Con la finalidad de mejorar el sector agropecuario y la vida rural, el 4 de diciembre de 1956 por medio del Decreto Ley 21.680/56 nació el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
El Instituto es un organismo de referencia obligada en Argentina, y es líder del escenario agro-tecnológico en investigación, extensión e innovación. No solo en nuestro país, sino que en el mundo es fuente de consulta, y sus investigadores y extensionistas algo así como rockstars.
El INTA es orgullosamente el rompehielos de una conversación en ambientes agroindustriales en casi cualquier parte del mundo, donde además de reconocer al organismo, también se hace referencia a sus integrantes, referentes mundiales.
Cumplimos años celebrando logros que son fruto de nuestro trabajo junto al sector agrobioindustrial y asumiendo que todavía queda mucho por hacer. Brindamos por los desafíos que vendrán, siempre con la ciencia y la tecnología como bandera.#67AñosINTA #100LogrosINTA pic.twitter.com/QjZEkFH11I
— INTA (@intaargentina) December 4, 2023
Como dicen por ahí, que para muestra solo hace falta un botón, una estación de vanguardia que se destaca es la experimental Rama Caída, ubicada en San Rafael, al sur de la provincia de Mendoza.
Esta regional cuenta con un predio de 90 hectáreas, y abarca los departamentos de General Alvear, pasando por San Rafael hasta Malargüe, y se especializa en probar tecnologías a tono con las características productivas de la zona, particularmente en viñedos.
Sin embargo, se han diversificado las líneas de investigación, y de esta forma acompañar el crecimiento de otras producciones que han tomado auge en la zona, como es el caso de las plantas forrajeras y frutales como la ciruela. Todo esto sobre la base de la agroecología y las posibilidades que brinda el medio local para ir remplazando principios activos.
Cecilia Picca es la directora de la experimental, y en diálogo con Bichos de Campo traza el escenario productivo de la zona y las líneas de investigación que el INTA lleva adelante, donde se escuchan conceptos como bioinsumos, agroecología, diversificación, industria, ambiente.
“Estamos ahora en una estación experimental donde hay un área de investigación fuerte, pero que no está aislada del territorio donde trabaja. Entonces casi todas nuestras líneas de trabajo tienen un área específica de investigación, un área específica de innovación, que es donde probamos a nivel de campo todo lo que estamos investigando, dijo la agrónoma a este medio.
Asimismo, Picca señaló que en el predio de Rama Caída, también se prueban tecnologías de riego, de control de heladas, telas antigranizo y otras a la par de las necesidades y condiciones reales del productor. “Vamos probando todo y lo que no podemos probar acá lo probamos con ellos. Tenemos mucho vínculo con los productores a través de programas específicos como es Cambio Rural o a través de los clúster”.
De acuerdo a lo que explica la directora de la experimental Rama Caída, los grandes sectores en los que está enfocado su trabajo se pueden resumir en: “El clúster Ganadero de Mendoza, el clúster de ciruela industria, y el clúster de frutos secos, que también es otra de las líneas y de la actividades que viene creciendo en el sur de Mendoza”, continuó detallando.
Pese al desarrollo de todas estas tecnologías que se desarrollan en la regional Rama Caída, Picca insiste que falta una mayor presencia de estas en la finca de los productores, para no lamentar daños como lo que ocasionan las heladas, al dañar cultivos que se realizan durante todo un año y representa el sostén de una familia completa.
Mirá la entrevista completa con Cecilia Picca:
-El INTA tiene probadas tecnologías, ¿creés que lo que falta es masificarlas y que muchos más productores puedan llegar a ellas?
-Exactamente. En algunas fincas hay sistemas de control de heladas por riego, supra arbóreo o riego subarbóreo. Hay muchas tecnologías dando vueltas que requieren inversiones importantes. Tecnologías hay diversas y están todas probadas. Solo que hay que darle las condiciones a cada cuadro y a cada cultivo para que esa tecnología funcione. No es lo mismo poner la misma tecnología puesta en condiciones diferentes, va a dar resultado diferente. Si hacemos más masiva la incorporación de tecnología de control de heladas, de tecnología de tela antigranizo, que es otra de las variables que muchas veces pone en jaque a la producción y de tecnología de riego presurizado, estaríamos cubriendo las tres principales variables que pueden afectar gravemente algunos años el nivel productivo.
Como expresó Cecilia Picca, el INTA dentro del valle sigue desarrollando tecnologías acorde a los cultivos tradicionales. Es por eso que muchos de estos son ensayos en viñedos, una actividad que le exige a los productores reinventarse constantemente y “acelerar cambios generacionales” en pos de mantenerse dentro de la actividad y generar rentabilidad.
“Los chicos jóvenes que están ingresando al sistema vienen de la mano de nuevas tecnologías de agregado de valor. Entonces muchos hijos de productores estudian enología, ponen en práctica lo que estudiaron, hacen su propio vino y lo comercializan directo al turismo”, explicó.
-Hay una tendencia clara con esto y lo que antes se vendía como uva ahora tratan de hacer toda la integración, ofrecer el vino y manejar un poco el negocio.
–Exactamente, porque no es lo mismo el valor que se recibe cuando uno vende la uva a una bodega o a una cooperativa, a poder comercializar el producto terminado, directamente desde el que lo elabora a quien lo consume. Entonces, muchos pequeños productores, que no tienen escala productiva para hacer número en la venta de producción primaria, tienen que volcarse a este sistema. Otros que están en una escala intermedia están trabajando en cooperativas, o formando red de productores que generan la materia prima de las bodegas locales. Entonces, dependiendo de las escalas y de las posibilidades y también de los gustos personales, lo que la pasión mueve en cada una de las familias es cómo van buscando la alternativa. Pero se vuelve a repetirse lo de la diversificación, es una viticultura sumamente diversificada.
-¿Este tema de la diversificación imagino que se repite en otras actividades, por ejemplo la ganadería?
–Hay una escala de intermedia a chica en esta zona de producción. Entonces la diversificación permite que los riesgos también se reduzcan y los productores van buscándole la vuelta. En el caso de la ganadería, van tratando de interactuar como nexo entre el secano y el oasis. Y con respecto a la viticultura sucede lo mismo con respecto a la producción de ciruela -industria, que es un producto que se exporta. En febrero se siente el aroma de la ciruela, no solo por la cosecha, sino también por los hornos y por los deshidratados solares que están instalados en toda la región. Acá estamos en el núcleo productivo de ciruela -industria del país y realmente es una cadena que caracteriza a nuestras familias, productora y a nuestro territorio.
-Sos de Córdoba y llegaste acá ¿Qué es lo que te retuvo en esta zona? ¿Qué es lo que te parece importante dentro de las tareas del INTA como para quedarte y seguir trabajando con ese empuje?
-Sí, soy de Córdoba, de Jovita, un pueblo en el sur, y la verdad es que San Rafael me encantó. En cuanto a su paisaje, a su naturaleza, a sus sistemas productivos. La diversidad que hay, la riqueza a pesar de ser un suelo que no tiene los niveles de materia orgánica que hay en la región pampeana. El clima y la sociedad de la comunidad de San Rafael la verdad es que atraen y de hecho hay mucha gente que elige San Rafael para vivir.