El comunicado oficial dirá que hubo pedidos de las provincias para postergar, una vez más, la entrada en vigencia del troceo obligatorio de la media res, sin identificar qué gobernador habló y cuál son sus argumentos. Esta supuesta presión será la excusa perfecta que encontraron las autoridades de la Secretaría de Agricultura para salir del atolladero en que se metieron solitos por la mala praxis de sus funcionarios. Lo cierto es que ahora habrá tiempo para barajar y dar de nuevo.
Ahora el día de los “cambios históricos en el comercio de carne”, como titularon los grandes diarios, se trasladó hasta el 15 de enero de 2023. Bichos de Campo, en todo este proceso, relató todas las posiciones en juego y las dificultades para aplicar este medida.
La entrada original en vigencia de la prohibición original, que era que los obreros de la carne no tuvieran que hombrear medias reses mucho más pesadas de lo recomendable para su salud, había sido pautada para abril de 2020, por las autoridades laborales. Pero luego la medida quedó en la nada y recién un año después, en abril de 2021, con el cepo a la exportación de carnes, el gobierno la retomó aunque reconvirtiéndola en una medida de neto corte comercial, que solo habilitaba la salida de los frigoríficos de la carne en trozos de no más de 32 kilos de peso. Como las autoridades excluyeron de paso toda mención a la posibilidad de utilizar medios mecánicos alternativos, era el final de la media res, que quedaba indirectamente prohibida.
Desde el vamos, la medida se pactó solamente con un sector de la industria de la carne, el más concentrado y poderoso, el Consorcio ABC que reúne a 25 plantas exportadoras. Ellas, por la naturaleza de su negocio, ya despostan la media res porque envían unos cortes aquí y otros cortes allá. Pero en buena parte del resto de la industria (que faena el 70% de las cabezas que absorbe el mercado interno), la media res que llegaba directo a las carnicerías es el método más tradicional y aceptado socialmente. Con los representantes de ese sector “consumero”, por cierto más fragmentada y vidriosa, los funcionarios de Agricultura apenas hablaron.
La mala praxis oficial arrancó por el mismísimo presidente Alberto Fernández, que fue el primero en cerrar trato solo con los exportadores. Pero luego se extendió a varios ministros y secretarios como Matías Kulfas, Julián Domínguez y ahora Sergio Massa y Juan José Bahillo. Por h o por b, este último funcionario se negó a recibir a una coalición de cámaras de la industria frigorífica consumera y de los matarifes que venían advirtiendo que el cuarteo de la media res era inaplicable y le pedían audiencia desde agosto pasado. No les respondieron al teléfono.
Las excusas de los críticos eran varias, quizás exageradas pero entendibles: decían que había falta de apoyo financiero para hacer obras, en las plantas y en el transporte de carne (lo cual es cierto); que la normativa no permitía el uso de medios mecánicos alternativos para mover las medias reses (lo cual es cierto); y que se podía producir un doble estándar sanitario, porque muchos matarifes escaparían hacia frigoríficos habilitados ya no por la Nación sino por provincias y municipios, para seguir operando con las medas reses. Lo cierto es, en este punto, que la mala praxis de la Secretaría de Agricultura se expresó en nulos acuerdos con los gobiernos provinciales para llevar a cabo esta transformación de manera unísona. Ahora le echan la culpa a los gobernadores.
Tan mala fue la aplicación de la medida, que ya había soportado una primera prórroga el 1 de enero de 2022 y ahora será demorada nuevamente al 15 de enero de 2023, que recién hace unas horas el gobierno estableció de qué manera se garantizará el etiquetado de los diferentes cuartos que surjan de la media res al partirla, para garantizarle al consumidor del mercado interno cierta trazabilidad mínima, como para conocer el origen de la carne.
Cosas como estas, tan elementales, no habían sido ni siquiera previstas por el titular de la Dirección de Control Comercial Agropecuario, Luciano Zarich, y por autoridades del Senasa, quienes tenían a su cargo la implementación normativa y se comportaron en todo este proceso como el “empleado del mes” de los grandes frigoríficos exportadores.
Finalmente ahora se volvió a ganar tiempo con una prórroga de 75 días, que caerá en pleno verano, vacaciones, cuando nadie esté demasiado atento a las cosas. Para llegar a este nuevo espacio de negociación, fue necesario que las cámaras de frigoríficos y matarifes anunciaran un lockout patronal a partir de esta semana, que hubiera desabastecido rápidamente de carne el mercado local y hubiera sido el ingrediente letal para que se produzca una suba de los precios de la carne a la población, que ya están bastante atrasados respecto de otros indicadores.
La mentirilla oficial es que hubo un pedido especial de las provincias (con las que tuvieron tres años para conversar y no lo hicieron) para justificar esta prórroga surgida de su propia incompetencia, o lo que es pero de una posible complicidad con ciertos sectores empresarios. La sospecha de fondo es que el Consorcio ABC quería generalizar el cuarteo para tener posibilidades de ganar territorio en el mercado doméstico, dejando fuera de competencia a otros jugadores.
“La extensión, que estará vigente hasta el 15 de enero de 2023, se decidió luego de un pedido especial por parte de las provincias, con el fin de poder adecuar cuestiones vinculadas a la implementación, control y logística del troceo”, explicó un comunicado de la Secretaría de Agricultura, donde esta misma tarde el otrora insensible Zarich comenzará a escuchar las argumentaciones en contra de cuarte forzoso.
La comunicación oficial agrega que “se extiende el plazo hasta el 15 de enero de 2023 con el fin de que las provincias y los actores que componen la cadena, terminen de adecuar lo necesario para comenzar con la implementación de esta medida recomendada por la Organización Internacional del Trabajo, que mejora las condiciones laborales de los trabajadores, para que no carguen más sobre sus hombros medias reses de más de 100 kilos. Además es necesario por una cuestión vinculada al cuidado bromatológico”, indicó, añadiendo un último punto que es materia de discusión entre lso especialistas y que también suena a otra excusa.