La Argentina dispone de una materia prima muy abundante que es la soja. Es de los pocos países del mundo en condiciones de producirla y exportarla. Pero además tiene una estructura industrial para procesar el poroto y agregarle valor. Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC), las entidades que agrupan a ese sector industrial, advirtió que dicho complejo está sujeta en los últimos dos meses a dos factores exógenos que lo tienen a mal traer: la guerra comercial entre China y Estados Unidos, y un Gobierno argentino necesitado de fondos.
“La agroindustria argentina motorizó el 47,5% del total de las exportaciones argentinas durante 2018. Aún considerando la sequía que tuvimos, fue casi la mitad de las exportaciones. El problema es que no tenemos medidas proteccionistas y en el medio el Gobierno nos plantea una crisis tributaria”, se lamentó Idígoras en diálogo con Bichos de Campo .
El dirigente empresario advirtió que, además de la crisis interna, “estamos frente a cambios en las matrices de comercio internacional, motorizadas por las medidas proteccionistas de los países líderes del mundo”.
Según este análisis, “esos cambios te pueden poner en dos escenarios: o bien uno de voluntarismo y de ingenuidad comercial, en donde el gobierno desprotege a las exportaciones y nos deja muy mal posicionado en los próximos 10 o 20 años, o bien un escenario en donde se adopta una posición muy agresiva de negociación internacional, como bloque o de modo individual, y con un apoyo impositivo al fomento de las exportaciones como hace todo el mundo, a través de los reintegros”.
Escuchá lo que nos decía Gustavo Idígoras:
Para mostrar lo desnivelada que está la cancha en contra de la industria aceitera local, el directivo de Ciara-CEC contrastó que “hoy Estados Unidos subsidia a la industria sojera con los mismos ingresos de divisas que produce Argentina. Y lo hace para producir harina, aceite y biodiésel, para luego exportarlo al mundo. (Eso provoca) que salga China a comprar de modo feroz para desplazar y desindustrializar a países como el nuestro”.
En ese contexto, el presidente del principal complejo exportador del país consideró que “el Gobierno nos puso en una situación de riesgo que no tenía esta industria desde hace más de 30 años, dejándonos un 2018 como año negativo”. Se refirió así a las últimas medidas aplicadas para el sector. En primer término la eliminación del diferencial de 2,5% que penalizaba las exportaciones de porotos de soja sin procesar, definido en agosto. Y luego la fijación de retenciones cercanas al 30% para todos los productos del complejo, incluidos los aceites y la harina.
“Estamos en plena guerra comercial donde la soja es el principal rehén y el Gobierno nos castigó en septiembre pasado, con el aumento de los derechos de exportación”, se despachó Idígoras.
Luego describió que debido a estas medidas “hubo un incremento de la primarización de las exportaciones del 220% entre el 1 de octubre y el 20 de enero, en relación a las exportaciones de soja sobre los demás productos. Hoy Argentina es la vedette de las compras de poroto de soja a nivel mundial. Todos vienen acá y piden cotización para vender soja al mundo, particularmente a los chinos, y si bien Brasil es el gran proveedor por el volumen que produce, Argentina tuvo un crecimiento fenomenal”.
“Hemos previsto que se dupliquen las exportaciones (de porotos) a China junto con la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y la Bolsa de Comercio de Rosario, pasando a 16 millones de toneladas para este año, lo que implicará una caída de la molienda y del ingreso de divisas”, agregó.
Idígoras añadió que las medidas dispuestas por el gobierno y que afectaron al sector se produjeron a pesar de que las fábricas realizaron un anticipo de ingreso de divisas en plena sequía. a los efectos de paliar la volatilidad del dólar. “No resulto, pero al menos se notó el esfuerzo y colaboración de parte de las empresas. Recordemos que el costo financiero de la Argentina es el más alto de todos los países productores de alimentos; por ende el esfuerzo que se hizo en junio del año pasado para ingresar divisas fue enorme, y esto ayuda también en el financiamiento a los productores”.
La mala onda reinante en la principal industria exportadora de la Argentina también llega hasta el negocio del biodiésel, el biocombustible elaborado a partir del aceite de soja. “Todas las plantas de biodiésel están cerradas. De los 4,5 millones de toneladas de capacidad de producción que tiene la Argentina, sólo se utiliza 1 millón de toneladas para las plantas pequeñas que están en el interior y que abastecen el corte obligatorio en el mercado interno. Pero las restantes plantas dedicadas a la exportación están plenamente cerradas”, advirtió Idigoras. Las exportaciones de biodiésel se extinguieron luego de las fuertes sanciones impuestas por Estados Unidos, Perú y la Unión Europea.
Respecto de este último mercado, Idígoras habilitó expectativas de una recuperación de los negocios a partir de una negociación llevada a cabo por la industria para destrabar el conflicto con la Unión Europea para exportar biodiésel. “Estamos en conversaciones, porque luego de ganarles el juicio de dumping, fabricaron una investigación de subsidios del Estado argentino y de las provincias, llegando a decir que Santiago del Estero tiene tanto dinero que subsidia las exportaciones de biodiésel a Rosario. Cualquier argentino que lea esto sabrá que el relato está fabricado”, contó.
Pese a esas acusaciones, “nos sentamos a negociar un posible acuerdo de volumen y precios con la comisión europea, para volver a exportar biodiésel en el corto plazo. Dicho acuerdo podría durar unos 5 años, y si se da, en febrero podríamos tener buenas noticias y así volver a exportar en marzo”, relató.
Idígoras agregó que la Cancillería argentina, por otro lado, llevó adelante una denuncia contra Perú en la Organización Mundial del Comercio (OMC), “esperando que ese país abra una ventana de oportunidad para negociar un acuerdo similar al de Europa”.