Cuando propiciaba el desguace del INTA, sobre todo promoviendo el cierre de agencias de extensión que asesoran a los productores de menor escala, desde su poltrona porteña el ministro desregulador Federico Sturzenegger decía que esa tarea no era necesaria, pues siempre habría asesoramiento de empresas privadas que reemplazarían rápidamente a los agentes estatales.
La falta de sustento en esa afirmación, que parece desconocer la enorme diversidad productiva del país, seguramente ayudó para que el Congreso diera marcha atrás con los decretos propiciados por Sturzenegger para liquidar la autarquía del INTA y otros organismos. Porque la realidad es que hay muchos productores familiares que necesitan ayuda, más allá de lo que supongan en los despachos de Buenos Aires.

En este contexto sucedió algo novedoso: Luego de la fallida intervención, el INTA acaba de inaugurar una nueva sede para su Agencia de Extensión Rural de Malargüe, en el árido sur mendocino, donde la soja no crece y los pequeños productores de cabra no pueden esperar a que les llegue el asesoramiento de una multinacional agrícola.
En el acto de inaugración de las nuevas oficinas, estuvo Ariel Pereda, el director nacional del INTA. “Es prueba de la importancia que otorga esta institución a sostener el acompañamiento a los productores y a impulsar las economías regionales”, sostuvo un comunicado llegado desde el sur de Mendoza.
Como sea, allá creen que “contar con un espacio propio constituye un paso fundamental para potenciar el accionar institucional y consolidar la presencia territorial del Instituto”, que pasó varias décadas desarrollando sus actividades en espacios cedidos o alquilados.

Por eso es para celebrar que el pasado sábado se concretara un hito largamente esperado: la inauguración de instalaciones propias en Malargue, incluso aunque más sea en un contenedor que fue acondicionado como oficinas y que fue financiado por la Asociación Cooperadora de la EEA Rama Caída y Fundación ArgenInta. La instalación queda en pleno centro de la ciudad de Malargüe, en la Calle Rufino Ortega esquina Inalicán.
En el acto de inauguración, Pereda destacó la activa participación de las instituciones, organizaciones y productores locales, sellando un compromiso conjunto para aportar al desarrollo del sector agropecuario de Malargüe.

La directora de la Estación Experimental Agropecuaria Rama Caída, ingeniera Paula Diez, de la cual depende la AER Malargüe, expresó que este espacio no es solo una nueva sede sino “la expresión concreta de una apuesta institucional profunda, sostenida y comprometida con el desarrollo territorial, la producción local y el fortalecimiento de los vínculos con las comunidades”. Luego destacó que, desde INTA, “creemos en el valor de estar presentes”.
La AER Malargüe fue creada por resolución del Consejo Directivo nacional el 14 de noviembre de 1985. Durante estos casi 40 años de trayectoria, ha acompañado el desarrollo rural y tecnológico en las principales cadenas productivas locales: papa semilla y ganadería caprina, además de contribuir al desarrollo del sector con proyectos de abastecimiento de agua para usos múltiples, promoción de sistemas hortícolas bajo cubierta, acompañamiento del sector apícola, gestión de proyectos de valor agregado y ordenamiento ambiental territorial, entre otros.
			



