La “tabula rasa” que propone el gobierno de Javier Milei se parece mucho a un pacto de impunidad, casi como que aquí no ha pasado nada. La sensación de que nadie investigará demasiado lo sucedido tiene su propio capítulo dentro de la Secretaría de Agricultura, donde al parecer se apunta más a enjuagar las polémicas en torno a la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario (la ex ONCCA) sin sancionar y ni siquiera remover a algunos de los responsables de los desaguisados allí cometidos.
La ex ONCCA nació en 1996, cuando el gobierno nacional decidió comenzar a dar batalla contra la creciente evasión en los sectores de carnes y granos. A esa difícil tarea se dedicó -bien o mal- hasta que el kirchnerismo más duro, con Ricardo Echegaray y Guillermo Moreno a la cabeza, se apoderaron de ella en pleno conflicto con el campo en 2008 y le asignaron otras funciones, como regular las exportaciones agropecuarias, distribuir compensaciones a sectores amigos y hasta perseguir a otros que eran opositores. Luego de ello, fue difícil que volviera a recuperar su brillo.
En el gobierno de Cambiemos se desmantelaron los permisos de exportación y se intentó seriamente reenfocar los objetivos del organismo en la lucha contra la informalidad. Pero con el regreso del kirchnerismo de Alberto, Cristina y Sergio todo volvió a fojas cero: con mejores modales que sus antecesores, desde febrero de 2021 el contador Luciano Zarich no cambió la esencia, pues volvió a regular de modo poco transparente los cupos de exportación de carne al tiempo que desmontaba los controles electrónicos a frigoríficos y molinos, y hacía la vista gorda frente a evidentes casos de deslealtad comercial.
A modo de ejemplo, es más que sospechosa la permisividad de algunos funcionarios de la gestión Zarich con el contrabando de trigo y harina en el paso fronterizo de Salvador Mazza, en la provincia de Salta. Es habitual -y está casi normalizado- que todos los días cientos de personas -los llamados bagayeros- crucen esa frontera con alimentos de origen argentino, entre ellos aceite y mucha harina de trigo. Pero la pregunta que nadie parece hacerse es cómo llegó tanta cantidad de harina hasta ese punto fronterizo, recorriendo larguísimas distancias desde las zonas de producción.
Lo que sí puede decirse es que todo sucede bajo la mirada desatenta o cómplice de funcionarios de la ex ONCCA, cuya misión es habilitar a los diversos operadores de la cadena agrícola desde el RUCA (Registro Único de la Cadena Agroalimentaria). Se supone que nadie podría llegar hasta la frontera con Bolivia o Brasil si no figura como operador habilitado dentro de ese registro oficial. Pero la mercadería llega igual: atraviesa miles de kilómetros y varios controles ruteros justamente porque las empresas han sido habilitadas, aunque después deriven esas cargas hacia el contrabando, o haya muchas sospechas de que así sucede.
Entre 2013 y 2015, cuando manejó el RUCA, y esto Bichos de Campo lo ha contado varias veces, el contador Zarich aprobó a decenas de empresa exportadoras truchas que eran las que luego recibían los ROE Verde (permisos de exportación de trigo y maíz) que repartían Moreno y Echegaray discrecionalmente desde oficinas paralelas. Esos permisos luego vendían en el mercado a cambio de unos cuantos dólares por tonelada de “comisión”. Claro que las empresas beneficiarias no podrían haberlos recibido si no estuviesen anotadas en el RUCA. Gracias a Zarich y la vista gorda, lo estaban.
Esta mecánica, parecida a aquella, se registró en estos últimos tiempos de gestión en la ex ONCCA.
Dentro de las funciones específicas de ese organismo de control tal vez la más importante sea la de administrar el RUCA, es decir aprobar a los operadores luego de realizar análisis contables, de las sociedades y sus productos, o de evaluar las características técnicas de las plantas.
Obtener una matrícula del RUCA para operar en las localidades fronterizas del país debería requerir de controles más celosos, ya que esos pasos suelen ser endebles en términos de impedir el contrabando de granos fraccionados en bolsa, y harinas de todo tipo que provienen de otras latitudes. Se ha hecho famoso últimamente el contrabando de soja y maíz hacia Brasil a través de Misiones.
Entre las matrículas que otorga el RUCA, las de “Depósito mayorista de Harina”, “Acopiador Consignatario”, “Fraccionador” y “Exportador de granos” son de las más codiciadas. Nombrado por Zarich en el cargo de director de Inscripciones, y bajo la coordinación de Gerónimo Sarria, era el contador José Secchi quien tenía responsabilidad directa sobre esas habilitaciones.
Ese funcionario llegó a dar de alta las matrículas en las actividades mencionadas sin que hubiese un veredicto previo de los inspectores especializados, según las exigencias establecidas en la Resolución 21-E/2017. Con la cansadora excusa del “Estado eficiente” que no pone trabas a la producción, los controles en la provincia de Salta -donde varios agentes habían sido despedidos por el gobierno de Cambiemos ante diversos casos irregulares-, se retomaron recién en 2023, con inspectores de otras agencias provinciales. Cuando esos controles avanzaron, esos inspectores curiosamente denunciaron que comenzaron a recibir llamados intimidatorios de parte de ex funcionarios de la gestión de Echegaray, que ahora operaban como gestores en el sector privado pero mantenían buenos lazos con la gestión de Zarich, Sarría y Secchi.
