Condenado a cuatro años por evasión de impuestos, el matarife Alberto Samid pasó varios días de su prisión domiciliaria escribiendo un libro nuevo, que envió a la redacción de Bichos de Campo para su difusión. Es un texto no muy largo pero contundente, que insiste en una hipótesis: “Los argentinos somos ricos, pero nos hacen creer que somos pobres para poder robarnos la riqueza sin despertar sospechas”, es más o menos lo que afirma el popular matarife y dirigente del peronismo.
El libro llamado “La madre de todas las batallas: Somos ricos pero nos quieren hacer creer que somos pobres”, tiene un capítulo que revelaría cómo se produce el supuesto contrabando de soja argentina a Paraguay, del que curiosamente han comenzado a hablar muchos militantes del oficialismo.
Aunque quienes transitan el agro saben de la falsedad de muchos de estos fantasmas y la endeblez de los argumentos, es muy interesante ver cómo Alberto Samid se convierte en escriba de una nueva fábula que parece destinada a esmerilar al sector agropecuario local, más que a recuperar la riqueza robada.
Cumpliendo con el pedido de Samid de dar difusión a su libro, pero aclarando que no suscribimos ni creemos en casi ninguna de sus afirmaciones, a continuación publicamos el capitulo “Contrabando de Riqueza Agropecuaria”, que es el que más nos atañe. Para muchos será la base de un nuevo relato, justo ahora cuando vencen los contratos de la hidrovía:
“Miles de toneladas de soja argentina llegan al mundo como soja paraguaya. Esta maniobra de contrabando hace que Paraguay se haya convertido en el 6º productor mundial de soja y el 4º en el ranking de países exportadores. Tal como lo manifiesta el Centro de Estudios Nelson Mandela, la mayoría de la soja argentina contrabandeada sale por tierra y atraviesa el límite fronterizo norte sin ningún tipo de control, el acopio y la carga en los buques se hacen en el puerto de Asunción.
La operación se completa mediante el uso de chatas o barcazas que parten del puerto de Asunción con la soja supuestamente paraguaya que se entrega en el puerto de San Lorenzo, en la proximidad de Rosario, donde los buques de gran calado la sacan al mundo. De este modo ¡el Paraguay llega a exportar más soja de la que cosecha!
El contrabando se perfecciona de modo impresionante cuando las barcazas que salen de Asunción, con media carga de esa mezcla de soja paraguaya y argentina, en su trayecto por la hidrovía van cargando más y más soja argentina hasta completar su capacidad.
Las barcazas o chatas cargueras se detienen en puertos clandestinos ubicados en los terrenos bajos de la hidrovía. En esos lugares, desde la culata de los camiones y mediante un impulsor para la carga, se completan las chatas que siguen viaje hasta otro puerto clandestino, haciendo varias paradas durante el trayecto.
Desde las rutas argentinas y a través de caminos sinuosos esos camiones llegan a la orilla chaqueña del río Paraná y del Río Paraguay, en esos puntos de concentración se juntan hasta 10 camiones que cargan 22 toneladas cada uno. Los lugares elegidos son Formosa, Chaco, Corrientes y el norte de Santa Fe. Cada barcaza transporta 900 Toneladas de soja, lo que equivale a más de 40 camiones. Se estima que cada convoy de 20 chatas lleva unas 10.000 Toneladas de contrabando argentino. A esta soja la llaman “Maradona”, porque sale de la Mano de Dios.
Cuando esta caravana fluvial llega a Rosario, gran parte de la soja que se exportará como paraguaya, en realidad fue cosechada en la Argentina. Esas barcazas que salen semivacías del puerto de Asunción, se agrupan en convoyes de entre 16 y 20 chatas a las que se llama vulgarmente “comparsas”. Cada comparsa es propulsada por un potente remolcador de bandera paraguaya que recorre toda la hidrovía sin ningún control, ni de Prefectura, ni de aduanas, ni de Afip, ya que por su bandera extranjera no pueden ser abordadas, excepto por cuestiones de seguridad náutica. El único control de cargas se le puede hacer en el puerto de San Lorenzo, o sea cuando llegan a destino y ya no se puede discriminar entre granos originales y granos contrabandeados.
Lo más interesante de todo esto es que 9 de cada 10 barcos tienen bandera paraguaya. El único modo de controlarlo sería con la colaboración del gobierno guaraní, que es el principal beneficiado y responsable de robar nuestra riqueza, o sea algo totalmente impensable.
La hidrovía es una entidad privatizada, su control no está en manos del Estado Nacional, esto la transforma en una “autopista” libre para el contrabando de cualquier mercadería, no solo de soja sino de los productos más variados. Dicen los traficantes que lo esencial es armar la ruta, y por ahí luego pasa de todo.
Este formidable contrabando digno de los filibusteros más famosos de la historia, se realiza con la complicidad de un país (Paraguay) que no cobra retenciones a los exportadores de soja haciendo que el productor argentino triplique su facturación real y que su pago se lo hagan en dólares, en billetes físicos y en el extranjero. Paraguay no tiene un sistema tributario ni fiscal que se parezca a ninguno de los del cono sur, no tiene retenciones, no controla el impuesto a las ganancias, etc.
Las cajas de seguridad y las cajas fuertes bancarias existentes en Paraguay no alcanzan para guardar los dólares físicos que produce el contrabando de cereales. El impresionante crecimiento del mercado inmobiliario paraguayo está originado en el lavado de dólares del contrabando de cereales. O sea, el mágico y tan ensalsado crecimiento de Paraguay ¡¡¡es gracias a la riqueza argentina!!!
El contrabando de soja existe desde hace unos 20 años, pero con el tiempo fue tomando dimensiones asombrosas. El Chaco, que siempre fue un destino algodonero, desde el año 2000 se volcó totalmente a la producción de soja y paulatinamente fue aumentando el contrabando pues el aumento del “costo argentino” hizo que los pequeños productores que iban a pérdida, fueran seducidos por el contrabando.
Los pequeños productores que no transaban con el contrabando, terminaron arrendando o vendiendo sus campos a los grandes productores radicados en Paraguay y Argentina. Esto es lo que pasa cuando la oligarquía argentina se convierte en mafia”.
Mitos y verdades sobre Vicentin y las barcazas de soja que bajan por la hidrovía del Río Paraná