En uno de los pasillos de Agritechnica 2025, la principal muestra de tecnología y maquinaria para el sector agropecuario, Santiago Tourn —especialista en maquinaria agrícola, docente universitario y referente de Mecatech, su consultora— explica cómo está cambiando la tecnología a escala global y qué puede esperar Argentina en el corto plazo.
Tourn ya había recorrido la muestra alemana en 2023. “Estuve en 2023 también, que fue después del impasse por la pandemia, así que hubo una gran presentación tecnológica en ese año sobre lo que no se pudo mostrar antes. Mucho de lo que se tenía que mostrar estaba guardado”, recuerda.
Según explica, lo que se ve en esta edición es la siguiente fase de esa ola innovadora. “Ahora vemos la evolución de eso, sobre todo en lo que es autónomos: tractores autónomos, máquinas autónomas. Muchos desarrollos que hace dos años eran incipientes hoy ya están desarrollados y en el mercado”.
Esa tendencia, afirma, es global. “El mundo de la maquinaria va hacia eso. En la parte de producción de granos, quienes están a la vanguardia son las cosechadoras. Todas las empresas de cosechadoras tienen inteligencia artificial y automatismo casi en su totalidad”.
Y aporta un ejemplo reciente: “Estuvimos viendo en el stand de New Holland que ya tienen automatismos para los cabezales, como el cabezal maicero, para detectar la altura de la planta, cuándo abrir las chapas de espigadora y cuándo cerrarlas. Todo el automatismo estaba dentro de la cosechadora y ahora lo pusieron en los cabezales”.
Para Tourn, la inteligencia artificial no cambia la naturaleza del objetivo histórico de la maquinaria agrícola, sino la forma de alcanzarlo. “Cualquier maquinaria agrícola sigue buscando la eficiencia: eficiencia productiva, eficiencia de rendimiento operativo, eficiencia en lo que hace. Lo que hacen la inteligencia artificial y los automatismos es aumentar esa eficiencia”.
Ese salto tecnológico tiene tres efectos concretos: “Ayuda a aumentar la capacidad de trabajo, menor consumo de combustible y menores emisiones. Ese es el objetivo final: menor huella de carbono”.
La pregunta inevitable es si semejante nivel de automatización puede verse pronto en los campos argentinos. Por ahora es habitual ver esas máquinas en exposiciones o concesionarios, pero no tanto en los campos. Tourn cree que sí. “Por cómo viene el año, en poco tiempo va a poder escalar rápidamente. Las tecnologías que estamos viendo en este stand ya están todas en Argentina hace tiempo, tanto en cosechadoras como en sembradoras”.
El especialista explica que la llegada de empresas europeas está empujando al mercado local. “Están empezando a ingresar marcas europeas a Argentina que ayudan a levantar, y creo que también van a traccionar el ingreso de más tecnología de otras empresas que en Argentina tienen una base tecnológica, pero como no hay demanda, no se ha pedido otra carga tecnológica”.
También desacopla un mito sobre el precio. “El costo más grande de una maquinaria no es la tecnología, sino todo el equipo, el fierro. El fierro vale mucha plata, y después cada paso tecnológico le suma, pero no es tan grande. Los automatismos son lo más barato de las máquinas. Si una cosechadora, por un nivel más alto de automatismo, cuesta treinta o cuarenta mil dólares contra el millón de dólares que vale la máquina…”
Por eso, considera que la adopción masiva no está tan lejos. “Estamos en el pico de la montaña, pero pronto va a empezar a bajar porque la tecnología no va a ser tan cara y algún agregado no va a significar un costo más grande. Quizá en un mediano plazo ya tengamos mucha tecnología autónoma con todos los chiches funcionando en campos argentinos”.
Mirá la entrevista completa con Santiago Tourn:
Tourn introduce, sin embargo, una advertencia central, y es que la tecnología existe, pero falta capacidad para usarla. “Tampoco hay que obnubilarse con toda la tecnología. Primero hay que capacitar a la gente para que pueda manejar esa tecnología”.
Y aporta un dato contundente: “En cosechadoras se usa el veinte por ciento de la carga tecnológica que tiene una máquina. En Argentina, aproximadamente, los clientes de una marca usan solo el veinte por ciento del total del automatismo de una cosechadora. Es muy poco. Hay muchísima inversión desaprovechada”.
Ese déficit tiene consecuencias productivas y económicas. “Eso es deficiencia: uno busca menos pérdida y mejor calidad de grano. Además, estás pagando por algo que no se usa. Si hacés un análisis de gestión o de inversión, los números no te van a dar”.
El problema, señala, no es solo técnico sino generacional. “Hay mucha gente que no es nativa digital. Yo no soy nativo digital, soy más bien de los ochenta. Cuando alguien es nativo digital, es más fácil entender cómo es la interfaz de una pantalla”.
Por eso, su consultora se especializa en llenar ese vacío. “Lo que hacemos desde Mecatech es tratar de capacitar a la gente para usar mejor la tecnología. Por eso venimos a todos estos lugares, para empaparnos, entender y ayudar, porque vemos que no alcanza. Desde la empresa no alcanza”.
Tourn viajó a Alemania acompañado por parte de su equipo. “Somos diez en el equipo, todos ingenieros agrónomos. Ahora venimos cinco. Después nos vamos a España a una gira de trabajo. Es una linda experiencia. Yo ya la tuve, pero para los chicos es la primera vez que vienen”.




