Desde el INTA Santiago del Estero, provincia que conserva gran cantidad de montes, vienen trabajando desde hace más de 20 años en el ajuste de prácticas de manejo de la vegetación en estos ambientes para resolver de forma eficiente los problemas de las leñosas para la ganadería, sin que ello implique una pérdida de las funciones ambientales del esos ecosistemas.
Según la Ley de Bosques Nativos 26.331, la superficie provincial se divide en tres tipos de zonas: La roja es zona de conservación y la verde zona de producción. En el medio las áreas pintadas de amarillo en el mapa se puede intervenir y producir pero siempre asegurando la sustentabilidad ambiental. Se trata de una superficie de 20 millones de hectáreas distribuidas en todo el Gran Chaco Argentino, con 5 millones solamente en la provincia de Santiago del Estero.
El INTA trabajo bajo la premisa de que no hace falta voltear todo el monte para hacer pasto en este tipo de campo. Es más barato, y deja un mejor ambiente para las vacas, hacerlo con tratamientos de baja intensidad. Y ahí surge el concepto de Rolado de Baja Intensidad (RBI), que fue tratado en el Congreso Nacional de Sistemas Silvopastoriles en 2012. Implica dejar senderos para que el impenetrable pueda ser aprovechado por los herbívoros y que con estas aperturas -disturbios- puedan crecer los brotes tiernos y hasta sembrarse pasturas como Gatton panic.
Para abordar esta problemática se trabajó junto a la Secretaría de Ambiente de la Nación, cuyos técnicos suelen considerar a la ganadería como destructora del bosque nativo. Pero mostrando los resultados de algunos ensayos del INTA, en 2015 se logró firmar el acuerdo MBGI (Manejo de Bosques con Ganadería Integrada). En dicho acuerdo se reconoció la necesidad de desarrollar maquinaria específica para la aplicación de los tratamientos silvopastoriles, siempre manteniendo la sustentabilidad del bosque.
En este sentido, el INTA de Santiago del Estero junto a la marca Zanello de Las Varillas, Córdoba, desarrolló el rolo autopropulsado Tatú MBGI, que trabaja con rolos de no más de 2,4 metros de ancho, es maniobrable y requiere de una alta capacitación del personal. De esta manera, se mejora significativamente la oferta forrajera y la accesibilidad, prácticamente sin afectar la cobertura arbórea y sus valiosas funciones ambientales, como aporte de materia orgánica, forraje para el ganado y hábitat de la fauna nativa.
El tratamiento más difundido en la región es el “rolado”. Consiste en el pasaje de un tractor o topadora que arrastra una herramienta denominada rolo, que es un cilindro metálico con cuchillas dispuestas de tal manera que al rodar encima de la vegetación leñosa provoca aplastamiento y corte. Simultáneamente se siembran pasturas, para mejorar la oferta forrajera.
Hasta el momento se venían difundiendo para la ganadería intensiva, tratamientos muy fuertes sobre la vegetación natural, con maquinaria pesada: desmontes, rolos muy anchos (más de 4 metros) y cadeneados. Pero era algo incompatible con la sustentabilidad del bosque. Por otra parte, existen tratamientos de menor impacto, como los de desarbustado manual. Sin embargo tienen la desventaja de ser muy costosos en mano de obra, y muy lentos en velocidad de avance.
Tatú MBGI, en este contexto, aparece como una herramienta que combina robustez, maniobrabilidad y seguridad para las tareas de rolado en montes nativos, resolviendo los problemas de la maquinaria habitualmente utilizada para realizar estas tareas. El equipo está montado sobre un tractor Zanello articulado de 160 HP, cuyo eje trasero se ha reemplazado por un rolo, manteniendo su tracción. Cuenta con protecciones integrales de cabina, motor y cubiertas.
El equipo tiene un ancho de trabajo de 2,6 metros y un largo total (incluyendo pala frontal) de 7 metros, convirtiéndolo en el equipo de rolado más corto y maniobrable del mercado. El peso total del equipo (sin lastre en el rolo) es de 8700 kilos, distribuidos en un 60% en el tramo frontal, y 40% en el trasero. Con un agregado de agua de 1700 litros, el peso quedaría distribuido en 50% en cada eje, y un peso total de 10500 kilos.
Cuenta con una pala frontal con una parrilla de empuje, diseñada para inclinar el arbustal sobre el que avanza el rolo desde una posición de 1,5 metros, reduciendo así el esfuerzo del rolo, el gasto de combustible, mejorando la visibilidad del avance del equipo y reduciendo la cantidad de hojas y ramas que ingresan al motor.
“En INTA Santiago desarrollamos todo esto desde un equipo conducido por el doctor Carlos Kunst. Hoy el equipo está trabajando en nuestro campo experimental, donde además de buscar ajustes y mejoras, pretendemos dar un impulso a la producción ganadera de nuestro campo, en el cual tenemos más de 6000 hectáreas de bosques nativos casi sin intervención”, señaló el ingeniero forestal Marcelo Navall, del INTA Santiago del Estero. El equipo espera que para mediados del año que viene el rolo ya esté en el mercado y atienda las crecientes demandas por parte de los productores del norte argentino.