El “dólar soja 3” nació “rengo” y, en tales condiciones, es poco probable que pueda correr la maratón con la que sueñan los funcionarios del equipo económico del gobierno nacional.
Los contratos Soja Rosario Abril y Mayo 2023 del Matba Rofex finalizaron este miércoles en 365 y 366 u$s/tonelada respectivamente y esos números, con un tipo de cambio especial de 300 $/u$s, equivalen a 109.500 y 109.800 $/tonelada.
Ahora bien, el contrato Soja Rosario Julio 2023 terminó ayer en 406,1 u$s/tonelada, un valor que, con el dólar futuro del Matba Rofex para esa misma posición (285,5 $/u$s), arroja un precio final de 115.900 $/tonelada.
Si se considera que la inflación proyectada desde el presente hasta el mes de julio no es inferior al 25%, entonces está claro que un valor de casi 110.000 $/tonelada hoy es superior a los casi 116.000 $/tonelada.
Si queres vender soja espera el dólar soja 4, x ahora finánciate como créditos en $.
— @salvadistefano (@SalvaDiStefano) April 5, 2023
Sin embargo, el análisis desde la visión de un productor argentino en un mercado ultraintervenido no es estrictamente financiero, sino “longitudinal”, es decir, relativo a la medición del tamaño de la “zanahoria” ofrecida por el gobierno.
En retrospectiva, el 30 de noviembre de 2022, previo a la introducción del “dólar soja 2” que se implementó en el último mes del año, era factible advertir entonces que, con un precio del contrato Soja Rosario Diciembre de 370,6 u$s/tonelada y un tipo de cambio especial de 230 $/u$s, se formaba un valor del orden de 85.000 $/tonelada que luego debió “estirarse” hasta los 100.000 $/tonelada para que aparezcan las órdenes de venta por parte de los productores.
Sin embargo, para esa fecha la posición Soja Rosario Enero 2023 cotizaba en 417 u$s/tonelada, la cual, con el valor de dólar futuro esperado para ese mes, generaba un valor de unos 82.500 $/tonelada, lo que implica que por entonces estaba muy claro que no aceptar la oferta del “dólar soja 2” generaba un riesgo de descapitalización.
Eso mismo ahora ya no está tan evidente en función de los antecedentes inmediatos y, adicionalmente, el resguardo del capital del trabajo resulta una cuestión de supervivencia en una campaña marcada por un desastre climático inédito.
Las únicas empresas que podrían salir favorecidas en el actual contexto son aquellas que implementen márgenes muy amplios de recepción de granos dañados –fundamentalmente grano verde–, dado que los productores tenderán a querer colocar las partidas de baja calidad para conservar aquellas de buena calidad que tengan como remanente de la campaña 2021/22.