¿Qué INTA quieren achicar? Porque si ajustan a este INTA le harán un severo daño a la ganadería.
Tres técnicos del INTA y de la Universidad Pública (Paulo Recavarren, Francisco Caldentey y Claudia Faverín, que trabajan dentro de la Mesa de Innovación Ganadera de Olavarría) acaban de presentar los resultados de un inmenso trabajo de investigación a campo, que midió la Huella de Carbono (HC) en 41 establecimientos ganaderos promedio del sudeste y sudoeste bonaerense. El documento es relevante porque comienza a poner carne (como ciencia, números, datos concretos) a lo que hasta ahora es una frase: que la ganadería no es la culpable del cambio climático sino “parte de la solución” a la crisis del calentamiento global.
¿Por qué es importante este trabajo? Frente a las acusaciones de grupos ambientalistas de que las emisiones producidas por las flatulencias de los bovinos son una de las principales fuentes de emisión de gases de efecto invernadero (GEI), la comunidad productiva suele contestar con ese latiguillo (“somos parte de la solución”), pero hasta ahora son escasos los datos científicos que permitan contrarrestar con solidez los argumentos de tonos más emocionales que propalan quienes apuntan contra la ganadería. La batalla cultural, sin un trabajo serio, está perdida.
Es decir, no es desde una frase hueca que se enfrenta la prédica antiganadera sino que hay que hacer todo lo posible por conocer y mitigar las emisiones de GEI, pues estas emisiones existen y pueden ser reducidas con una serie de prácticas ganaderas. Como no se conoce lo que no se mide, y no se puede mejorar lo que no se conoce, este trabajo de los investigadores del sector público se torna un insumo clave.
“El INTA aborda la relación entre ganadería y cambio climático desde hace más de una década, trabajando en red con organismos nacionales (Universidades, CONICET, IPCVA, AAPA) e internacionales (Global Alliance, CIAL, WWF)”, dicen los autores del trabajo, que además recuerdan que “actualmente, el INTA trabaja para responder a la creciente demanda de información sobre la HC de los sistemas ganaderos, promovida por frigoríficos, empresas alimenticias y organizaciones que necesitan datos confiables para diferenciar sus productos”.
En este esfuerzo, que fue celebrado por la Mesa Argentina de Carne Sustentable (MACS), ya se evaluaron 41 establecimientos ganaderos ubicados en el sudeste y sudoeste bonaerense, midiendo la Huella de Carbono que se registran en diferentes tipos de manejo, e identificando “grandes oportunidades para mejorar la sostenibilidad de la ganadería regional”.
Este es el documento completo:
huella de carbono en 41 establecimientos ganaderos
Esta medición se realizó “tranquera adentro”, es decir hasta el momento en que los bovinos salen de los predios y, según el trabajo, “es un indicador que representa la cantidad total de GEI emitidos a lo largo del proceso productivo de la actividad ganadera, expresada generalmente en kilogramos de dióxido de carbono equivalente (kgCO₂e) por unidad de producto (como carne o leche).
Los gases emitidos son Metano (CH₄), generado por la fermentación entérica (digestión) en el rumen de los animales y la descomposición del estiércol; el Óxido nitroso (N₂O), emitido principalmente por procesos microbianos en el suelo debido a la descomposición de orina y heces, y el uso de fertilizantes nitrogenados; y el Dióxido de carbono (CO₂), asociado al consumo de combustibles fósiles en labores agrícolas, transporte y la producción de insumos, que además se toma como unidad de referencia
En esta investigación, la HC se expresa como intensidad de emisión (kg CO2 equivalente/kg peso vivo (PV producido) y emisiones por hectárea (kg CO2equivalente/ha). Para ellos se utilizó un prototipo del calculador desarrollado entre WWF e INTA, ajustado para sistemas locales tras dos años de desarrollo.
Los resultados al pasado 20 de enero de 2025 corresponden a las estimaciones en 41 establecimientos zonales: 22 campos de cría, 4 de cría-recría, 11 de ciclo completo, 1 de cría más cabaña, 1 de recría y 2 feed lot.
En los Sistemas de Cría, el promedio de emisiones fue de 20,86 kgCO2e/kg PV (con un rango de entre 16,93 kilos de dióxido de carbono por kilo de carne producido y 25,92 kilos). En estos campos, las principales fuentes de emisión son el metano y óxido nitroso de la orina (81% del total).