Como resultado de ese deficiente y hasta sospechoso control oficial, en la localidad de Salvador Mazza, que es una zona fronteriza caliente, actualmente en el RUCA figuran varias decenas de matrículas de “depósitos mayoristas de harina habilitados” o “fraccionadores”, que a la vez no cuentan con matrícula como “exportadores de granos”. La pregunta es obvia: ¿Se justifica semejante cantidad de depósitos mayoristas en una localidad de 20 mil habitantes? ¿O es la pantalla legal para que la harina de trigo llegue hasta allá sin problemas, para luego alimentar los circuitos del contrabando?
Al día de hoy en Salvador Mazza aparecen inscriptos un molino de trigo, además de 15 operadores “Fraccionadores de Granos” (13 inscriptos después de 2022), y 4 empresas inscriptas como “Procesadores de Granos”. Pero los más curioso siguen siendo los 55 “Mayorista y/o Deposito de harinas y Derivados Granarios”, de los cuales 50 aparecieron cuando AFIP puso en marcha los remites electrónicos de harina.
Frontera caliente: En Salvador Mazza los granos pasan a Bolivia sobre carretillas
Todo esto, repetimos, dentro de un pueblo de 20.000 habitantes. Esa estructura comercial se podría justificar si la actividad central fuera el comercio trasnacional, pero a su vez ninguna de todas estas empresas matriculadas se encuentran inscriptas como “Exportadores de granos o subproductos”. Así las cosas, es inevitable sospechar que se trata en realidad de una gran máscara para el contrabando hormiga de harina hacia Bolivia, construida a la vista de todos, frente a la docilidad de la gestión de Zarich y fundamentalmente con la complicidad de algunos de sus colaboradores más estrechos.
Algunos datos del AMBA, donde hay casi 15 millones de habitantes, muestran que en el RUCA se registran solo 3 fraccionadores de granos en el municipio de Lanús, o 67 depósitos mayoristas de harina en La Matanza, Lomas de Zamora y La Plata, en conjunto.
En la zona fronteriza de Misiones este escenario desproporcionado se repite. En el municipio de Guaraní, de solo 6.700 habitantes, que es parte del departamento de Oberá y tiene puerta de salida por la localidad fronteriza de El Soberbio, hay matriculados 15 fraccionadores de granos, 49 compradores y depósitos mayoristas de granos, más 8 mayoristas de harina. La mayoría de esas firmas fueron dadas de alta en los últimos dos años.
¿Cuál es el beneficio de tener una matrícula del RUCA para estas actividades en la provincia de Salta o en Misiones? A las 24 horas de que se firma el alta de una matrícula en la ex ONCCA, desde AFIP se da de alta por Resolución 2300/07 a esas empresas como Operadores de Granos, ¿Y qué permite esto? Que a esos operadores se les pueda remitir mercadería con Carta de Porte en el caso de los granos o a través del Remito Electrónico Harinero en el caso de la harina. Ambos documentos cuentan con un Código de Trazabilidad que ninguna autoridad en tránsito puede cuestionar, porque la mercadería transportada, a priori, se encuentra perfectamente amparada.
¿Y cómo sigue el chanchullo? Una vez puesta la mercadería en destino, los operadores de RUCA deben dar de Baja el CTG (Código de Trazabilidad de Granos), que es un trámite sencillo y de muy escaso control por parte de la AFIP. Una vez anulado el CTG, en Salvador Mazza u otras localidades fronterizas, la mercadería se fracciona y se esfuma, pues atraviesa la frontera en carretillas en volúmenes enormes.
“Estas prácticas no sólo le llenan los bolsillos a unos vivos, sino que desvirtúa completamente las funciones de la Dirección de Control Comercial Agropecuario, pues colaboran con el contrabando que deberían combatir”, indicó a este medio un conocedor del paño.
Frente a esta situación, por ahora la gestión de Milei solo ha cambiado la conducción de ese organismo de control. El nuevo secretario de Agricultura, Fernando Vilella, ha nombrado allí a Matías Canosa como nuevo director. También se especula que propiciará un cambio de denominación de la ex ONCCA, aunque conservando sus misiones centrales de enfrentar la evasión y administrar el RUCA. Se sabrá cuando salga en los próximos días publicada la nueva estructura burocrática de Agricultura, que pasaría a llamarse Secretaría de Bioeconomía.
Pero no mucho más, y por ahora hay varios de los funcionarios de segunda línea que tenías responsabilidad en la gestión de Zarich que siguen cobrando salarios del Estado e incluso mantienen intactas sus expectativas de ocupar puestos relevantes en la nueva gestión.
“Tábula rasa”, define el Presidente Milei. Impunidad, opinamos nosotros.
Cambiar para que nada cambie. Cambian los nombres,sigue el choreo y la impunidad.
El pueblo cayéndose a pedazos, las calles un desastre, bacheo por todos lados, caños de agua rotos por todos lados. El intendente bien gracias!.
NI HABLAR DE LOS PASTIZALES QUE HAY, LA MUGRE ACUMULADA EN TODOS LADOS!, LOS CAMIONES MAL ESTACIONADOS, PLATA A MÁS NO PODER ENTRA, pero ELLOS SE EMBOLSILLAN EN VEZ DE DEJAR UN PUEBLO TURÍSTICO Y ARREGLAR UN POCO. NI HABLAR DE LOS DEPÓSITOS CLANDESTINOS… TODOS MUERDEN LA COIMA Y ACÁ NADIE VIÓ NADA