Argentina debería estar “nadando” en divisas. Porque la agroindustria generó en el primer semestre de 2022 una cifra colosal de dólares que, debido a la mala gestión económica del gobierno de Alberto Fernández, se “evaporaron” en su mayor parte.
En los primeros seis meses de este año el ingreso neto integral de divisas generado por los sectores “oleaginosos y cereales” y “otras actividades primarias” fue de 21.085 millones de dólares (M/u$s), mientras que en el mismo período de 2021 esa cifra había sido de 19.094 millones de dólares (M/u$s). Es decir: un crecimiento del 10%.
El hecho inédito es que tales cifras –que se explican fundamentalmente por la suba de los precios internacionales de los productos agroindustriales– se originaron en un contexto de amenazas, presiones, regulaciones, intervenciones y elevada presión impositiva implementada por el gobierno nacional, lo que indica que, en condiciones equivalentes a las vigentes en países normales, como puede ser el caso de Brasil, Uruguay o Paraguay, los ingresos de divisas generados por las exportaciones agroindustriales argentinas habrían sido seguramente muy superiores.
En segundo lugar se ubicó el sector “alimentos y bebidas” con 3904 M/u$s netos ingresados en el primer semestre de 2022 (versus 4320 M/u$s en el mismo período de 2021), mientras que el tercer lugar en el ranking de generación de divisas fue para la minería con 1709 M/u$s (1309 M/u$s).
Los servicios profesionales en el primer tramo del presente año generaron divisas netas por 1360 M/u$s, el cual comprende asesoramiento jurídico, contable, publicidades, diseño, informática, información y un largo etcétera. Se trata de un sector que también podría generar muchas más divisas, dado que, debido al “cepo cambiario”, buena parte de tales servicios realizados desde territorio argentino se facturan en jurisdicciones en las cuales el Estado no se apropia indebidamente del esfuerzo ajeno.
Los datos corresponden a cifras del último Balance Cambiario publicado por el Banco Central de la República Argentina (BCRA) en lo que respecta a exportaciones/importaciones, inversiones directas, préstamos, giro de utilidades y formación de activos externos.
En cuanto a la industria petrolera y gasífera, los ingresos por exportaciones e inversiones generados en el primer tramo de 2022 no lograron compensar la salida de divisas, lo que implicó que el sector registró un balance cambiario neto de -1170 M/u$s.
El desarrollo de los yacimientos patagónicos de hidrocarburos no convencionales (shale oil, shale gas y tight gas) se encuentra comprometido por la inestabilidad económica presente en la Argentina, al tiempo que el gobierno decidió desactivar buena parte del programa de promoción de biocombustibles que podría contribuir a suplir parte de la oferta interna de combustibles con recursos producidos en el país.
Los demás grandes sectores generadores de bienes y servicios de la economía argentina consumen muchísimos más dólares de los que generan y son “subsidiados”, en términos cambiarios, por el sector agroindustrial.
El “campeón” del consumo de divisas en los primeros seis meses de este fue la industria química, la cual registró un déficit cambiario neto de 3275 M/u$s. ¿Cómo es eso posible? Un solo dato: el principio activo del herbicida más empleado en la Argentina –el glifosato– se importa en su totalidad de China.
Un párrafo aparte merece el sector turístico, que registró un déficit insólito de 3275 M/u$s en enero-junio de 2022 a pesar de que el valor de los bienes y servicios está virtualmente “regalado” para los visitantes extranjeros, quienes claramente no tienen entre sus opciones viables a la Argentina a pesar de los enormes atractivos culturales disponibles. Buena parte del déficit, vale recordar, se explica por viajes oficiales de funcionarios públicos que no agregan valor alguno a la economía del país.
En los siguientes puestos del ranking de consumidores de divisas se encuentran los sectores de “maquinaria y equipos” con un déficit de 2743 M/u$s y el comercio con otro de 2728 M/u$s. No es extraño que ambos tengan cifras tan abultadas, porque la importación de bienes de capital, piezas y bienes de consumo con un tipo de cambio “subsidiado” representa un negocio sumamente lucrativo para las empresas bendecidas por el favor oficial.
Por ejemplo, considerando los valores actuales, si una empresa de indumentaria consigue los dólares a 137 $/u$s para importar maquinaria dedicada a la fabricación de remeras, está haciendo un gran negocio porque el valor real actual de esos dólares no es 137 $/u$s, sino al menos 288 $/u$s (CCL). Si a eso le sumamos una súper protección arancelaria y regulatoria que encarece por demás el valor de las remeras importadas, entonces estamos en presencia de un negocio infalible conocido como “cazando en el zoológico”.
En los siguientes puestos del ranking de consumidores de divisas se ubican la generación de electricidad con -2388 M/u$s (lo que se explica fundamentalmente por el gasoil importado por la empresa estatal Cammesa), la industria automotriz con -1362 M/u$s, metales con -952 M/u$s, industria textil con -539 M/u$s, industria del papel y ediciones con -417 M/u$s y comunicaciones con -322 M/u$s, entre otros.
Vale recordar que desde mayo de 2020 a la fecha las autoridades de BCRA vienen implementando una serie de barreras administrativas orientadas a restringir la posibilidad de concretar importaciones de bienes considerados “no esenciales”, entre los cuales, lamentablemente, se incluyen a productos esenciales para la dinámica de la economía argentina.
El Balance Cambiario del BCRA muestra que en el primer tramo de 2022 casi no se realizaron giros de utilidades hacia el exterior, lo que representa una cifra ridículamente baja porque esa operatoria está restringida de facto a partir de lo instrumentado por la comunicación “A”6768 del BCRA.