El Banco Central (BCRA) concertó con cinco bancos internacionales una operación de pase pasivo (REPO) con títulos Bopreal por un monto de 1000 millones de dólares a un plazo final de dos años y cuatro meses y con una tasa fija anual del 8,8%.
Si bien el gobierno se esforzó por comunicar que se trató de una acción orientada a consolidar el “proceso de normalización en el acceso a los mercados internacionales de crédito”, la realidad es que en el agro esa noticia dejó un sabor amargo.
Si se consideran los precios FOB actuales del complejo sojero, una cifra de 1000 millones de dólares es equivalente a 2,4 millones de toneladas de poroto y 2,1 millones de harina y aceite de soja, algo perfectamente alcanzable con precios libres de derechos de exportación.
“El gobierno argentino celebró la obtención de un préstamo REPO de apenas 1000 millones de dólares con una tasa del 8,8% anual, mientras el sector agropecuario –históricamente la mayor fuente de divisas del país– languidece bajo el peso de retenciones asfixiantes”, comentó a Bichos de Campo el analista financiero Claudio Andrés Spinelli.
Brindar incentivos económicos para incrementar el área y la producción de soja –entre otros cultivos– no sólo no tiene costo financiero alguno, sino que además es un movilizador de los todos los sectores proveedores de bienes y servicios del agro.
“El préstamo, obtenido tras meses de negociaciones, es apenas un parche temporal que dejará al país más endeudado y vulnerable. Javier Milei parece apostar todo a los mercados internacionales, ignorando el potencial del campo como generador de divisas genuinas”, indicó el especialista.
“¿Por qué no negociar con el agro? Reducir retenciones habría generado varios miles de millones de dólares sin intereses ni endeudamiento, revitalizando un sector clave que está al borde del colapso”, añadió.
Spinelli dijo además que las cesaciones de pago en dos empresas proveedoras del agro (Surcos y Los Grobo) no representa una buena señal para el sector que es el principal generador genuino de divisas del país.
“El crédito de 1000 millones es una victoria vacía y costosa. Con una tasa altísima, un impacto limitado y muy por debajo de las expectativas iniciales, el gobierno optó por ignorar al campo, dejando que el sector se hunda mientras celebra un logro que no lo es”, resumió.