Los especialistas en cereales del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) consideraron que la Argentina arranca una nueva campaña de trigo con “perspectivas positivas” tanto en materia de precios como de clima. Pero a la hora de poner los ravioles a hervir, prefirieron la cautela. Se inclinaron por apoyar las estimaciones más mesuradas del sector privado, que hablan de una superficie a sembrar de 6,5 millones de hectáreas, y no por la estimación lanzada un mes atrás por el propio Ministerio de Agricultura, que se ilusionaba con llegar a 7 millones.
En rigor, un informe de INTA Informa comienza citando las estimaciones privadas como el escenario más probable.
“Según el informe precampaña de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), “el precio del grano, su rol como cultivo de servicio –tanto como cobertura vegetal invernal o para cumplir los planes de rotación–, el reabastecimiento de humedad en el perfil y las necesidades financieras previo a la campaña gruesa, sostendrían una intención de siembra similar a la del año pasado, es decir: una superficie de 6.500.000 hectáreas”, avala el INTA.
Este nivel de siembra, si se confirma, será una buena noticia, porque implicará un “incremento sobre la superficie promedio de las últimas 5 campañas de 6,6 %”. Pero está lejos del optimismo derrochado por el Ministerio de Agricultura, que el 30 de marzo pasado presentó sus proyecciones de precampaña. En esa ocasión, el subsecretario de Agricultura, Delfo Buchaillot, y su par de Mercados Agropecuarios, Javier Preciado Patiño, anticiparon que se ilusionaban con una siembra de 7 millones de hectáreas y una producción de entre 20 y 21 millones de toneladas.
El INTA prefirió un tono más moderado, pero no por ello menos optimista. “La campaña de trigo arranca con muy buena expectativa”, aseguró Fernando Giménez, que es el titular del Programa de Cereales del organismo. La perspectiva positiva se sostiene en los buenos precios, al pronóstico de fin de “La Niña” y a las últimas lluvias que recargaron los perfiles de suelo en la mayoría de las regiones trigueras.
Lo que el INTA no puede decir es que en el territorio de las malas perspectivas que provoca la incertidumbre política: se trata del temor de muchos productores a que el propio gobierno intervenga en el mercado del cereal, especialmente sobre las exportaciones, para acallar el alza de precios internos de los alimentos. Ese solo temor es el que lograría reducir la intención de siembra en 500 mil hectáreas, pues en muchos planteos se optará preventivamente por reemplazar el trigo por la cebada.
Carlos Ghida Daza, que es experto en márgenes agrícolas del INTA, definió que -más allá de esos temores- el cultivo de trigo presenta un positivo panorama en la proyección del nuevo ciclo, en un contexto de mercado de granos favorable para la mayoría de las producciones pampeanas extensivas. “En el caso de Córdoba, la opción de doble cultivo con soja de segunda brinda al cereal una interesante alternativa para la gestión en la empresa”, señaló.
“Desde el INTA alentamos y promovemos la siembra de trigo y su mayor participación en las rotaciones agrícolas, por el aporte a la sustentabilidad del sistema productivo”, indicó Giménez y explicó: “A través del rastrojo y de su sistema radicular, genera un balance positivo de carbono y mejora la capacidad de infiltración del agua de lluvia en el suelo”.
Como los profesionales y productores de Córdoba, Santa Fe y norte de Buenos Aires –región triguera central-norte– ya iniciaron consultas, Jorge Fraschina , que es un especialista del INTA Marcos Juárez, explicó que “es fundamental planificar el cultivo de acuerdo a la cantidad de agua útil en el suelo y a la disponibilidad de nutrientes en cada caso”.
Fraschina enfatizó en una de las armas que tiene la superficie triguera para defenderse y crecer en esas zonas: la secuencia trigo/soja en la rotación de cultivos. “Es una alternativa rentable para toda la región central-norte, debido a que permite incrementar la producción de granos en una misma superficie, mejora el resultado económico y el flujo de capital y de trabajo”, indicó. “Además, permite optimizar el uso del recurso agua en una amplia región cuyo promedio anual de lluvias es superior a los 800 milímetros”.
“Para este nuevo ciclo, la intención de siembra es alta; las consultas de profesionales y productores sobre variedades y recomendaciones comenzaron a llegar más temprano, en comparación con años anteriores”, indicó Lucrecia Gieco, que es especialista del INTA Paraná. Allí, al igual que en otras unidades de INTA, anualmente se realizan ensayos comparativos de cultivares de trigo pertenecientes a la red de ensayos que coordina el Instituto Nacional de Semillas (INASE). Por eso los productores piden recomendaciones sobre las variedades a sembrar.
“No es común que el productor cambie todos los años de variedad. Sin embargo, hay un reemplazo de variedades cuando una enfermedad o plaga afecta el comportamiento de un genotipo determinado”, explicó la referente del INTA Paraná y añadió: “En la campaña 2020/21 se vieron valores altos de severidad de roya amarilla y roya de la hoja en cultivares difundidos de conocida susceptibilidad a la enfermedad, y que originaron pérdidas de rendimiento en los ensayos sin aplicación de fungicidas”.
Desde el norte de Santa Fe, la especialista del INTA Reconquista Ana Brach señaló que también “es necesario prestar especial atención a la fecha de siembra adecuada para cada largo de ciclo”. Y puntualizó: “En la zona oeste de la subregión I, la siembra comenzará en 20 días, mientras que, en el noreste, la fecha de siembra recomendada es a partir de comienzos del mes de junio”.
La información registrada en los ensayos de evaluación de cultivares trigo, realizados en la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Reconquista (RET), se encuentran disponible en una página web interactiva, destinada justamente a la elección de cultivares de trigo.