar la paz y prosperidad en el mundo, para luego pasar a denostar su desempeño actual al servicio de las ideas colectivistas.
“No vengo aquí a decirle al mundo lo que tiene que hacer, vengo aquí a decirle al mundo, por un lado, lo que va a ocurrir si las Naciones Unidas continúan promoviendo las políticas colectivistas que viene promoviendo bajo el mandato de la Agenda 2030 y por el otro, cuáles son los valores que la nueva Argentina defiende”, afirmó el presidente sin ruborizarse.
Unos segundos después, en un hilo bastante contradictorio, reconoció que “bajo la tutela de esta organización, durante los últimos 70 años la humanidad vivió un periodo de paz global más largo de la historia, que coincidió también con el periodo de mayor crecimiento económico de la historia”. Pero al ratito nomás la volvió a fustigar.
Dijo Mileo sobre la ONU que “una organización que había sido pensada esencialmente como un escudo para proteger el reino de los hombres, se transformó en un leviatán de múltiples tentáculos que pretende decidir, no sólo que debe hacer cada Estado-Nación, sino también cómo deben vivir todos los ciudadanos del mundo. Así, es como pasamos de una organización que perseguía la paz, a una organización que le impone un agenda ideológico a sus miembros, sobre un sinfín de temas que hacen a la vida del hombre en sociedad”.
Fue ese el tono dominante del discurso del Presidente, que abordó diferentes aspectos políticos y económicos de la agenda global. El de mayor interés para el agro argentino, que es el que nos ocupa aquí, fue su rechazo explícito a la agenda multilateral de esa organización planetaria, conocida hasta aquí como la Agenda del Desarrollo o 2030, que intenta ser actualizada ahora con el denominado Pacto del Futuro. Allí, en realidad, no hay más que objetivos generales, pero según la mirada libertaria que comparten muchos productores en la Argentina, detrás de eso se esconden supuestas medidas restrictivas al desarrollo de países como el nuestro.
“El modelo de Naciones Unidas, ha sido reemplazado por un modelo de gobierno supranacional de burócratas internacionales que pretenden imponer a los ciudadanos del mundo un modo de vida determinado. La Agenda 2030, aunque bien intencionada en sus metas, no es otra cosa que un programa de gobierno supranacional de corte socialista que pretende resolver los problemas de la modernidad con soluciones que atentan contra la soberanía de los Estados nación y violentan el derecho a la vida, la libertad y la propiedad de las personas”, disparó Milei.
Más tarde planteó más expresamente que la ONU “se han promovido políticas colectivistas que atentan contra el crecimiento económico, violentan los derechos de propiedad y entorpecen el proceso económico natural, llegando a impedirle a los países más postergados del mundo gozar libremente de sus propios recursos para salir adelante”.
Y reflexionó: “Siempre ocurre lo mismo con las ideas que vienen de la izquierda: diseñan un modelo acorde a lo que el ser humano debería hacer, según ellos, y cuando los individuos libremente actúan de otra manera, no tienen mejor solución que restringir, reprimir y coartar su libertad”.
“Sepan que la Argentina no acompañará ninguna política que implique la restricción de las libertades individuales, del comercio, ni la violación de los derechos naturales de los individuos, no importa quién la promueva ni cuánto consenso tenga esa institución. Queremos expresar oficialmente nuestro disenso sobre el Pacto del Futuro, firmado el día domingo, e invitamos a todas las naciones del mundo libre a que nos acompañen en el disenso y en la creación de una nueva agenda para esta noble institución: la agenda de la libertad”.
En la práctica, por ahora, este posicionamiento no tiene consecuencias concretas en la política doméstica. Tampoco lo tenía por ahora la tan mentada Agenda 2030, más allá de la imposición de la Unión Europea a sus proveedores de alimentos para que certifiquen que sus productos no surgieron de zonas que hayan sido deforestadas en tiempos recientes.