En los establecimientos de cría “la principal fuente de emisiones en los sistemas de cría provino de los animales, principalmente por la generación de metano y la excreción de orina en el suelo. Por otro lado, los servicios agrícolas, que incluyen labores como la siembra y el mantenimiento de diversos recursos forrajeros, representaron la fuente de menor impacto, lo que resulta coherente con el hecho de que estos sistemas se basan principalmente en pastizales naturales”.
En los Sistemas de Cría-Recría el promedio de la Huella de Carbono ha sido 16,66 kgCO2e/kg PV (rango: 12,57-17,60).
En estos campos las principales fuentes de emisión son el metano y excreción de orina (85% del total). Provino de los animales, principalmente a través de la generación de metano y la excreción de orina en el suelo, lo que representó más del 84% del total de las emisiones. Por otro lado, los servicios agrícolas, que incluyen labores como la siembra y el mantenimiento de distintos recursos forrajeros, fueron la fuente de menor impacto, lo cual es coherente con el
hecho de que estos sistemas se basan en pastizales naturales. En segundo lugar, en orden de importancia, se ubicaron las emisiones generadas por los recursos forrajeros.
En los Sistemas de Ciclo completo hasta la fecha, se estimó la huella de carbono en 11 establecimientos de Olavarría y la zona, donde además del ciclo se lleva a cabo actividad agrícola asociada a la alimentación animal. El promedio de HC es 17,63 kgCO2e/kg PV (rango: 15,07-23,22).
En este caso, al igual que en los sistemas de cría y cría-recría, el 81% de las emisiones provienen de los animales, principalmente del metano generado por la fermentación entérica y del óxido nitroso originado a partir de la orina. “En estos sistemas, las emisiones asociadas a los forrajes implantados (pasturas y verdeos) adquieren mayor relevancia. Asimismo, se incrementan las emisiones derivadas de la compra de alimentos producidos fuera del establecimiento, como subproductos de la industrialización de granos y núcleos proteicos/vitamínicos utilizados en la formulación de las raciones para el engorde a corral”, agrega el informe.
Finalmente el trabajo “recopiló información de 2 establecimientos de cría-recría (CR), 1 de cría+cabaña (C+Cab), 1 de recría (R) y 2 feedlot (FL) ubicados en Olavarría y sus alrededores, donde se estimaron indicadores productivos y la huella de carbono. “La cantidad limitada de establecimientos en cada sistema impide un análisis más amplio y detallado”, se aclaró.
¿Qué es lo relevante de este esfuerzo del INTA por medir la huella de carbono en los campos ganaderos? Pues aportar recomendaciones concretas para que estos productores puedan paulatinamente reducir su HC hasta eventualmente llegar a la neutralidad o simplemente minimizar el impacto de la actividad.
“Estos datos permiten identificar prácticas y estrategias de manejo que optimicen los resultados productivos y, al mismo tiempo, reduzcan el impacto ambiental. Por ejemplo, en los campos de cría, se observa que las variaciones en la proporción de los recursos forrajeros en la dieta del rodeo no generan un impacto significativo en las emisiones. En cambio, el incremento en la producción de carne, logrado mediante mejoras en la tasa de destete y en la eficiencia del stock, reduce considerablemente la huella de carbono”, dicen los autores a modo de conclusiones.
En los sistemas de ciclo completo, el análisis de los resultados “sugiere que la ganancia de peso diaria durante la etapa de recría es el indicador productivo más relevante en términos de HC, especialmente en novillitos y en menor medida, en vaquillonas”.
“Específicamente, a mayor ganancia diaria de peso en esta etapa, se observa una disminución en la HC por kilo de carne producido. Por otro lado, las variaciones en la ganancia diaria de peso durante la etapa de terminación, así como la duración de este período, no generaron un impacto significativo en las emisiones. Tampoco se observaron efectos relevantes en indicadores de la etapa de cría, como la tasa de destete, ni en parámetros como el peso de entrada, el peso a faena de machos y hembras, o la producción total de carne. Esto sugiere que la optimización de la recría tiene el mayor potencial para reducir la HC en estos sistemas”.